Título original: Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull
Dirección: Steven Spielberg.
País: USA.
Año: 2008.
Duración: 145 min.
Género: Aventura.
Reparto: Harrison Ford, Cate Blanchett, Shia LaBeouf, Karen Allen, John Hurt, Ray Winstone, Jim Broadbent, Ian McDiarmid, Joel Stoffer
Guión: David Corp (Historia: George Lucas, Jeff Nathanson)
Producción: Paramount Pictures, Lucasfilm.
Música: John Williams.
Fotografía: Janusz Kaminski.
Estreno en España: 22 de Mayo del 2008.
Queridos hermanos y hermanas, es bello pensar que pese a que tengamos que sufrir esta gran pérdida, podremos recordar siempre los momentos que compartimos junto a ella. Debemos de encontrar la fortaleza en la comunión de los cinéfilos para superar su ausencia en los estrenos venideros.
Parecía ayer cuando con su exquisita fragancia nos hacía creer que la creación divina era algo bello, no sólo en su conjunto, sino en cada momento que vivíamos. Parecía ayer cuando nos permitía soñar sin límites con argumentos que sembraban en nuestros corazones la emoción del cine. Parecía ayer cuando contábamos con ella, y ella con nosotros.
Pero la felicidad no parece haber sido concebida para ser eterna en nuestra tarea de compartir, dar y recibir: porque de ella recibíamos grandes momentos, con ella compartíamos nuestra ilusión y a ella le dábamos nuestro apoyo en sus logros; y aquí nos hayamos, sin consuelo, reunidos en torno a los pedazos marchitos que surgen sin su ayuda, que tratan de hacernos pensar que sigue con nosotros en su tarea de dar, recibir y compartir (o recibir, dar y compartir).
Porque el mejor bálsamo que podemos recibir es aceptarlo sin dudar que pese a nuestras oraciones y súplicas, no quieren hacerla regresar. Aceptémoslo, la originalidad ha muerto. En el fondo, para eso vino al mundo: para hablarnos de situaciones mejores, para dárnoslas a conocer a nosotros, hijos pródigos, y para encender en nuestros corazones la alegría de poder experimentar nuevas sensaciones con cada nueva película. Pero nunca jamás nos hicimos a la idea de que la resurrección de las difuntas ideas vendría hacia nosotros en masa, como jinete apocalíptico.
Y podemos ver cada día como esta decadencia se ceba de nuestras salas: nos extasiamos con la resurrección de viejos héroes de látigo y maldición en talones – Indiana Jones y el reino de la calavera – (y no sólo personajes, también actores), podemos oler el hedor que llega de películas que continúan con la estela (por no decir que continúan con el cuerpo moribundo) de series que supieron retirarse a tiempo.
Porque más que Sexo en Nueva York, estamos pasando Sequía en Nueva York, porque no podemos evitar pensar que la película basada en un cómic – Ironman, Batman Begins 2: the dark knight – no tiene argumento propio, sólo efectos especiales; porque a diferencia de lo que nos indicó nuestro Padre, sólo nos verá en una segunda venida, no en una tercera, o cuarta, o quinta venida de entre las risas enlatadas de películas de terrhumor – Scarie Movie 5 – y las aventuras arqueológicas aliñadas con maldiciones faraónicas inagotables ya sean pasadas o futuras – La momia 3: La maldición del dragón, Stargate SG-21 (2008) –. Esperamos saber si tendrán finales las historias o si por el contrario todo se acabará con un impertinente ataque de espinillas mágicas – Harry Potter y el Príncipe Mestizo – . Y sintiéndolo en nuestros corazones, we don’t want to believe, ni siquiera en una nueva secuela de los expedientes que marcaron una época de misterio en nuestras pantallas – X-Files: I want to believe – .
Pensarán que la precuela de Star Trek – Star Trek XI – podría hacernos creer que recuperar argumentos olvidados en el tiempo puede pasar por historias nuevas. Pensarán que si mantienen espías entre nuestras carteleras podrán sacar de nosotros la emoción que nos arrebataron hace tiempo – Bond 22 -. Y no podemos tratar de evadirnos en creaciones nacionales, que buscan en los tópicos de volantes y banderillas su expresión más recurrente – Manolete -.
Parece que a quien no hay que dar de comer después de medianoche, ni mojar en ningún momento es a los creadores de maravillosas repeticiones que resultan esperpénticas copias de los 80 – Gremlins 3 -. Porque la amenaza de maquillar ideas de antaño es cada vez más real ya sea en forma de sabuesos asustadizos – Scooby Doo 3 – o niños perdidos en los cambios de su pubertad, que logran sin problema alguno ser héroes antes de crecer – Los Goonies (¿2008?) -.
Unamos nuestras oraciones para que alcancemos la recuperación de nuestra compañera, nuestra hermana, que yace fría en su sepultura. Roguemos así mismo que cesen las plagas de huelgas en guiones, que cavan para ella una fosa más honda, y tengamos fe en que no tendremos que sufrir el ascenso de las profundidades de la película de “Los vigilantes de la playa” (la primera película grabada íntegramente a cámara lenta, y por la que actrices de dudosa capacidad seguro ganarán un Oscar).
Depositemos nuestra moribunda confianza en los Wachwosky, cuyos milagros superan las ideas insólitas y llegan hasta la conversión de gónadas; recemos por recuperar la presencia del talento del ya difunto Hitchcock, que nos sonríe de perfil desde el paraíso, tratemos de remendar nuestros pecados suplicando clemencia a Tarantino, que perdió su cordura para entretenernos a todos, y nos espera en las salas con su capacidad de multiplicar las vísceras y la sangre.
Así mismo depositemos nuestras plegarias en la sabiduría de la Santísima Trinidad: Spielberg-Lucas-Scorsese para que sigan trabajando en ideas nuevas, superando cualquier atisbo de interrupciones creativas de guionistas, y así mismo recemos porque no interceda por ellos su hijo, nacido del amor y de las agotadoras repeticiones de buenas ideas, Harrison Ford, ya sea en su forma humana, su forma hansoliana, indianajoniana, o cualquiera de sus formas presidenciales.
Elevemos nuestras oraciones bien altas, pues aquí y ahora damos constancia de que falleció la originalidad, después de haber recibido los Santos Sacramentos y la bendición apostólica. Sus homicidas, las películas en cartelera y las que aún estar por llegar; su viudo, el cine de calidad; sus hijos, los filmes que guardaremos en nuestra memoria para siempre – Dios salve en su seno Pretty Woman – ; sus hijos políticos, secuelas y precuelas numerables de los mismos; sus sobrinos, amigos, amantes y demás familia, ruegan una oración por su alma.
El funeral por su descanso eterno tendrá lugar en los mejores cines, en sesiones de tarde y noche, incluyendo sábados, domingos y festivos un responso adicional a medianoche.
“Pensemos, que al menos, siempre nos quedarán las palomitas”
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