Este es el mes de las BBC: bodas, bautizos y comuniones por excelencia; así que vamos a irnos de boda en la pequeña butaca de la mano de Drew Barrymore, la dulce «Cenicienta» y el príncipe de Francia Henry, Dougray Scott, como feliz pareja. En efecto, lo habéis adivinado, repasamos Por siempre jamás una de las historias de los hermanos Grimm más románticas que existen y que más veces se ha usado por el celuloide como base para grandes films.
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En 1998 Andy Tennant dirige a un gran elenco de actores para dar forma a esta peculiar Cenicienta, en la que destacan los dos grandes papeles femeninos: Danielle de Barbarac, Cenicienta, y la Baronesa Rodmilla de Ghent, la malísima madrastra encarnada por la magnífica Angelica Huston. Es una de las pocas historias de Cenicienta en las que aparecen los propios hermanos Grimm quienes inician el relato al interesarse por una bella joven plasmada en un viejo retrato: Danielle.
La magia, la fantasía, el amor puro y sincero son los hilos conductores de esta bellísma obra -independientemente del príncipe que nos toque, a quién no le gustaría ser Cenienta-. No me meteré mucho en los detalles del argumento porque es de todos sabido los trances que ha de pasar Danielle con sus horribles y feas hermanastras y la «bruja» su madrastra. La magia de esta película no sólo radica en la historia que todos sabemos, sino en la historia del retrato… las pincelas, las tonalidades y la mano que las trazo; la misma mano del genio Leonardo Da Vinci. El será testigo del amor del príncipe con una muchacha normal y corriente –eso me suena a la historia de otro príncipe heredero- de la cual se enamora no sólo de su belleza sino también de su ingenio y su inteligencia -cosa que sus hermanastras brillaba por su ausencia- .
El momento más especial, la llegada al baile de esta Cenicienta gala vestida de hada con unas hermosas alas blancas, sin duda alguna un gran momentazo, la cara de Henry es como la de un novio que espera a su futura en el altar llena de amor y lealtad. Es uno de los instantes más mágicos de la película.
El final es sabido por todos: una madrastra y hermanastras denostadas y venidas a menos, y Danielle y Henry felices por siempre jamás…
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