Se abre la pantalla, unos grandes labios rojos flotando sobre un fondo negro cantan, a modo de introducción de la película, un pegadizo tema. Los sangrientos títulos de crédito terminan por acompañar a esa gran boca roja que continúa con el conocido estribillo: “At the late night, double feature, picture show”. Todos los frikis, aquellos a los que dedicamos este mes, que levanten la mano, ellos saben de lo que estoy hablando, The Rocky Horror Picture Show. Un peculiar musical que en 1975 dirigió Jim Sheridan y que protagonizó un travestido y magnífico Tim Curry, como rey vamp del glam, y una jovencita Susan Sarandon. Después de acudir a una boda Janet y Brad  se prometen. Tras la celebración,  acuden a informar de la buena noticia al mentor de él, el Doctor Everett Von Scout, pero al quedarse sin gasolina perdidos en un camino bajo la lluvia, deciden buscar ayuda  topándose con una mansión en la que, bajo su propio riesgo, se adentran. Sus moradores atienden a las órdenes de Frank N. Furter “el travesti más sexy de la Transilvania Transexual”. El incitador y lascivo Doctor iniciará a ambos en el sexo y el placer. Siendo además el creador de Rocky, la criatura sin ombligo, de torso perfecto, un Adonis creado para satisfacer su apetito sexual.

Imagen de The Rocky Horror Picture Show © 1975 Twentieth Century Fox Film Corporation y Michael White Productions. Distribuida en España por 20th Century Fox Home Entertainment España S.A. (2001). Todos los derechos reservados.

Imagen de The Rocky Horror Picture Show © 1975 Twentieth Century Fox Film Corporation y Michael White Productions. Distribuida en España por 20th Century Fox Home Entertainment España S.A. (2001). Todos los derechos reservados.

En el argumento se entremezclan, a estilo de cabaret, el terror y los extraterrestres  a ritmo de una banda sonora que fue coreada por todos aquellos que acudieron al cine a verla y que en sus reposiciones continúa haciéndose. Pese a ser vapuleada por toda crítica especializada, la divertida interacción que el público tuvo con ella, llegando incluso a disfrazarse de sus personajes favoritos para ir a verla a los cines, convirtió su visionado en todo un acontecimiento. Los espectadores coreaban sus canciones, contestaban en los diálogos, se levantaban de sus butacas para bailar sus temas. Así la cinta del 75,  basada en una obra de teatro, terminó por convertirse en un clásico, en una de las grandes películas de culto por excelencia.

El filme cuenta en su metraje con innumerables referencias, por supuesto a antiguas películas de terror, pero también a otras más clásicas como La noche del cazador de Charles Laughton, 1955. Asimismo es evidente, como todo en esta obra carente de sutilezas ya que es muy explícita y directa, sus referencias a la pintura de Grant Wood, a su obra American Gothic, y a la estética de algunos vídeos de  Freddie Mercury, con su teatralidad e irreverencia. A pesar de sus influencias, es en sí y por sí mismo un icono.  Una década de personajes transgresores que revolucionarían las normas sociales como Alex y sus drugos en La naranja mecánica (Dir. Stanley Kubrick, 1971) o Paul y Jeanne y su relación sexual en El último tango en París (Dir. Bernado Bertolucci, 1972) o en música Ziggy Stardust, alter ego de Bowie, por nombrar algunos de los muchos que retaron las normas y convencionalismos.

Imagen de The Rocky Horror Picture Show © 1975 Twentieth Century Fox Film Corporation y Michael White Productions. Distribuida en España por 20th Century Fox Home Entertainment España S.A. (2001). Todos los derechos reservados.

Imagen de The Rocky Horror Picture Show © 1975 Twentieth Century Fox Film Corporation y Michael White Productions. Distribuida en España por 20th Century Fox Home Entertainment España S.A. (2001). Todos los derechos reservados.

Esta peculiar obra de culto parodia multitud de géneros cinematográficos que abarcan desde los clásicos  del terror, hasta las cintas de ciencia ficción de los años 50, pasando por divertidos momentos en los que los protagonistas metidos en la piscina  nos remiten a películas musicales  con números acuáticos, incluyendo un breve momento en el agua donde se observa una toma cenital al estilo de Busby Berkeley y sus números de baile con efecto caleidoscópico.

En resumen, esta película repleta de personajes freaks, monstruosos, desarraigados sociales, incitadores sexuales, con una estética que se salta las normas establecidas y que por todo ello fue criticada e infravalorada en su época, es una pieza digna de ver, de cantar, de divertirse y travestirse como Frank F. Furter. Una auténtica obra de culto inolvidable.

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