No hay que temer a las sombras.
Sólo indican que en un lugar cercano resplandece una luz.
Ruth Rendell
Queridos amigos de Todo es cine:
Como siempre es un placer volver a acercarme a vosotros, sobre todo hoy, que me parece un día especial y estupendo para recordar a unas personas que hace años, en este mes de agosto, se despidieron de nosotros: Elvis Presley (16 de agosto de 1977) y Groucho Marx (19 de agosto de 1977). Cómo poder explicar las dos estrellas magníficas de las que estamos hablando.
Nuestro querido Elvis nació el 8 de enero de 1935 en Misisipi, y aunque murió en agosto de 1977, muchos de sus fans creen haberle visto por alguna parte del mundo, nunca se creyeron que pudiera haber muerto; es lógico, pues la gente, al igual que si fuera metida en un guante, se mueve y hace su vida, pero el guante no es lo importante, sino la mano que está dentro; cuando se retira de la prenda, sólo queda un trapo, lo que importa es la esencia. Nuestro querido Elvis todavía hoy en día es escuchado y, quien lo hace, encuentra en él una voz armoniosa, varonil y romántica, con canciones como In the Ghetto, Love me tender, It´s now or never o Are you lonesome tonight?, y muchísimas otras muestras de su sorprendente arte.
Otro hombre encantador fue nuestro querido Groucho Marx (Nueva York, 2 de octubre de 1890), con sus inseparables hermanos hizo resplandecer un cine casi mudo, siendo un experto en el humor con una lingüística que, cuan espadachín, encandiló a los espectadores. En esta parte contraparte, de la primera parte, te damos gracias por tus películas con ese bigote pintado, grueso y espeso, y esas cejas negras y tupidas, con el puro sin encender y esos andares a ras del suelo.
No podemos dejar pasar tampoco a una mujer extraordinaria, Carmen Rossi, a la cual nunca hemos mencionado en estas páginas, pero que ha sido en nuestro cine una estupenda secundaria: en ello radicó tu grandeza. Como tal nunca te olvidaremos en tu papel de madre de Benito, tu personaje, una castiza, una madre, una persona humilde, no te importaba quedarte detrás de tu hijo para darle más protagonismo a él. Ahora tú, y solo tú, eres la protagonista. Te deseamos lo mejor. Gracias por haber estado aquí, y la luz que dejaste sigue brillando en tu trabajo, y deleitando a todas las personas que te seguían.
Con todo el cariño, desde la Mecedora.
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