La libertad es uno de nuestros bienes más preciados y cuando se nos arrebata de forma injusta no nos quedará más remedio que rebelarnos y alzarnos. Este es uno de los diversos temas que Howard Hawks en 1940 tocó en Luna Nueva, una comedia del género aún imberbe screwball. Una alocada narración donde prima la guerra de sexos, el enaltecimiento de la independencia femenina, unos diálogos ágiles y una acción frenética. Un género en el que realizó otras obras destacables como La fiera de mi niña o La novia era él. Cuando Hildy acude a la redacción del Morning Post, periódico de su antiguo jefe y exmarido, con el fin de comunicarle su intención de casarse de nuevo y abandonar el periodismo para adoptar un rol social establecido de ama de casa, devota esposa y afamada madre, lo que menos imagina es que el pícaro de su ex, Walter, truncará todos esos planes que supuestamente ella desea , para “ayudarla” a retomar el camino de la libertad, el cual transcurre junto a él y a ese trabajo que ella tanto ama. Durante el trayecto de liberación y autoconocimiento, Hildy y Walter lograrán algo muy grande: que un hombre injustamente condenado a la horca sea liberado y que los políticos corruptos sean llevados ante la justicia.
Una temática que pese a estar lejana en el tiempo parece fuertemente ligada a nuestra actualidad. Aunque son los años cuarenta y están en apogeo diversos sistemas de férrea censura como el archiconocido Código Hays o el Comité de actividades antiamericanas, se ponen en la palestra los fallos del sistema penal, donde la pena de muerte puede quitarle la vida a un hombre si unos políticos se lo proponen, sólo por el interés de no perder los votos de un sector social. El temor comunista a que te creyesen afín a sus ideales se repite en diversos diálogos lo largo de la cinta, pudiendo pasar desapercibidos, debido a al rapidez característica del género, a un espectador despistado. La libertad femenina para elegir la no aceptación de roles muy marcados y cerrados, deja entrever una intención de autonomía y cierto malestar entre algunas mujeres de la época, las más osadas, aquellas que se atrevían a pensar y actuar de forma diferente, esas que nos abrieron las puertas a las actuales. Así mismo cambia el papel masculino. Walter no es un galán al uso, no le coge la maleta a Hildy, no paga en el restaurante, tampoco le abre la puerta al pasar ni le cede el paso, rompe las normas del perfecto caballero que se supone debe ser un hombre encarnado por Cary Grant. Sin embargo, le da lo más importante, su libertad, seguir con lo que realmente le apasiona: el periodismo, y no la esclavitud de un hogar. Deja que se encuentre a sí misma, realizándose como persona.
Por supuesto, el periodismo juega un papel principal. Representan la imagen idílica de los periodistas, desempeñando una labor rayana a la del detective, son tenaces, capaces de perseguir la noticia y destapar la verdad, contándola sin tapujos ni censura. Un iconográfico retrato del periodista, idealizado, en cierto modo resulta hasta romántico, como en los años setenta lo haría Pakula al llevar la historia del Watergate al cine con Todos los hombres del presidente (1976).
Únicamente obtenemos esta imagen de Walter y Hildy, la pareja contrasta con el resto, unos buitres carroñeros en busca del sensacionalismo y grandes ventas de ejemplares, sin escrúpulos hacia el ser humano al que puedan perjudicar con sus falacias. Unos periodistas vagos y perezosos que prefieren jugar a las cartas antes que hallar la verdad. Todos ellos hombres y todos vencidos por Hildy. Como contraste entre la sala de periodistas de los juzgados donde, a excepción de ella, son hombres, aparece la redacción del Morning Post, el periódico de Walter, donde a partes iguales vemos trabajar a personas de ambos sexos. Esta es la segunda versión cinematográfica, de las diversas que existen, basada en la obra de teatro Primera Plana cuya buena acogida llevó a Lewis Milestone al cine en 1931 por primera vez. Pero ahora, en la versión de Hawks, hay un cambio importante, Hildy pasa a ser un personaje femenino, para así convertirla en una extraordinaria comedia de sexos que pudiera reflejar más fidedignamente la evolución que en la sociedad estaba aconteciendo.
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