El cine y la literatura son dos artes muy hermanadas, pues es habitual que ésta última sea utilizada para realizar los guiones de la primera, siendo de esta manera su cimiento creativo. Numerosos escritores se han visto adaptados al cine, de entre ellos es destacable Jane Austen, cuyas novelas han sido revisadas en diversas décadas sufriendo varias adaptaciones.
Este mes de julio, coincidiendo con su prematuro fallecimiento a los 41 años, conviene recordar una de las más alabadas películas de la autora Sentido y sensibilidad (1995) dirigida por Ang Lee, ganadora de un Oscar gracias al guion adaptado de Emma Thompson, quien a su vez fue protagonista. Ella interpretaría a Elinor Dashwood, la mayor de las tres hijas de Margaret. Todas ellas deben abandonar su hogar tras el fallecimiento del padre, pues la casa sería heredada por el hijo, fruto de un matrimonio previo del señor Dashwood.
Así, estas cuatro mujeres deben adaptarse y sobrevivir con una paga miserable, en una casita de campo que amablemente le ha cedido un familiar. Antes de terminar el traslado Elinor conoce a Edward Ferrars (Hugh Grant) de quien discretamente se enamora. Tras la mudanza será Marianne (Kate Winslet) quien se enamore apasionadamente.
Los entresijos de ambos amores, la contraposición de caracteres, la ironía y los numerosos personajes salpican y componen la película que se enmarca en unos interiores intimistas que escudriñan la imagen física y psicológica de la mujer, con unos primeros planos que, tal y como Ang Lee quería, remiten a la obra pictórica de Veermer.
Los exteriores representan una naturaleza melancólica que presenta toda su fuerza frente a la insignificante figura del ser humano, siendo como una extensión de sus sentimientos, poseyendo tintes románticos. Así se observa en la última tormenta a la cual se enfrenta Marianne al verse abandonada y traicionada por quien fue su enamorado.
Pese a toda la nostalgia y desventuras a las que se enfrentan las mujeres Dashwood, la ironía y los momentos puntualmente cómicos están presentes, concediendo un relax a esa tensión. Posee toques optimistas y reivindicativos así como el habitual final feliz, características también presentes en las obras de Jane Austen. Aunque en esta película es agridulce para Marianne y sobre todo para Willoughby, como se muestra en esa imagen final, reminiscencia melancólica del mencionado romanticismo.
La obra de Ang Lee logró ser clásica e imprescindible, poniendo de moda el período Regencia, consiguió ser la más reconocida adaptación de la obra homónima de Jane Austen.
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