La esperanza es un árbol en flor que se balancea dulcemente al soplo de las ilusiones.

Severo Catalina

 

Queridos amigos de Todo Es Cine:

Un placer volver a estar con todos vosotros. Empezamos mes y, con él, una nueva estación, la primavera. Para este evento he escogido una película que espero os guste, Una pastelería en Tokio (2015, Naomi Kawase) basada en la novela An de Durian Sukegawa.

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Imagen de “Una pastelería en Tokio” © Comme des Cinémas, Kumie, Mam, Nagoya Broadcasting Network, Twenty Twenty Vision Filmproduktion. Distribuida en España por Caramel Films. Todos los derechos reservados.

La historia nos lleva a una calle de Tokio donde Sentaro (Masatoshi Nagase) regenta un local donde prepara dorayakis (pequeños pasteles de habas dulces). Allí vienen las chicas que estudian cerca de su negocio, entre ellas Wakana (Kyara Uchida), una adolescente sin dinero cuya madre le ofrece salir de su instituto para trabajar y aportar el dinero que les hace tanta falta. Cuando llega al negocio de Sentaro, él siempre le tiene preparadas las tortitas que se le han estropeado para que pueda comer algo. La vida transcurre lentamente al compás de los árboles que sacude el viento, unos cerezos en flor que se balancean al ritmo del soplo del aire caliente.

Imagen de “Una pastelería en Tokio” © Comme des Cinémas, Kumie, Mam, Nagoya Broadcasting Network, Twenty Twenty Vision Filmproduktion. Distribuida en España por Caramel Films. Todos los derechos reservados.

Imagen de “Una pastelería en Tokio” © Comme des Cinémas, Kumie, Mam, Nagoya Broadcasting Network, Twenty Twenty Vision Filmproduktion. Distribuida en España por Caramel Films. Todos los derechos reservados.

Un día llega al local Tokue (Kirin Kiki), una anciana que le solicita trabajo, ya que ha leído en su escaparate que necesita ayuda. Ella se ofrece no solo por el poco sueldo que Sentaro da, sino por todavía menos dinero. Sentaro la rechaza, pero ella sigue volviendo día tras día para ofrecer sus servicios. Así sucede hasta que Sentaro se da cuenta de que Tokue  es una excelente confitera que sabe preparar de manera artesanal esa pasta dulce de habas.

Imagen de “Una pastelería en Tokio” © Comme des Cinémas, Kumie, Mam, Nagoya Broadcasting Network, Twenty Twenty Vision Filmproduktion. Distribuida en España por Caramel Films. Todos los derechos reservados.

Imagen de “Una pastelería en Tokio” © Comme des Cinémas, Kumie, Mam, Nagoya Broadcasting Network, Twenty Twenty Vision Filmproduktion. Distribuida en España por Caramel Films. Todos los derechos reservados.

Es entonces cuando descubre la paciencia de aquellas manos, el tiempo que le dedica hace que el negocio dé sus frutos, y que la gente haga cola para poder saborear los exquisitos dorayakis de Tokue que ambos hacen desde la madrugada. Pero Tokue enseña sus manos, unas manos de alguien que ha sufrido la lepra, y va corriendo la voz. La dueña del local donde trabaja se niega a que siga en la pastelería, sabiendo que Sentaro trabaja para pagar una deuda de por vida, ya que ella y su marido le sacaron de la cárcel para que tuviera libertad, y así encerrarle en la cárcel del alma.

Imagen de “Una pastelería en Tokio” © Comme des Cinémas, Kumie, Mam, Nagoya Broadcasting Network, Twenty Twenty Vision Filmproduktion. Distribuida en España por Caramel Films. Todos los derechos reservados.

Imagen de “Una pastelería en Tokio” © Comme des Cinémas, Kumie, Mam, Nagoya Broadcasting Network, Twenty Twenty Vision Filmproduktion. Distribuida en España por Caramel Films. Todos los derechos reservados.

Los tres personajes (Sentaro, Tokue y Wakana) hablan de sus vidas, de sus tormentos, pero desde una perspectiva tranquila; Tokue le da consejos a Sentaro de que se tome la vida de otra manera, ya que ella desde adolescente vive confinada en un lugar donde encerraban a quienes padecían lepra de por vida. La enfermedad le hizo ser una persona no libre, pero un espíritu sano, optimista y lleno de amor. Cuando en 1994 empezaron a salir los enfermos, ella había perdido a un hijo (le obligaron a interrumpir su embarazo), y también perdió a su marido. Toda una vida dentro de aquellos muros. Por eso toma a Sentaro como el hijo que nunca tuvo. También ayuda a Wakana explicándole que tiene toda una vida por delante, que la juventud es una promesa.

La película es maravillosa, tiene una fotografía espléndida de Shigeki Akiyama que muestra y hace sentir todos y cada uno de los matices que los cambios de estación provocan en la naturaleza, en el ser humano. Y ella, una mujer vital, animista, habla con las alubias, con los árboles; a todo le da el tiempo que necesita, el valor que requiere y el amor que exige. Es un film amable, dulce como sus pasteles, y da una sensación de paz increíble. Y aunque los personajes son el pasado, el presente y el futuro, todos se unen en una armoniosa melodía con todos los elementos de la naturaleza.

Por eso, la esperanza es un árbol en flor que se balancea dulcemente al soplo de las ilusiones.

Con todo el cariño feliz abril para todos, especialmente para nuestra amiga Concepción, desde la Mecedora.

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