La conducta es un espejo en el que cada uno muestra su imagen
Johann W. Goethe

Queridos amigos de Todo es cine:

Un placer volver a ponerme a escribiros. Hoy me gustaría comentaros una película que, creo, es del agrado de vosotros, Amélie (2001, Jean-Pierre Jeunet). Con vuestro permiso, vamos a narrar su trama como si de un cuento se tratase.

Imagen de Amélie, 2001  Claudie Ossard Productions, Union Générale Cinématographique (UGC), Victoires Productions. Distribuida en España por Vértigo Films. Todos los derechos reservados

La historia comienza en un pueblecito francés, allí nació una preciosa niñita llamada Amélie. Su padre médico, cada vez que intentaba auscultar a su preciosa hija, no se daba cuenta de que el corazón de la niña se escapaba sólo por el mero hecho de ser abrazada, con el mero contacto del estereoscopio; así le daban palpitaciones, creyéndose el padre que su hija estaba enferma del corazón. Por ello no dejaba a la niña jugar, ni tener ningún tipo de vida como la de los otros niños.

Pero Amélie no se daba por vencida y, cuando creció, se fue a París. Allí, desde un precioso apartamento chiquito pero dulce, intentaba mirar por la ventana y ver las vidas que por cada luz se vislumbraban. Uno de sus vecinos era un “hombre de cristal”, una persona con los huesos tan frágiles que se le rompían, pero pintaba maravillosamente. Ella hacía que las cosas perecieran un milagro, y hasta hizo que un gnomo diera la vuelta al mundo y le mandara a su padre fotos con su carita.

Todo pasaba, pues Amélie se centraban en hacer feliz a la gente que le rodeaba. No podía ser de otra manera, servía de cupido para una pareja a la que veía a diario, entre su compañera de trabajo y un cliente. Con ella trabajaba en la misma cafetería y siempre estaba enferma, y al hombre le gustaban todas las mujeres. Al final terminan protagonizando una bonita historia de amor. Hasta la suya, con trozos de fotos de un fotomatón, y una preciosa búsqueda de un tesoro, yendo de sitio en sitio, encontrando pistas que le iban dejando. Ella no podía más que encontrar un chico como ella, soñador y aventurero. Nuestra niñita se curó del corazón y pudo ser abrazada. Y colorín colorado, Amélie ya es feliz.

Espero que os guste la película, es como mínimo diferente, y las propuestas en torno a cómic y cuento es un canto a París, a la candidez y a la originalidad.

Ojalá que no confundamos más una patología con un gran deseo de amar.

Que el curso llegue lleno de buenos deseos para todos, y que el cariño y las ganas de abrazar a los que tenemos al lado hagan que esos sueños se conviertan en realidad, y no sean sólo sueños.

Con todo el cariño, desde la Mecedora.

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