Hablar de octubre en el cine es hablar de terror, un género tratado como menor e incluso de segunda clase, poco intelectual, tal vez debido a una reciente multitud de obras que no son más que hamburguesas cinematográficas. Sin embargo, pese a esa proliferación del fast-food podemos hallar grandes obras cercanas a la alta cocina. Sólo hay que mirar el reciente panorama cinematográfico patrio para darse cuenta de ello. Grandes chefs como Amenábar, Balagueró o Bayona, por citar algunos.
Así mismo, traspasando nuestras fronteras encontramos a grandes artistas como Cronemberg y su terror venéreo. Y si pensamos en algo más clásico entre una vorágine de obras terroríficas difícilmente superable, tenemos ¿Qué fue de Baby Jane? (Dir. Robert Aldrich, 1962) Una terrorífica obra maestra interpretada por Bette Davis. La película, basada en la novela de Henry Farell, enfrenta a dos hermanas solteras y en una edad avanzada, Baby Jane y Blanche, interpretadas respectivamente por Bette Davis y Joan Crawford, un odio fraternal que traspasaba la pantalla. Jane fue una niña prodigio que ya en la edad dorada de su vida no logra olvidar la vieja gloria que fue, un recuerdo en el cual su mente enferma se pierde. A su cargo tiene a la supuestamente bondadosa hermana paralítica: Blanche, a la cual atormenta con sus malvadas acciones.
Su inmovilidad y dependencia hacia una hermana que la martiriza y acecha crean una atmósfera de angustia. Intensificando tal situación la interpretación de una Bette Davis de mirada terrorífica. Sus ojos siempre lograron transmitir al espectador multitud de matices, no en vano se ganaron una canción. Sin embargo, los de Joan Crawford reflejando el terror que su hermana le provoca con sus torturas psicológicas no se quedan atrás, haciendo sentir al espectador un miedo visceral.
Dos grandes y oscarizadas actrices en el ocaso de sus carreras llevando su odio mutuo a las pantallas. Así mismo, sus personajes también fueron grandes estrellas: Baby Jane de niña, envidiada por su hermana en la infancia, un rencor que se guardaría de por vida, y Blanche que en su madurez fue una portentosa actriz, con una carrera truncada por un accidente de coche teóricamente causado por una alcoholizada Jane. El odio y la envidia que se profesan no son suficientes para separarlas. Dependen la una de la otra.
El personaje de Baby Jane mantiene similitudes con el que Gloria Swanson interpretó en El crepúsculo de los dioses (Dir. Billy Wilder, 1950), obra precursora del subgénero de mujeres mayores psicópatas con un pasado glamuroso, denominado Grand Dame Guignol o Psycho-biddy. Una parcela cinematográfica de psicópatas asesinos que habitualmente había estado reservada a los hombres. No es muy habitual encontrar obras de asesinas psicópatas, pensemos en Seven o en El silencio de los corderos, las diversas sagas de slasher (Scream, Pesadilla en Elm Street…) o Psicosis con la cual muchos críticos de la época encontraron analogías. Si bien la supuesta psicópata, Jane, representa con los kilos de maquillaje exagerado y la iluminación expresionista, un rol cercano al de la bruja mala de los cuentos infantiles. No obstante, en esta excelente obra de terror psicológico, nada es lo que parece pues, como en la vida real, cuando las máscaras se retiran se desvela la realidad de cada ser.
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