Con el fin del colegio tan cercano ya casi se pueden respirar las vacaciones acrecentando el recelo y los sentimientos encontrados provocados por el inminente abandono de la escuela y lo relativo a ella, como a los compañeros de clase y a los siempre denostados profesores. Esos seres habitualmente mal vistos por la sociedad y culpabilizados por todos los males relacionados con la deficiente educación de la juventud. En muy raras ocasiones uno de esos educadores posee la merecida mala fama que se prolonga hacia todo el profesorado. Ese fue el caso de la Señorita Tingle que atemorizó a toda una generación en los noventa.
Secuestrando a la Señorita Tingle (1999, Dir. Kevin Williamson) es un thriller de adolescentes, con Hellen Mirren en el papel de la profesora Tingle, la cual es presentada a los pocos minutos del inicio de la obra de una manera similar a la que años más tarde sería utilizada en El diablo viste de Prada para describir a Miranda.
La reacción que provoca la Señorita Tingle al entrar en el colegio se refleja en los rostros de aquellos incautos con los que se cruza, el temor y la huída a su paso es lo primero que se muestra, un paso de tacones firmes, finalmente se revela el rostro de la profesora. Un personaje malvado que halla la felicidad en la humillación que prodiga tanto a alumnos como a compañeros.
La película se engloba dentro del denominado cine de adolescentes ya que trata temas habituales como las relaciones con el sexo opuesto, contiene una temática juvenil como es el instituto y su entorno, o problemas familiares como a los que se enfrenta la protagonista Leigh Ann (Katie Holmes) una sobresaliente estudiante con problemas económicos y familiares por lo que necesita una beca para entrar en la universidad, su futuro depende de ello, y le es negado por la señorita Tingle, su gran problema, que como finalmente reconocerá, solo desea verla fracasar.
Como profesora antagonista está la Señorita Banks a quien los alumnos adoran. Interpretando a este personaje secundario está Molly Ringwald todo un icono adolescente de películas del género de los ochenta, con obras tan relevantes de John Hughes como la inolvidable El club de los cinco.
Asimismo, entre los artistas encontramos a Katie Holmes con quien fácilmente el público de la época se podía identificar, al igual que con su compañero masculino Barry Watson.
El secuestro de la profesora se realiza en su casa, donde se centra el metraje, adquiriendo así una relevancia similar a las películas de casas encantadas, pues es el lugar de reclusión de la profesora, y su silueta victoriana aterroriza a los alumnos incluso antes de entrar en ella, momento en el cual se adentran en la aventura que conducirá a la parte del thriller de la película. No obstante, la casa no posee esa vida propia que caracteriza a las obras de casas encantadas.
Pero esta película no solo es un film de adolescentes, pues se imbrica con el thriller. Tingle representa una tipología de malvada que se acerca a la mujer-monstruo, la psicópata capaz de aterrorizar al espectador únicamente con su mirada, como Bette Davis en ¿Qué fue de Baby Jane?, salvando las diferencias entre ambas películas. Es más común que un psicópata se presente en forma de hombre, las mujeres son menos habituales. Ciertos rasgos recuerdan vagamente a de ese cine “Grand Dame Guignol”, mujeres maduras que están mentalmente desequilibradas y disfrutan aterrorizando a todos los que están a su alrededor. Y esto es lo que la hace interesante y diferente, precisamente el personaje de la Señorita Tingle y su crueldad que logran sembrar el terror en todo tipo de espectador, ya sea adolescente o no.
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