Voy empezar el análisis de esta película con total sinceridad: Para mí, es una película difícil de digerir… Si estuviera forzado a reducir los epítetos a uno solo, este sería posiblemente «mala». Pero no, High Life no es una película mala ni mucho menos. Ciertamente no es una cinta para un sábado por la tarde, salvo que el cinéfilo tenga conocimientos de astronáutica, cosmología y relatividad general. Afortunadamente, podría decirse que este es justamente mi caso y quizás por ello valoro High Life por encima de lo que este largometraje pueda merecer. Sin embargo, no es esta la única causa. Esta película es una joya (sin pulir, pero una joya) por varios motivos. Vamos a pormenorizarlos, comenzando por el resumen básico del argumento.
Ilustración de High Life de Dadu Shin para The New Yorker.
High Life cuenta la historia de un grupo de convictos a bordo de una prisión espacial, que viaja en una suerte de misión suicida mixta para explorar agujeros negros y para destilar aquella combinación de genes que se traduzca en progenie capaz de soportar la radiación del espacio profundo en general, y la de los objetos astronómicos en particular. Así como suena. High Life combina física relativista hiperrealista, discos de acreción, bebés lactantes, agujeros negros súper masivos, análisis de óvulos, extracciones de semen, astronáutica, vibradores, huertos espaciales, soledad, gravitación y hasta orgasmatrones (la misma y codiciada máquina que aparecía en la genial película de Woody Allen, El Dormilón). Por lo tanto, no es una película para un sábado por la tarde, ni para pasar el rato en familia; de hecho, no ha sido doblada a nuestro idioma y solo contamos con la V.O.S.E.
Veamos las cosas buenas (muy buenas) de High Life.
Para empezar, está protagonizada por el futuro Bruce Wayne/Batman: Robert Pattinson. Parece ser que el nuevo Batman tendrá un perfil más detectivesco, tal y como se muestra en los cómics. Nuevamente, Hollywood ha buscado a un actor que venía haciendo películas independientes para el papel de Caballero Oscuro. Recordemos que Christian Bale justo acababa de rodar la coproducción española El Maquinista antes de convertirse en el Vigilante de la Noche. Ahora que Pattinson vuelve a estar en el candelero de las estrellas DC/Marvel, quizás High Life se doble finalmente al castellano.
Segundo. Volvemos a poder disfrutar de la pareja Juliette Binoche–Robert Pattinson. Quines hayan visionado Cosmopolis del camaleónico Cronenberg, habrán podido comprobar que este dúo celulóidico es pura magia y sensualidad. En sendos filmes comparten varios momentos eróticos aunque, quizás, innecesariamente explícitos.
Tercero. Quines sean fans de Outkast podrán congratularse de la presencia de André Benjamin o André 3000. André siempre ha tenido una vis cómica sin parangón desde el videoclip de Hey Ya (por otro lado, esta canción es de las más animadas y divertidas de la historia universal de la música). Este potencial siguió manifestándose en películas como Be Cool (secuela de la gran Get Shorty) o Semi-Pro. En High Life, Benjamin tiene un papel más taciturno y depresivo, en sintonía con el ambiente claustrofóbico general y el resto de personajes de la película.
Cuarto. La nave produce gravedad artificial de una manera nunca vista antes en el cine: mediante el efecto de aceleración constante, lo que en física se conoce como Principio de Equivalencia, que fue enunciado por Albert Einstein como parte de su Teoría de la Relatividad General. Básicamente, en este principio se enuncia que es imposible distinguir gravitación de aceleración. Y así es en la película: los cosmo-reo-nautas están literalmente aplastados contra el suelo gracias al empuje constante de la nave en la que viajan. Este aplastamiento no es gore o tortuoso: es la misma sensación que tenemos nosotros por vivir en nuestro planeta y quizás experimentamos de manera un poco más patente cuando subimos en un ascensor. Esta solución de compromiso es una idea sencillamente genial y que, además, abarata la producción, ya que no requiere de plataformas centrifugadoras (en las que emplazar a los actores mientras estos cuelgan de finos cables), ya estén estas construidas de verdad en un set (2001: Una Odisea Espacial) o generadas por CGI (El Marciano). Otro efecto nuevo que nunca se había visto en el cine es que cuando los objetos (o personas) salen de la nave, caen (literalmente) al vacío del espacio. Esto se puede ver al principio de la historia, cuando el personaje de Pattinson está haciendo una reparación y se le cae un destornillador. Hasta ahora, los astronautas de las películas podían perseguir los instrumentos o piezas que se les escapaban, porque estos flotaban amablemente a su alrededor. A este paso, en un año y vista desde fuera, la nave de la película debería alcanzar la velocidad de la luz. ¿Lo hace realmente? Sí, pero deberíamos tener en cuenta otras consideraciones físicas y abrir el melón de la relatividad.
Quinto. Como ya aconteció en Interstellar, se vuelve a tener imágenes hiperrealistas y bellísimas (aunque estén generadas por ordenador) de agujeros negros. Hace pocas semanas tuvimos la gran suerte de poder ver por primera vez la fotografía de uno de estos corazones de las tinieblas (DEP Dr. Doyle).
Sexto. Por primera vez vemos qué pasa cuando un ser humano se adentra en un agujero negro, y las cosas salen mal. En la vecindad de un Gargantua de todo a cien, las fuerzas de marea (la diferencia de gravedad experimentada entre dos partes de un objeto o persona) son tan intensas que cualquiera que ose acercarse acabará deformado, rasgado y finalmente, espaguetizado. Este efecto aparece en High Life, y es la primera vez que podemos verlo representado en el cine. En Interstellar, Cooper sobrevive a la inmersión en el horizonte de sucesos porque el agujero negro es inmenso (en tamaño y en masa) y la fuerza de la gravedad, si bien descomunal, es más uniforme que en un agujero pequeño.
Para terminar. High Life merece la pena. No es en absoluto una mala película. Incorpora novedades al cine de ciencia-ficción y todas ellas están ejecutadas con un presupuesto comedido digno de alabanza. Quizás sea un poco difícil conciliar la sensación continua de soledad y remordimiento de los protagonistas con escenas macabras, suicidios y sexo explícito, todo ello aderezado con astronáutica básica, cadenas perpetuas espaciales y cosmología for dummies. A pesar de ello, High Life está a la altura.
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