En el mundo todos somos vecinos.
Frank Sinatra
Queridos amigos de Todo Es Cine:
Un placer volver a estar con todos vosotros. Hace unas semanas que se celebraron los Premios Goya, unos premios especiales por la situación que estamos viviendo, pero que, lejos del drama que supone este contexto, nos recordaron que el cine, nuestro compañero de viaje y gran amigo, está muy presente en todo y en todos durante este tiempo. Hoy os voy a hablar de una película que obtuvo el Goya al Mejor Intérprete para Alberto San Juan, se trata de Sentimental (2020, Cesc Gay), película basada en la obra teatral ‘Los vecinos de arriba’, del propio Gay.
La historia nos lleva a un piso en Barcelona donde viven Ana (Griselda Siciliani) y Julio (Javier Cámara). Julio es un hombre amargado y la relación del matrimonio está deteriorada por ello. Su mujer le explica que van a tener de invitados a sus vecinos, quienes viven en el piso de arriba. Pronto descubrimos que Julio es profesor de música en el conservatorio, pero su gran vocación era la de ser pianista y vive sumido en esa frustración. Ana es una mujer más vital, pero mermada por cada palabra y gesto de indiferencia que le dirige Julio, y también por saberse examinada en cada aspecto que decide. Como si de una niña se tratara, se le pone en cuestión todo cuanto hace, incluso la compra de una nueva alfombra vale para recriminar a cada frase la nueva adquisición.
A este ambiente llegan Laura (Belén Cuesta) y Salva (Alberto San Juan), cuando Ana ya ni quería que se presentasen debido a la insistencia de su marido. Pero el sonido del timbre le hace cambiar y acoger gratamente a sus vecinos. Las palabras de sarcasmo de Julio hacen que Ana se vaya sintiendo mal, cada vez más convencida de que quizá no fue una buena idea la cena.
Pero Salva y Laura les hablan y parecen muy amables. El tono empieza a subir, esta vez ya no referido a los reproches, sino los gustos sexuales de sus vecinos, quienes han venido a invitarles a tener relaciones con ellos. Al contrario que para Julio, esto se hace cada vez más interesante para Ana. Laura, psicóloga de profesión, acaba realizando una particular terapia a la pareja, aunque esa historia es para vosotros.
La película nos deja, entre otras muchas, una interesante reflexión acerca de la cantidad de emociones que se quedan atascadas; los silencios no valen para ayudar a eliminarlas y, en esta circunstancia se hace evidente que la catarsis, que en principio parece terrible, es necesaria.
Se muestra cómo la vida empuja a cada uno a necesitar nuevas cosas, sin perder lo bueno de las antiguas, aquellas que, en un momento dado, nos emocionaron. Es obvio que un matrimonio se transforma, porque el enamoramiento dura seis meses (algo normal teniendo en cuenta que esa locura no se podría aguantar mucho tiempo). El tener que poner al día nuestras emociones, mientras vamos evolucionando, nos obliga a realizar varios ajustes, ya que los dos miembros de la pareja, a veces, no evolucionan simultáneamente. En ocasiones, necesitamos “más vecinos” que, con buen criterio (es decir, el criterio profesional) nos hagan volver a equilibrarnos.
Por eso, en el mundo todos somos vecinos.
Con todo el cariño, desde la Mecedora.
Deja un comentario