Tiene una voz ronca, palpitante, y un verbo de difícil resistencia, entreverado por un acento lucense tan característico como una huella dactilar. Su amabilidad es palmaria, su sentido del humor también. No cesa de bromear con respecto a todo, es difícil sustraerse de su gestualidad y guiños humorísticos y tratar de reconducir la conversación hacia derroteros formales, aunque la generalidad de los aspectos que Luis Tosar toca sean terriblemente serios. Su paciencia tolera una infinidad de fotografías, instantáneas que reflejan a un intérprete modesto, vestido de un negro sepulcral de pies a cabeza, pero accesible y además sincero. Hablamos y es entonces cuando Luis Tosar se revela campechano, alguien cuyos galardones y fama no han rebajado su humildad: “¿se me notan los Goya?”, dice buscándose en los bolsillos, “¿de verdad se me ven?”, añade para demostrar que uno, dos o tres premios Goya, hasta el momento, no pueden disminuir la conciencia de quien se dedica a una labor tan personal e intangible, que en sus manos se convierte en algo artesanal.
Imágenes de la entrevista a Luis Tosar con motivo del estreno en España de Una noche en el viejo México. © 2013 Todos los derechos reservados |
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Lucía Tello Díaz.- No sé si te lo has planteado pero, Robert Duvall es uno de los mejores actores estadounidenses y tú, eres uno de los mejores actores españoles, ¿era kármico que trabajarais juntos?
Luis Tosar.- ¿Cárnico? Absolutamente. Tuvimos un momento en el hotel que fue bastante intenso… -ríe-. Y kármico, pues ojalá. La verdad es que era más probable que entrara en el proyecto por Emilio, porque Emilio y yo nos conocimos dos años antes en una muestra de cine español en Los Ángeles, él iba con Pájaros de papel y yo con También la lluvia, creo. Allí nos conocimos, hicimos buenas migas, tuvimos un feeling especial, nos caímos bien, hubo buena química, buena onda. Y ahí fue donde le echaron a él palangres de proyectos americanos, entre ellos estaba Una noche en el viejo México. Cuando me llamó, me recordó cuando nos habíamos visto, los proyectos de los que hablamos… Ahí sí veo que hay algo kármico. Y el viejo Bobby seguro que está dentro de esa energía. Ojalá sea así. Y ojalá se quede algo.
LTD.- ¿Qué te atrajo de tu personaje en la película, Panamá?
LT.- Panamá es un personaje que ya estaba bastante hecho, me atraía más la película, trabajar con Emilio, el reparto, todo. El guión me encantó, es de esos guiones de escuela americana pura y dura que me fascinan, esa síntesis, esa capacidad para poner lo que tienen que poner, ni más ni menos, no como nosotros que tenemos el vicio de llenar páginas y páginas sin que pase absolutamente nada. Es un defecto que tenemos en la escritura de cine aquí, en un folio lo realmente importante está en dos frases y, sin embargo, hay veinte. Es una cosa muy española, como no paramos de hablar –ríe-, intentamos ponerlo tal cual, y claro, en cine la economía es un valor. Los yankees para eso lo tienen súper claro, lees los guiones y no sobra nada, está todo, es una gozada leer algo así. Por eso con el guion de Una noche en el viejo México me quedé muy prendado, pero no solo del guion, sino del tipo de película que era: una road movie situada en el sur de Estados Unidos, en México, ese algo fronterizo…
LTD.- Y de nuevo un personaje oscuro, intenso
LT.- Me han llegado a decir varias veces que podría interpretar a algún santo, no sé, San Francisco de Asís –ríe-… Y bueno, si son santos, ya tienen algún problema, lo cual es perfecto para un personaje –vuelve a reír-. Pero es que los buenos ¡son tan aburridos! Con los personajes malos me divierto más. Podría no haber hecho Panamá, y seguramente no cambiaría tanto mi vida, pero es que realmente me apetecía estar en la película y hacerlo. Sé que no va a cambiar mi carrera en absoluto, pero hay películas que te apetecen hacerlas. Igual que ésta he hecho unas cuantas más, de hecho, este año he rodado un par de ellas así porque me apetecía, tenían un guion impresionante, la gente me gusta y, si puedes echar una mano en ese sentido y puedes contribuir a que la película vaya a hacer un poco más de ruido porque estés ahí, pues mejor. Pero no es porque descarte hacer de malo, no sé si de santo pero hacer de papa me molaría más, la intriga vaticana…
Imagen de de Una noche en el viejo México © 2013 Globomedia Cine, Telefonica Studios, Flywheel & Shyster, TVE e ICAA. Todos los derechos reservados |
LTD.- ¿Qué tiene Una noche en el viejo México para que Luis Tosar participe en ella?
LT. Entre otras cosas, me hacía ilusión estar con Robert Duvall, especialmente verlo. Y ya que Robert Duvall vea algo tuyo, es la leche. La ventaja de esta película es que, por un lado, no teníamos mucho tiempo para estar juntos, porque hay que estar a lo que estás, que es trabajar; y por otro, poder estar allí para verlo. Y para eso sí tenía tiempo. Todos los días que no rodaba podía ir al set, que estaba al lado, ya que estábamos en un sitio muy pequeñito, e iba allí a disfrutar, a ver cómo trabaja un grande de siempre, uno de esos nombres que te han acompañado toda la vida como de gente infalible, gente especial. Gene Hackman, Robert Duvall…Pueden hacer ochenta películas y, de ellas, cuarenta son probablemente una bazofia. Pero ellos siempre están bien. No sé cómo se lo montan. Y esto lo digo no porque sean americanos, sino porque son buenos.
LTD.- Buena puntualización –asiento con convencimiento-
LT.- El contraste está entre un actor bueno y un actor malo. Yo entre Robert Duvall y Juan Diego no noto mucha diferencia, son los dos increíbles. Juan Diego puede hacer mil películas y no está mal en ninguna, pero nunca jamás. José Bódalo era uno de éstos, una bestia, y era un tipo que sería un Spencer Tracy en su momento. No creo que haya actores mejores en ninguna parte del mundo. Veo cinematografías por ahí y al final es todo lo mismo, cada uno tiene su forma de hacer, pero aquí hay actores espectaculares. Y no te creas, no depende tanto de estar bien o mal dirigido, un actor es bueno o es malo. Un actor muy bueno, aunque esté mal dirigido, puede salvar un papel.
LTD.- Y hasta una película…
LT.- Sí, yo los que he visto, es que te das cuenta. Pongamos por ejemplo a Gene Hackman de nuevo. Hackman ha hecho de las peores películas de la historia del cine y, sin embargo, cuando él aparece, es una pasada siempre. Los actores muy buenos tienen una autogestión que a los directores a veces les viene muy bien, pensarán: “yo no digo nada, no vaya a ser que lo estropeé”. Robert Duvall es un poco así también, este tipo sabe tanto y está tan tocado desde siempre por la mano de los dioses, que es mejor no meterse. Si no es para aportar algo que es muy claro, mejor no te metas en líos. Intuitivamente él ya sabe lo que tiene que hacer, no se lo tienen ni que explicar, están en otro nivel. En realidad, es otra forma de trabajar, no es gente a la que escuchas hablar horas y horas de tonterías. Ellos van a lo que van, y hacen lo que tienen que hacer. Me cansa la gente que intenta darle más importancia a este trabajo de la que tiene, me aburren. Yo nunca sé de qué hablar de este trabajo, me parece tan personal y tan extraño que racionalizarlo me resulta complicado. Por eso prefiero a gente así, que llega y hace su trabajo. ¿Qué habrá pensado? Pues no tengo ni idea.
LTD.- Películas en las que has participado como Lope, También la lluvia, Operación E o Una noche en el viejo México, son coproducciones, ¿te sientes cómodo en las producciones internacionales?
LT.- Es que en España llevamos años coproduciendo y así tiene que ser. Aquí el planteamiento siempre ha sido de coproducción, como mínimo, entre comunidades autónomas, así que el concepto de coproducción lo tenemos muy asumido. Todas las películas las hacemos entre varias comunidades. Nosotros tenemos una productora y hemos tenido que hacerlo siempre con dos o tres más aquí, y fuera ya ni te cuento. Dan un premio y hay tantos productores en el escenario que no hay sitio, sales a saludar y no hay para tantos –ríe-.
Imagen de de Una noche en el viejo México © 2013 Globomedia Cine, Telefonica Studios, Flywheel & Shyster, TVE e ICAA. Todos los derechos reservados |
LTD.- Emilio Aragón dice que no sabe si eres mejor actor o mejor persona. Esa es su definición de Luis Tosar…
LT.- Pues yo podría decir lo mismo de él…
LTD.- Sin decir lo mismo,¿ cuál sería la definición de Emilio Aragón según Luis Tosar?
LT.- Lo que pasa es que se traduce. Emilio es una de las mejores personas que he conocido, y eso le convierte en uno de los mejores directores, porque él traduce parte de esa personalidad a su trabajo, y en el trabajo hay unas cuantas cualidades que para un director son básicas, la empatía por ejemplo es una de ellas, que sepas qué le está pasando al resto del equipo, para un director es fundamental. Yo he currado con directores que no eran empáticos, y eso es horrible. Si tienes en frente a alguien que no se entera de lo que está pasando, para un director debe ser lo peor que le puede pasar. En el caso de Emilio, creo que en ocasiones es demasiado empático, él asume muchas cosas que probablemente no debería asumir. Es un tipo capaz de rodar en cuatro semanas una película en Brownsville, que es la segunda que hace, protagonizada por Robert Duvall, con ocho productores sentados en sillas en línea detrás de él siempre, que es el sistema americano, pero luego la película rodarla a lo guerra de guerrillas que es el sistema español –reímos-, que luego los americanos no se enteran de qué va esta movida, y yo nunca le he escuchado una palabra más alta que otra. Tiene una capacidad alucinante. Ya incluso luego entre Sergio Bürmann, que es el de sonido, el de fotografía y todo el equipo hacíamos apuestas a ver si lográbamos cabrearle, y nada: “el que consiga cabrear a Emilio Aragón se lleva mil pavos”. Pero nada, es imposible.
LTD.- Has mencionado el lugar en el que se rodó y el tiempo, en menos de cuatro semanas, ¿cómo se plantea un rodaje así?
LT.- Yo lo viví muy tranquilo pero la cara de Emilio a veces era un poema. Es muy difícil hacer una película como ésta y ver cómo ha quedado, el resultado final, la fotografía que hay, hay aspectos muy buenos en esta película, aspectos que a priori, y por el tiempo que teníamos, no parecía que fueran posibles Sin embargo, sí lo hicieron, había mucho crack en el equipo, Bürmann tenía que buscar frecuencias libres todos los días, y esto tres o cuatro veces al día, porque estaba lleno de narcos, patrullas de frontera, espaldas mojadas, FBI, DEA… Era todo así. Yo desayunaba con agentes de la DEA y del FBI todos los días en el hotel, porque estaban trabajando allí en la frontera; unos por el secuestro de unos turistas americanos, los del FBI; y los de la DEA porque allí no paran de pasar material. Una de las formas que tienen ahora de pasarlo son con autocópteros, pasan un kilo o así al otro lado.
LTD.- Y eso interfiere en las frecuencias del sonido
LT.- Claro, por eso Bürmann se volvía loco, porque a lo largo del día ocupaban la frecuencia en todo momento, oías policías, ruidos, interferencias… Ese sitio es una locura, una de las zonas más calientes del mundo, era muy divertido –ríe-. Y luego balas perdidas. Dentro de lo que cabe Brownsville es un lugar tranquilo, pero por la noche que empieza a ponerse el casco antiguo un poco más oscuro quizá, pero es Estados Unidos. Sin embargo, a quinientos metros está Matamoros que es uno de los puntos más complicados de la frontera, donde hay narcotúneles, de todo. Y el Río Grande es el que pasa por ahí y en realidad, es un regato de nada, lo cruzas en tres pasos –reímos-. Lo que pasa es que está todo vallado y hay border-patrol por todas partes. Por eso es una zona en la que siempre pasan cosas, y se oyen disparos, pero a veces de las bromas que hacen los mexicanos, que tiran disparos al aire o hacia la frontera. De repente un día llegamos a una localización y los de Decoración nos dicen: “si oís una detonación agachaos”, y todos preguntando el porqué, y ellos tan tranquilos: “es que nos acaba de impactar una bala perdida por aquí”.
LTD.- Después de un personaje como Panamá, ¿cuáles son tus próximos proyectos?
LT.- Pues mira, inminente tengo una película con Julio Médem. Y esta vez es un tipo muy bueno el que voy a hacer…
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