bodaDirección: Paul Weiland.
País:
USA.
Año: 2008.
Duración: 101 min.
Género: Comedia romántica.
Interpretación: Patrick Dempsey (Tom Bailey), Michelle Monaghan (Hannah), Kevin McKidd (Colin), Kathleen Quinlan (Joan), Sydney Pollack (Sr. Thomas).
Guión: Adam Sztykiel, Deborah Kaplan y Harry Elfont; basado en un argumento de Adam Sztykiel.
Producción: Neal H. Moritz.
Música: Rupert Gregson-Williams.
Fotografía:
Tony Pierce-Roberts.
Montaje: Richard Marks.
Diseño de producción: Kalina Ivanov.
Vestuario: Penny Rose.
Estreno en USA: 2 Mayo 2008.
Estreno en España: 30 Mayo 2008.

Que Patrick Dempsey es el galán de moda no es una novedad, ni tampoco un misterio. El doctor Shepard hace tiempo que conquistó mucho más que las salas de espera del ya mítico Seattle Grace Hospital, convirtiéndose en el caballero por excelencia, reclamado por campañas publicitarias, festivales de cine y películas para una era de guiones escuetos. Y es que Dempsey sabe cómo sacar partido a su físico y a los papeles que interpreta. En La boda de mi novia, Dempsey redunda en ese arquetipo incómodo que es el de don Juan pretendido y buscado, en una ciudad sin ley, que llena su vida de reglas que consigan, a marchas forzadas, alejar de su espacio vital todo atisbo de compromiso y afectividad. Tom –Dempsey-, es un atractivo millonario que seduce a granel a toda neoyorkina que se cruce por su camino. A todas salvo a  su mejor amiga, Hanna -Michelle Monaghan-, una joven historiadora de arte a quien conoció por error y de quien está, sin conocimiento mediante, perdidamente enamorado. Con un sinfín de mujeres a las que conquistar y una sola amiga con la que hablar, la vida de este hombre se perfila ideal, hasta que la fortuna hace que Hanna se comprometa con un aristócrata escocés. Ante el temor de perderla, Tom tendrá que desplegar todos los resortes de los que dispone –tanto éticos como inmorales-, para conseguir arruinarle la boda a su mejor amiga, tarea ardua habida cuenta de que es reclamado, ni más ni menos, como dama de honor. Con guión de  Deborah Kaplan y Adam Sztykiel, Made of Honor pertenece a un nuevo tipo de comedia romántica en la que unas mujeres a todas luces serias y satisfechas con sus vidas, sucumben innecesaria y aun forzosamente a los encantos de un enlace matrimonial. Listas de boda, damas de honor y una plétora de vacuidades románticas que rozan el infantilismo, hacen pensar en un notable retroceso en la mentalidad global sobre la idea del matrimonio y la realidad. Si hace años todos nos identificábamos con Julianne Potter –léase Julia Roberts- en La boda de mi mejor amigo (1997,  PJ Hogan), cuando mantenía distancias con una sobreexcitada Cameron Díaz, parece ser que hoy en día la tónica es justamente la contraria, mostrando la concentración en el enlace matrimonial como tarea programada en todo disco duro femenino. Extraña tendencia, es cierto, ésa de intentar a cualquier precio elaborar una comedia con toques fabulosos –de fábula, se entiende-, en los que los príncipes han de presentarse como rescatadores de las damiselas en apuros. A pesar de sus intentos por mostrar un mundo femenino alejado cada vez más de un arquetípico pragmatismo masculino, la película funciona, es entretenida y su ritmo atrayente. Es cierto que no deja lugar para el aburrimiento y que Dempsey consigue otorgarle un toque de elegancia y distinción. Además, es la mejor oportunidad para  despedirse de Sydney Pollack, en la que fue su postrera actuación cinematográfica. En definitiva, una más que aceptable propuesta para pasar una distraída sesión cinematográfica que, seguro, divertirá tanto a hombres como a mujeres. Qué más se puede pedir.

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