Me parece que te estoy viendo, (perdone la licencia pero, para mí, y diría más, para nosotros, es de la familia, “la gran familia” que tan popular le hizo, y por eso ahora me atrevo a tutearle, con su permiso). Yo soy una de esas niñas que pueden aparecer en la estupenda película de La gran familia (1962, Fernando Palacios), donde encarnaba a “el padrino”, no como el de Francis Ford Coppola (The Godfather, 1972), sino el padrino que todos soñábamos tener. De alguna manera, te hemos adoptado.
Imagen de La gran familia (1962), Pedro Masó Producciones Cinematográficas. Todos los derechos reservados.
Has estado por lo tanto en toda mi vida, viéndote, haciéndome reír a golpe de cha-cha-cha, y aun llorando, pues lo bueno de ti es precisamente que eres tú. Con tu sonrisa, tu bigote y tus gafas, te convertiste en el Groucho Marx del cine español, aunque mucho más cercano y afín a nosotros.
Ahora te has ido, no esperaste ni a tu Navidad de “Chencho”, aunque escogiste una fecha igualmente especial, el dos de noviembre, día de los difuntos. Te fuiste en silencio, pero nos has dejado un sitio muy grande en nuestra memoria.
Como te he dicho, estuviste en tantas generaciones de españoles que tú, desde la gran pantalla, nos has ido enseñando las Españas que hemos vivido: unas reprimidas (Mi querida señorita, 1972, Jaime de Arimiñán), otras del destape (Novios 68, 1967, Pedro Lazaga), otras surrealistas (La cabina, 1972, Antonio Mercero), o quizá las de Saura (como Peppermint Frappé, 1967, o La prima Angélica,1973), del “buen cinema”; aunque tú, como el cine, siempre serás bueno, pues dejáis ese halo de historia que, guste o no guste, está ahí.
No he podido dejar que pasara más tiempo sin decirte, querido padrino, que siempre estarás en mi corazón, y que la “gran familia” del cine español te quiere. No ha sido en vano todo lo que hiciste, pues todo ello te hace inmortal.
FELIZ NAVIDAD, y gracias por haber estado aquí.
Deja un comentario