En el año 1998 Roberto Benigni dirige e interpreta junto a Nicoletta Braschi, su esposa en el film y en la vida real, La vida es bella, una obra que, como dice Giosuè, el narrador: “es una historia sencilla, pero no es fácil contarla, como en una fábula hay dolor y como en una fábula está llena de maravillas y felicidad”. Y así es el tono de esta magnífica obra que deja un sabor agridulce al espectador, una visión feliz, graciosa y diferente de cómo era la vida de un judío en Italia y posteriormente en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Una cinta llena de magia que obtuvo siete nominaciones a los Oscar, ganando finalmente tres: mejor película de habla no inglesa, mejor actor y mejor banda sonora. En una pequeña localidad de la Toscana, en Arezzo en 1939, Guido, un joven judío, conoce y se enamora de Dora, la profesora del lugar. Hará todo lo posible por casarse con ella, lo cual logrará.

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Imagen de La vida es bella © 1997 Cecchi Gori Group Tiger Cinematografica, Melampo Cinematografica. Distribuido en España por Lauren Film. Todos los derechos reservados.

Ambos tienen un niño, Giosuè. Padre e hijo serán apresados y llevados a un campo de concentración. Dora, incapaz de separarse  y abandonarlos, pone en peligro su vida haciendo que la detengan y así ir con ellos, aunque estén en barracones diferentes, decide seguir su misma suerte. Guido hará todo lo necesario para reunir a su familia y mantenerla a salvo. Para que el pequeño Giosuè no sepa lo que realmente sucede, le presenta el campo nazi como un concurso al que le lleva como regalo de  cumpleaños, si gana obtendrá de premio un tanque de verdad. Uno de los aspectos que resultan más interesantes en la película es su paralelismo con los cuentos de hadas y la novela caballeresca, un enfoque bastante original cuando hablamos de una narración ambientada en el Holocausto Nazi. También es peculiar el personaje de Guido, el caballero o príncipe de esta historia. Un héroe que, como en los cuentos, realizará las mayores hazañas y proezas inimaginables, pese a no ser físicamente como el príncipe de los cuentos, ya que ni es un alto y fuerte caballero ni tampoco resulta apuesto. Sin embargo, es un campeón capaz de lograr el amor de la dama y de ganar todas las grandes aventuras en las que se embarca, gracias a su carácter heroico.

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Imagen de La vida es bella © 1997 Cecchi Gori Group Tiger Cinematografica, Melampo Cinematografica. Distribuido en España por Lauren Film. Todos los derechos reservados.

Las referencias a este tipo de literatura son muy claras. Desde el inicio, la forma en que los personajes se conocen es el habitual salvamento de la dama presa en un torreón, llevado a cabo por un caballero que aparece en el momento crítico a lomos de su caballo. Dora cae de un torreón, en el que se encuentra recogiendo miel, sobre Guido, quien casualmente para el golpe al salir despedido de su coche averiado. Un salvamento a la usanza de las novelas de caballería  pero adaptado al siglo XX y al tono cómico de la obra. Un paralelismo que se ve reforzado por el recurrente saludo que Guido le brinda a su amada, Dora: “Buenos días, princesa”.  Y eso es para él, una princesa su amada a la que debe cortejar y otorgar su ayuda cuando sea necesario. Guido es un héroe benefactor mostrado como un príncipe azul que realizará las más grandes proezas por servir y proteger a su dama, aunque deba poner en peligro su vida. Unos actos heroicos tan grandes que ensombrecerán a su antagonista, el novio de Dora, un personaje físicamente más viril que él. En el segundo salvamento caballeresco realizado liberta a la amada, la cual le pide auxilio, de las garras del “ogro”, su prometido. El acto lo lleva a cabo a lomos de su caballo, Robin Hood, llamado como otro personaje arquetípico salvador de gente oprimida, con esto se enaltece ante el espectador el acto heroico, subrayando la premura y necesidad del rescate, pues Dora se halla ante un matrimonio no deseado con un hombre de ideas fascistas que nada tiene que ver con ella. El caballo es un elemento sin el cual un caballero o príncipe azul no es comprendido, poseyendo en algunas ocasiones, como en este caso, nombre propio según la importancia de caballo y caballero. Este animal es quien acompaña al héroe en la consecución de su cometido, y sin el cual no lo lograría. Además, representa la pasión y la fidelidad, dos características que nunca faltarán entre Dora y Guido. En el audiovisual, también es un símbolo habitual de la libertad. Es a lomos de Robin Hood cuando ambos se unen y se liberan, uno de su trabajo y la otra de un matrimonio que sólo su madre desea.

El último acto heroico que deberá realizar Guido por servir y proteger a su familia, Dora y Giosuè, exigirá su propio sacrificio. Logra que hijo y amada sobrevivan al campo de exterminio y vuelvan a estar juntos, sin embargo, deberá pagar con su propia vida. Aunque es consciente de ello el héroe no flaquea, en ningún momento abandona ese mundo maravilloso por él inventado y embellecido para su hijo y esposa. Cuando está disfrazado de mujer y lo apresan sabe que va a morir y que Giosuè lo observa escondido, en ese instante, pese a todo, mantiene el tono cómico, su actitud bufonesca, para protegerlo. Así es como este héroe salva a la princesa y al niño del torreón, matando al gigante y muriendo en la batalla, todo por seguir su premisa heroica de protección, todo porque su hijo pueda vivir: “ese es el sacrificio que hizo mi padre. Aquel fue el regalo que tenía para mi.”

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