mataharisDirección: Icíar Bollaín.
País:
España.
Año: 2007.
Duración: 95 min.
Género: Drama.
Interpretación: Najwa Nimri (Eva), Tristán Ulloa (Iñaki), María Vázquez (Inés), Diego Martín (Manuel), Nuria González (Carmen), Antonio de la Torre (Sergio), Fernando Cayo (Valbuena), Adolfo Fernández (Alberto), Manuel Morón (Samuel), Mabel Rivera (mujer engañada).
Guión: Icíar Bollaín y Tatiana Rodríguez.
Producción: Santiago García de Leániz y Simón de Santiago.
Música: Lucio Godoy.
Fotografía: Kiko de la Rica.
Montaje: Ángel Hernández Zoido.
Dirección artística: Josune Lasa.
Vestuario: Estíbaliz Markiegui.
Estreno en España: 28 Septiembre 2007.

¿La curiosidad mató al gato? ¿Cuál es el límite al asomarnos a vidas ajenas? ¿Cuánto de nosotros mismos exponemos al mirar en la vida de los otros? Bollaín nos plantea estas y muchas otras preguntas en su última película: Mataharis. Tres mujeres del SXXI en una Madrid caótica donde todos somos iguales al de al lado, donde las prisas nos camuflan y nos confunden en las retinas de ojos ajenos. Tres detectives privadas, tres historias, tres personajes. Inés (María Vázquez) infiltrada en una multinacional, descubre que a veces no todo es tan sencillo como parecía, cuando termina en medio de una intriga laboral. Las convicciones y los sueños a veces no son todo lo fuertes que esperábamos. Carmen (Nuria González) graba la infidelidad de la mujer de su cliente, y paradójicamente, no es capaz de ver el naufragio de su propio matrimonio. Eva (Najwa Nimri), descubre que su marido le oculta un enorme secreto, capaz de hacer añicos su confianza. Las tres, al desarrollar su trabajo, deberán enfrentar no sólo sus peores miedos, sino también sus propios secretos. El espionaje juega en el largometraje un papel simbólico, las protagonistas miran en las vidas de sus clientes para convertir al espectador en espía de la propia vida.  Pero a la vez que despierta la curiosidad de voyeurista tan difusa en nuestros días, deja al final una cierta sensación de incomodidad, no como si nos hubiésemos metido donde no nos llaman, sino más bien planteándonos una pregunta crucial: ¿Cuánto me gustaría que hubiese una cerradura a través de la que mirar en mi propia vida?. La mirada de la directora nos muestra pequeños detalles y gestos, adentrándose en las dificultades de las relaciones interpersonales donde secretos e intimidad son barreras constantes. Muestra la reacción de hombres y mujeres ante situaciones delicadas, errores, dificultades, engaños, omisiones o mentiras. El largometraje, de estructura lineal y clásica, se permite algunas innovaciones e ideas muy originales: el inicio de la película donde la presentación de las protagonistas se hace en base a imágenes fijas, como si fueran ellas las investigadas o los ojos de Inés, que en la fiesta de la empresa, funcionan como una cámara. La estructura narrativa está perfectamente establecida, linear y sin utilizo del flashback, presenta tres historias entrelazadas, de tres edades y sus correlativas problemáticas.

Después de cuatro películas y cuatro cortos, Bollaín vuelve a presentarnos una película que apuesta por la temática social (aunque ella no quiera ser exclusivamente identificada con este cine), los tres personajes miran a lo íntimo, a lo personal y a sus propios secretos. Pero también dedican una mirada al conflicto laboral, concretamente, y a una sociedad actual, que hace de telón de fondo, donde todos observamos: al vecino del metro, a la mujer de la barra o al marido que engaña, pero miramos, fijamente, con curiosidad. Incentivados por un contexto social donde todo está permitido, donde mirar por la cerradura de la puerta o escuchar a través de las paredes ya no avergüenza a nadie, y desde luego, la razón no es que todos seamos detectives privados.

Por: Marysol García

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