Título original: No Strings Attached
Dirección Ivan Reitman
Producción Ali Bell, Jeffrey Clifford, Joe Medjuck, Ivan Reitman
Guion Elizabeth Meriwether
Michael Samonek
Música John Debney
Montaje Dana E. Glauberman
Reparto: Natalie Portman, Ashton Kutcher, Kevin Kline, Ludacris, Lake Bell
País: Estados Unidos
Año 2011
Género: Comedia romántica
Duración 108 minutos
Distribución Paramount Pictures
Filofobia. Se denomina filofóbico a quien padece de manera leve o aguda, algún tipo de proceso aversivo a las relaciones personales. Maticemos: a las relaciones sí, pero no al sexo. Y es que los personajes de la película que Ivan Reitman nos presenta, No Strings Attached, adolecen de todo tipo de antipatías, salvo la física. De tal guisa, resulta difícil no establecer vínculos emocionales, de cualquier tipo.
Este fairy-tale velado con buenísimas intenciones, nos introduce en la vida de Emma Kurtzman (Natalie Portman), una doctora desinhibida, lúcida e inteligente que vive, no obstante, oculta bajo la coraza de su placentera libertad. Quiere un chico, lo consigue. En su vida no existen sorpresas, desayunos con o sin diamantes, ni implicaciones emocionales. Así ha sido desde su adolescencia, cuando con apenas catorce años conoció en un campamento a Adam Franklin (Ashton Kutcher), un niño que se ofreció a acercarse a ella y recibió un no por respuesta. Al cabo de los años, Adam se convierte en ayudante de guionista, más famoso por su célebre padre Alvin (Kevin Kline), que por su trabajo y quien, por torpeza del destino, tiende a enamorarse de quien no debe. Cuando una mañana se despierte desnudo sobre el sofá Emma, comprenderá que ha nacido para estar a su lado, conformándose con las estrictas normas que ésta impondrá a su relación. Nada de amor, ni miradas profundas; no compromiso. Sólo sexo eventual, impremeditado y libre; sin llamadas, sin celos, sin estrés. Diversión y entretenimiento. Nada más.
Lo que parece ser un acuerdo ventajoso para ambos, pronto se convierte en una espiral de mutua destrucción. Enamorado de su partenaire, Adam mostrará con demasiada prontitud y vehemencia sus cartas, perdiendo en el envite el interés de Emma, quien a pesar de establecer sus fronteras, descubrirá que el encanto de Adam es capaz de trastornar la más férrea de las censuras emocionales.
Aunque predecible y pueril las más de las veces, No Strings Attached resulta una comedia distraída, reflexiva y políticamente correcta, en la que el trabajo de su guionista Elizabeth Meriwether -mujer por descontado y además perteneciente al “Fempire” de Diablo Cody, Dana Fox, o Lorene Scafaria-, demuestra que es posible criticar y ponderar en su justa medida, con personajes nada gastados, estereotipos los justos y clasicismo narrativo fusionado con problemática de diván new-age. Sin duda Reitman ha recuperado el anzuelo con que conquistó al público de los ochenta y noventa (léase Cazafantasmas, Los gemelos golpean dos veces, Dave o Evolution), desdeñando grotescas deformaciones profesionales como Mi súper ex novia, y mostrando unos personajes buenos de fondo y pésimos en sus formas, eficaces, nada sutiles y muy humanos. Sin duda el maniqueísmo queda diluido en la amalgama de tipos variopintos, ninguno de los cuales se muestra corrosivo, imberbe o deslenguado, tendencias culmen de la ineficacia escatológica de las comedias made in USA que se sufren en los últimos tiempos.
Una comedia convencional, al uso pero elegante, sin trampa ni cartón, de actores maduros y con la clase de la que carecen la mayoría de sus contemporáneos, que a pesar de algunos lapsos de debilidad argumental, con hombres menstrual-solidarios y mujeres utilitaristas, radiografía una sociedad compleja y disfuncional, repleta de personas infelices y anhelantes de afecto.
En definitiva un cuento de bad girls y good guys, en el país de Santa Bárbara y Beverly Hills, donde las damiselas ya no están en apuros, los príncipes sólo rescatan de noche y el final se coloca de antemano. La historia de un cuento que no se ha acabado y en el que, infaustamente, casi nadie es feliz para siempre.
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