Una buena educación no es lo que prepara al hombre
para triunfar en el mundo, sino más bien
lo que le hace capaz de resistir fracasos.
Bernard Iddings Bell
Queridos amigos de Todos al cine:
Me resulta muy agradable volver a ponerme en contacto con todos vosotros; como ya estaréis notando, la web y la revista están preparando grandes y suculentos platos para esta temporada que se avecina, uno de esos apartados es la celebración de Halloween, así que os voy a hablar de una película antigua, de las de blanco y negro que a mí tanto me gustan, como a muchos de los amantes del buen cine, vosotros.
Hoy os hablaré de Un ángel pasó por Brooklyn (1957, Ladislao Vajda). Se trata de una película que nos intenta enseñar una época del año, Halloween, ya que aquí en España la tradición es totalmente distinta. La historia está ambientada en Brooklyn y allí, en un barrio de gente muy humilde, hay un hombre (Peter Ustinov) “el abogado” -que es una persona en efecto como Scrudge en Navidad-, que intenta amargar la vida de personas trabajadoras y honradas, pero faltas de recursos.
Su tiranía y su falta de escrúpulos le llevan a convertirse en un perro (sí, la magia en el cine vuelve a funcionar), y vemos cómo mientras él no está, poco a poco su secretario ayuda, da pequeños empujones para que la gente pueda pagar las deudas y pueda sobrevivir.
Está un niño maravilloso, Pablito Calvo, y es bueno volver a sacar del “baúl de los recuerdos” a gente tan interesante, ya os hablaré otro día de este niño en Marcelino pan y vino, cómo hizo llorar y llevar nuestro cine a todas las partes del mundo, y al que debemos mucho. Pablito interpreta a un niño (se supone de un barrio italiano), al que le pegan los chicos mayores, pues no le admiten. Con él vive Julia, una chica huérfana recogida por la madre del niño, y su abuelo. El secretario está muy enamorado de ella, pero Julia está con un chico que se hace pasar por su novio, para quitarle el dinero que le ha quedado de herencia. Todo esto lleva al perro, el abogado, a ver con otros ojos a las personas que en un momento dado le parecieron horribles, y aptos para poder hacerles daño.
Una tarde se juntan todos, como si de una corrala madrileña se tratara, a festejar con pizza Halloween, las calabazas están colgando de las vigas, y los ojos del perro prendados de sus nuevos amigos.
El niño aprendió a tener confianza al lado de un buen cuidador. La chica acaba con quien debía, gracias al cariño de este señor perro.
Qué bonito es ver el mundo a veces por otros ojos, los ojos maravillosos de nuestros amigos de cuatro patas. A ellos les debemos tantas cosas. En la película todo vuelve a ser bueno, pero en la realidad cuántos amigos caninos son los ojos de los invidentes, pudiendo ayudarles, acompañarles y hacerles libres, no dependientes. Y los que trabajan con bomberos en el rescate de personas cuando hay una catástrofe, como un terremoto. Los que exponen su vida para estar con los artificieros, y un largo etcétera. Pero aunque sea un chiquitín al que un enfermo con Alzheimer puede acariciar, el perro puede sentir por esas manos el cariño, el calor, y le devuelve todo el amor que esa persona requiere; o el grandote que parece que él saca de paseo a su amigo, en vez de al revés. Todos darían su vida sin pensarlo por su “dueños”.
Hoy, desde aquí, les mandamos un cariñoso saludo a todos, y espero que la película, en vez de miedo (que no lo es), nos dé mucha alegría. En nuestras manos está el enseñarles y educarles para que todo sea felicidad.
Con todo el cariño, desde la Mecedora.
Deja un comentario