La grandeza y el amor, como los perfumes,
apenas los sienten los que los llevan
Cristina de Suecia
Queridos amigos de Todo Es Cine:
Un placer estar con todos vosotros. Esta vez doblemente, pues vamos a festejar de la manera que solemos hacer, una fiesta que se celebra en el mes de mayo, el Día de la Madre, y va dedicada a todas las madres del mundo. Felicidades.
Imágenes de Marcelino pan y vino (1955), producida por Chamartín Producciones y Distribuciones y Falco Film. Distribuida por José Esteban Alenda Distribución (1980), Filmayer y Vídeo Mercury Films (1989) © . Todos los derechos reservados |
La película que he escogido para tal evento os parecerá distinta, sobre todo porque es muy antigua y porque apenas salen mujeres, sólo de soslayo, y en ella un niño y doce hombres son los protagonistas: Marcelino pan y vino (1954, Ladislao Vajda).
La película es narrada por nuestro querido y universal intérprete Fernando Rey, quien le cuenta a una niña enferma la historia de cómo unos frailes franciscanos que se van a un pueblo tras la guerra de España contra Francia, construyen en una casona su convento. A las puertas les dejarán un bebé casi recién nacido, a quien ellos cuidarán e intentarán buscar una familia con la que pueda crecer. Pero aunque cada uno de ellos busca desesperadamente, ninguna familia les parecerá apropiada para su niño. Hasta llegan a hacerse enemigos del único que quiere quedarse con él, el herrero, al que no entregan al niño porque, viendo cómo trata a sus propios hijos, no quieren el mismo futuro para Marcelino, que así le bautizan con un nombre que marcaría toda su vida. Crece el niño (Pablito Calvo) y todos se vuelven un poco sus padres adoptivos: Fray Puerta (Antonio Vico), Fray Papilla (Juan Calvo), Fray Giles (Juanjo Menéndez), Fray Malo (Mariano Azaña), Fray Talán (Joaquín Roa), el Padre Superior (Rafael Rivelles)… Todos tienen al niño mimado pero él necesita, ya con cinco años, tener un amigo. Después de ver un carromato con un bebé, Marcelino conoce a la madre del niño (Isabel de Pomés), él que no conocía esa figura queda encantado con ella, y no para de preguntarle. Incluso cuando la señora llama a su otro pequeño, Manuel, él se queda con ese nombre y le convierte en su amigo imaginario. Cuando hace alguna trastada, Manuel y él son cómplices, los dos. Todo parece ir bien, pero Marcelino necesita gente. El herrero ha subido en el escalafón de la vida y ahora es el alcalde, y todavía se la tiene sentenciada a los frailes que no le dieron al niño, intentando por todos los medios echarles de la casona.
Imágenes de Marcelino pan y vino (1955), producida por Chamartín Producciones y Distribuciones y Falco Film. Distribuida por José Esteban Alenda Distribución (1980), Filmayer y Vídeo Mercury Films (1989) © . Todos los derechos reservados. |
Todos se enfadan con Marcelino por sus pillerías, y él basta que le hayan dicho que no suba por las escaleras al segundo piso, porque hay un hombre arriba, para que Marcelino intente un poco más y más subirlas, cada día mide sus pasos hasta dónde puede llegar, para cumplir su propósito. Y allí se hace un amigo.
No os cuento más pues el final es muy especial. Es una película que, aunque sea muy antigua, llevó a nuestro cine por todo el mundo, se empezó a valorar y a hablar de él incluso en Japón, algo irrisorio hoy en día pero muy importante en aquellos años. Además se llevó el Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín y una Mención Especial a Pablito Calvo en el Festival de Cannes. Los planos de la cinta y la forma de tratar las imágenes eran muy adelantados para la época, sobre todo porque nada era como ahora gracias a las tecnologías.
Pero os preguntaréis por qué tratar Marcelino pan y vino para hablar de las madres, pues bien, sin intentar descubriros el final, os diré que desde que Marcelino vio una madre, su obsesión y preguntas iban sólo referidas a ellas; preguntaba a todos los frailes si ellos habían tenido madre, y hasta el padre superior le decía que incluso él tuvo una madre. Y Marcelino quería a la suya.
Cuando conoció al hombre que estaba en el piso de arriba le preguntó si él tenía madre y éste le dijo que sí; le preguntó si él conocía a su madre y le respondió que estaban juntas la de él y la suya; le preguntó si su madre era guapa y él, amablemente, le contestó que todas las madres lo son.
Por eso y por mucho más la película, aunque os hará echar unas lágrimas, merece la pena de ser vista. A los amantes del cine os gustará pues rescatamos una obra de arte. Y a todos lo que reza la máxima: la grandeza y el amor, como los buenos perfumes, apenas los sienten los que lo llevan.
Con todo el cariño, feliz día desde la Mecedora.
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