Desde su origen, el cine ha encontrado una gran fuente de inspiración en las obras literarias, de las cuales ha bebido para reversionar y realizar sus propias creaciones. Los libros han sido, son y seguirán siendo una inagotable cantera para la creación de historias del séptimo arte que, con mayor o menor acierto, llevarán a la gran pantalla. Narraciones y aventuras heroicas llenas de personajes que, desde el inicio de los tiempos, los primigenios como relatos orales, han pasado por diversas generaciones cautivándonos a todos.
Sin remontarnos a antiguas historias o cuentos tradicionales, en una actualidad más o menos cercana, hallamos libros y escritores tan especiales que directores como el gran Alfred Hitchcock encontraron la inspiración necesaria para basar algunas de sus películas como Posada Jamaica, Rebeca o su famosa Los pájaros, todas ellas obras de Daphne du Maurier, la prolífica escritora, como él, inglesa.
Los pájaros narra la historia de Melanie, una joven rica y mimada. Durante la compra en una pajarería de dos periquitos conoce a Mitch, y la relación se inicia en clave de comedia de enredo; lo persigue hasta el hogar de su madre y hermana en la apacible y pequeña localidad de Bodega Bay. La comedia romántica repentinamente se rompe en el apartado pueblecito costero tras el ataque de un pájaro, dando paso al suspense y terror. El estado de ansiedad se mantiene hasta el final de la película, intensificado por la ausencia de música que dirija los sentimientos del espectador y que le anticipe la acción. Sin embargo, la única banda sonora serán los ruidos de fondo propios de la acción que acontece en cada momento.
Una ansiedad que se convierte en terror por el hecho de que tan apacibles y frágiles criaturas, símbolo de la libertad, sean capaces de dar caza al ser humano desbancándolo del trono de depredador que ostenta.
Otra inquietud añadida es que esta “venganza” de la naturaleza no tiene un motivo, como sí lo poseen otras obras del género, no hay un detonante, todas las premisas que se exponen terminan siendo refutadas; ocurre “porque sí”, con lo cual no existe una fórmula para contenerlo o pararlo.
Bajo el texto está el subtexto, la intensa fórmula de la problemática y compleja sexualidad sobre la que se apoya y desarrolla el argumento. Cómo Mitch, el único personaje masculino importante se relaciona con los diferentes prototipos femeninos y cómo Melanie evoluciona en el desarrollo de su aventura heroica, que no solamente será física, su viaje también es psicológico, ciencia muy del interés del director, tal como lo demostró en innumerables ocasiones.
De este modo la fórmula magistral de Hitch está servida y dispuesta para su consumo.
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