Título original: The Irishman. Año: 2019. Duración: 209 minutos. País: Estados Unidos. Dirección: Martin Scorsese. Guion: Steven Zaillian, basado en la novela I Heard You Paint Houses de Charles Brandt. Música: Robbie Robertson. Fotografía: Rodrigo Prieto. Montaje: Thelma Schoonmaker. Reparto: Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci, Stephen Graham, Harvey Keitel, Bobby Cannavale, Anna Paquin, Ray Romano, Kathrine Narducci, Jesse Plemons, Jack Huston, Domenick Lombardozzi, Jeremy Luke, Gary Basaraba, Steve Van Zandt, Welker White, Action Bronson, Chelsea Sheets, Kate Arrington, Sebastian Maniscalco, Stephanie Kurtzuba, Aleksa Palladino, Marin Ireland, Jake Hoffman, Paul Ben-Victor, Louis Cancelmi, Aly Mang, Jennifer Mudge, Patrick Gallo, Rebecca Faulkenberry, Larry Romano, Margaret Anne Florence, Barry Primus, Bo Dietl, J.C. MacKenzie, Thomas E. Sullivan. Producción: Netflix, Sikelia Productions, Tribeca Productions. Distribuida por: Netflix. Género: drama, biopic. Estreno en España: 15 de noviembre de 2019.
“He oído que pintas casas”. Jamás una frase tan anodina había resultado de una profundidad tan conmovedora. Esta no es solo una enunciación central de la cinta que nos ocupa, ni siquiera el título de la novela en la que se basa, sino toda una declaración de intenciones que Martin Scorsese, genio indiscutible, nos brinda sesenta años después de que firmara su primer cortometraje.
Porque el protagonista de esta historia, o uno de tantos, no pinta casas, ni tan siquiera las arregla; es más, incluso quedan peor de lo que estaban tras su paso; pero esa expresión pronunciada por miembros de la mafia y seguida por un juego de miradas dirigidas de manera magistral, dan una lección de cinematografía en toda regla.
Frank Sheeran (Robert De Niro) es un veterano de guerra de ascendencia irlandesa. Reservado y serio, Frank vive con su familia, por quien profesa un enorme afecto, especialmente por su hija Peggy (Anna Paquin), quien a pesar de su vínculo recela de su padre y del turbio entorno que le rodea.
Porque Frank es, en verdad, un sicario. Aunque comenzó en el mundo del hampa de forma gradual, realizando estafas, saldando cuentas y tomándose la justicia por su mano, pronto fue reclutado por el crimen organizado, algo especialmente patente cuando se cruzan en su camino personajes como Russell Bufalino (Joe Pesci). A Russell no solo le unirá la amistad, sino una devoción incondicional, realizando todo aquello que él le solicita. Sin preguntas, sin motivos y sin razones, Frank ejecuta sus órdenes como el soldado disciplinado que le enseñaron a ser en su juventud.
Tras años de equilibrio inestable en el universo del hampa, llega el momento de la conmoción. El sindicalista Jimmy Hoffa (Al Pacino) entra en su vida para poner en duda a qué dios debe servir. Su magnetismo, su buen humor y, sobre todo, la relación de afecto que desarrolla con su hija Peggy hacen que Frank comience a relacionarse con Hoffa, algo que no será bien visto por los secuaces de Bufalino, quienes aborrecerán sus desmanes y el descontrol que Hoffa genera en su entorno más cercano. Las presiones políticas, el contexto y las servidumbres del poder harán el resto en este retrato de la mafia y sus oscuras raíces a lo largo de las décadas.
Escrita a quemarropa por Steven Zaillian (curtido en lares de maldad con títulos como La lista de Schindler, Gangs of New York oAmerican Gangster), El irlandés es, sobre todo, la oportunidad perfecta para reconciliarse con un cine en el que cada plano, cada escena y cada secuencia cobran un valor extraordinario. No hay nada, absolutamente nada, dejado al azar en The Irishman, siendo relevante su trabajo de sonido, tan parco y solemne, sin estridencias ni sentimentalismos que subrayen la acción, amén de su excelente banda sonora. Lo mismo sucede con el montaje de la impecable Thelma Schoonmaker, mano derecha de Scorsese, ejecutora del ritmo y del tempo de sus mejores cintas. Con su montaje, los doscientos nueve minutos de la película discurren con precisión milimétrica.
No obstante, si algo llama la atención, y además de manera poderosa, en The Irisman es, sin lugar a dudas, su elenco. Jamás el clasicismo se había acercado de manera tan palpable a la gran pantalla (o a la pequeña, según su elección). Reunir en una misma cinta a Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci y Harvey Keitel, y conseguir además que brillen haciendo de la película un todo más allá de la suma de sus partes, es un logro que solo debe atribuírsele a Scorsese.
Durante el visionado de El irlandés no solo asistimos a la deificación de unos actores que no deberían retirarse nunca, sino al retrato de la historia de los Estados Unidos en una segunda mitad convulsa y perversa, para la que la cinta arroja pocas luces y sí muchas sombras.
Inmerso en su nuevo proyecto, Killers of the Flower Moon, solo resta desearle a Martin Scorsese una larga vida para que pueda seguir brindándonos la posibilidad de seguir disfrutando del cine en mayúsculas al que, desgraciadamente, ya no estamos tan acostumbrados.
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