Las gentes se olvidarán de lo que dijiste e hiciste,
pero no se olvidarán de lo que les hiciste sentir.

 

ni en suenos en todo es cineQueridos amigos y amigas de Todo es cine:

Como ya hemos venido anunciando, y haciendo caso de mis propios consejos, ahora es tiempo de volver a ver películas y ponerse al día en las cosas que durante el año hemos ido posponiendo.

El otro día vi la película Ni en sueños (2010, Jim Field Smith), en la que se aborda la vida de un chico, Kirk (Jay Baruchel), quien no parece tener mucho gancho con las chicas, bueno, sobre todo con las que él quiere. De repente aparece Molly en escena (Alice Eve), una chica abogada que gana mucho dinero, con coche, apartamento y familia de lujo, vamos, un “diez”. De eso va precisamente la historia, los amigos de Kirk están todo el día valorando a las mujeres mediante números, como si de una clase de aritmética se tratara. No puede creerse ni él, ni los que le rodean, que Kirk haya conseguido a Molly, pues en su emparejamiento numérico, las cifras no “casan”. Este hecho no me gusta por principio, ya que no sólo él es un número, sino que hay otra chica de por medio, su ex novia (Lindsay Sloane) que también va marcada con el sello de la numeración que todos se creen en posesión de poner.

Realmente estamos en una sociedad llena de perjuicios, pero llevarla a la gran pantalla me resulta abominable. Si hay algo que se puede decir, y desde donde se pueda enseñar para que todo el mundo aprenda las normas de esta sociedad, está en los medios de comunicación. Así que mucho cuidado, pues luego de estas harinas, vienen estos panes. Si esperamos gente tan frívola y atenta a algo tan poco trascendente como el dinero, las cifras o el cuerpo, descubrirán que todo es numérico y sumatorio. Parece mentira que cada vez los chicos y las chicas tengan más problemas con los estudios, ya que las matemáticas se les dan de maravilla. Si eso es lo que nos gusta que aprendan, pues a seguir con guiones de muy mal gusto, con manchas que desde Algo pasa con Mary, han puesto demasiadas sonrisas gratuitas.

Por eso, y ya en otro tono, os voy a hablar también de Belinda y Sólo el cielo lo sabe, las dos interpretadas por Jane Wyman. No sé qué número le daríais a ella, pues a mí me parece una magnífica actriz. En la primera de ellas, Belinda, interpreta a una chica sordomuda a la que realizan una tropelía, es violada y se queda en manos de un médico que la enseña a hablar con gestos. Después de juicios y falsas condenas, acaba con el doctor y su pequeño.

En la siguiente película, encontramos a Wyman más madura. Sólo el cielo lo sabe es una historia en la que una mujer enviuda con dos hijos adolescentes. Pero hay un guapo jardinero, Rock Hudson, que se enamora de ella, pero el chico no es de su misma edad, ni de su nivel económico. Movida más por las envidias de sus amigos y amigas que por cualquier otro motivo (además de por el egoísmo de unos hijos que terminarán viviendo sus vidas y abandonándola con un bonito y nuevo televisor), la pareja rompe. Pero el final es un final feliz.

No es que me refiera a que el cine del pasado es mejor, ni mucho menos, pero su glamour y su lenguaje eran superiores, no utilizaban ese lenguaje tan soez y vulgar que a cualquier hora se mete en nuestras casas, cuando gran cantidad de niños y adolescentes lo escuchan como si nada. El argumento de Belinda no tiene nada de agradable, pero entonces, ¿qué puntuación le daríamos a esa chica hoy? En Sólo el cielo lo sabe, encontramos a una señora mayor con un joven, ¿qué puntuación le daríamos a ella? El cine sabe demostrar que las cosas y las personas están fuera de esos números. Belinda se casa con un guapo médico, y la segunda mujer se va con un guapísimo y joven Rock Hudson.

Por favor, intentemos ver la vida con algo más de perspectiva, incluso a personas que aparentemente no nos importan, miremos dentro de ellas. Esta forma de ser, la de una sociedad tan frugal, nos pasará factura. No sólo debemos promover que las jovencitas quieran pasar por quirófanos para ponerse de todo, lo más importante se nos queda en el tintero. Seamos como somos.

Y pensar que películas tan antiguas y tan fuera de sitio hoy en día, sigan dejando una huella, significa que lo más importante sigue siendo cómo te hacen sentir.

Con todo el cariño, desde la Mecedora.

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