Una de las formas más tradicionales y antiguas de enseñanza son los cuentos populares. Pequeñas historias que albergan grandes advertencias en sus moralejas para  así, desde la infancia, conocer los grandes peligros y problemáticas que nos aguarda la vida. Breves retazos llenos de sabiduría para que los niños no se alejen de casa, comprendan que las mentiras tienen un precio, que el excesivo narcisismo no los llevará lejos o que las niñas no confíen en los hombres desconocidos. Narraciones que habitualmente toman forma audiovisual gracias al celuloide, pero que, básicamente, aunque modernizadas, aún guardan la esencia de esas importantes moralejas. Así ocurre con Caperucita Roja, una de las narraciones más tradicionales y universales, pues su historia es conocida desde el siglo XI y en diversas culturas, no sólo occidentales. El cuento narra los peligros que corren las niñas inocentes que se adentran en el peligroso bosque engañadas por el lobo, animal que encarna aquí la voracidad masculina.

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Imagen de “Caperucita Roja (¿A quién tienes miedo?)”, película distribuida en España por Warner Bros. Pictures International España © 2011 Warner Bros. Pictures y Appian Way. Todos los derechos reservados

Así aparece este lobo como símil del hombre, ese lado salvaje que tan bien ha representado la mitológica imagen del licántropo, muy de moda en la actualidad cinematográfica del mito, revisado y transformado en numerosas ocasiones. Una de ellas es la película Caperucita Roja ¿A quién tienes miedo? (Catherine Hardwicke, 2011), donde se sucede una doble vertiente del hombre lobo, por un lado el maligno y malvado destructor y por otro el protector y benefactor de la heroína, Caperucita Roja.

Pese a ser una moderna revisión del cuento adaptado a unas modas muy en la línea de la Saga de Crepúsculo, tanto en su imaginería como en su fotografía, obvio si tenemos en cuenta que Catherine Hardwicke también dirigió Crepúsculo en 2008, conserva gran cantidad de la antigua documentación de la narración. En esta película se mezclan elementos de la tradición oral medieval (como que el lobo trate de hacer que la niña se coma a su abuelita), de Perrault (según los historiadores la capa roja fue idea suya), y de los hermanos Grimm (la figura del leñador salvador y el final feliz fue introducido por ellos). La actual Caperucita, Valerie, ni es tan niña, ni tan inocente, es una joven enamorada de un leñador que, por razones de cierta estabilidad social y monetaria, se ve prometida en matrimonio con el herrero hacia quien siente cariño, pero no el amor apasionado que le provoca el primero, estando en un momento de la película entre ambos hombres. Así el romanticismo se convierte en la trama principal de la historia. Es el argumento habitual de la imposibilidad de la consecución del amor entre dos jóvenes destinados por sus condiciones a un final trágico, aunque con un toque esperanzador, como se muestra en esa última mirada salvaje entre ambos.

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Imagen de “Caperucita Roja (¿A quién tienes miedo?)”, película distribuida en España por Warner Bros. Pictures International España © 2011 Warner Bros. Pictures y Appian Way. Todos los derechos reservados

En el film destacan las imágenes de Valerie con su capa bermeja sobre la nieve impoluta que en esos planos tan abiertos se asemeja a la sangre rompiendo la blancura de la nieve. Una imaginería y simbología más en la línea del folclore artúrico que en la del cuento, en el que la capa es un símil de la entrada a la pubertad, esto en la cinta ha desaparecido pues la Caperucita fílmica es mayor, una joven que dejó tiempo atrás su pubertad. Uno de los símbolos de la nieve es la pureza, que junto con el rojo sangre de su vestimenta vaticina el sangriento desarrollo de la historia. Reforzada esta idea por la época en la que transcurre el argumento, la luna de sangre, presagio siempre de desdichas. Es en este momento cuando tienen lugar los violentos ataques del lobo, algo que no sucedía desde hacía años.

Otro de los cambios es la muerte del lobo, ella es quien le dará el golpe de gracia aunque ayudada por la figura, siempre protectora de Caperucita, del leñador. El bosque es un lugar arquetipo del audiovisual, en él se inicia la historia, el adentrarse en él apartándose del camino, es una puerta al desencadenante de la aventura en la que se inicia el héroe. También en su soledad se ubica la casa de ancianas hechiceras, brujas, en ocasiones malignas, aunque este no sea el caso, pues la abuela es un personaje guía de la heroína, sin embargo su imagen sí mantiene cierto paralelismo con las hechiceras. A medida que se desarrolla la trama y se tornan más agresivos los ataques, más hostilidad presenta el bosque, en un principio primaveral para concluir cubierto por la nieve de un crudo invierno que lo muestra yermo y desapacible.

El antagonista en la historia no resulta ser únicamente el lobo y su ferocidad, sino también el supuesto salvador del pueblo que hace su entrada triunfal en la aldea, un exaltado religioso que asesina y tortura más salvajemente que la fiera a la que pretende dar caza. La enseñanza del cuento se mantiene en esta historia, la desconfianza que se debe tener  no sólo hacia los desconocidos, pues en la pequeña aldea nadie ignora quien es su vecino, sin embargo, la incertidumbre sobre la identidad del licántropo hace que el recelo perdure. Nunca se sabe que se oculta tras las personas, tras su máscara. Abarcando la duda  incluso a sus seres más queridos, siendo una continua intriga en la película el ¿quién es el lobo? Así que ya sabéis jovencitas la lección que debéis aprender:

La niña bonita,
                        la que no lo sea,
                        que a todas alcanza
                        esta moraleja,
                        mucho miedo, mucho,
                        al lobo le tenga,
                        que a veces es joven
                        de buena presencia,
                        de palabras dulces,
                        de grandes promesas,
                        tan pronto olvidadas
                        como fueron hechas.
Charles Perrault.

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