Cuando uno se apellida Casanova y se dedica al séptimo arte, no puede hacer sino cine irreverente. Popular por su emblemático papel de Fidel en la serie Aída, Eduardo Casanova se reinventa a sí mismo para demostrar que los cauces mundanos de la sociedad no son suficientes para él, convirtiéndose en un cortometrajista de talento capaz de noquear al más descreído. Joven de veintitrés años y enormes ojos azules, encuentro a Casanova en el marco del Festival Internacional de Cine de Valencia, Cinema Jove, a donde ambos hemos acudido a entregar nuestra peculiar aportación al mundo del cine. Nos encontramos en la estación de tren y compartimos un taxi hasta el hotel en el que nos alojamos. Durante el trayecto, el humor de Casanova no tarda en hechizarme, riéndonos de los infortunios que pueden acontecer durante el rodaje de un cortometraje. Nos despedimos rápido mientras ponemos rumbo a nuestro destino, él a arreglar los preparativos de la exhibición de su nuevo cortometraje, La hora del baño, yo a ultimar los retoques de la presentación de El infierno prometido, de Chumilla-Carbajosa. Pero la providencia hace que volvamos a encontrarnos no una, sino varias veces. No puedo evitar sentirme atraída por el insalvable magnetismo de la casualidad. Atravieso media Valencia para reunirme con él en la sede de la SGAE. Mientras tomamos algo, decido entrevistarle. Su inmejorable temperamento no solo hace que acceda a mi petición sino que priorice la realización de la entrevista por encima de los demás quehaceres de una tarde repleta. Mientras le pregunto, fuma Vogue Superslims Menthol, unos cigarrillos extrafinos con cajetilla ultra estrecha en la que apenas cabe la advertencia “Smoking kills”. Hablamos entonces de Macarena Gómez y de su impresionante papel en La hora del baño; también conversamos acerca de Ansiedad, Fumando espero y Amor de madre, los cortos que anteceden al que ahora presenta y que se centran, de manera recurrente, en la relación materno-filial. Finalizamos a toda prisa, el corto está a punto de empezar. La proyección de su último trabajo, como cabría esperar, es todo un éxito: la cavilación acerca de lo inexorable de los constructos sociales, el deber auto-obligado, lo socialmente impuesto y su perspectiva iconoclasta acerca de la maternidad, no podían más que impactar. Su espectacular bronceado, huella de su estancia cubana en la EICTV, y su magnética personalidad, atraen a decenas de adolescentes curiosas, para quienes Eduardo es más Casanova que cineasta. Para otros muchos, entre los que me incluyo, este contacto ha significado mucho más: el oportuno acercamiento a una figura que va a dar mucho de qué hablar, una persona cuya estética y mundo interior pugnan por emerger a pasos agigantados. Con su voluntad y su empeño, lo conseguirá.
Lucía Tello Díaz.- De actor a director, ¿qué es lo que te aporta el hecho de dirigir?
Eduardo Casanova.- No sé qué me aporta, pero lo que sí sé es que me siento realizado y feliz cuando lo hago; en realidad mi verdadera vocación es escribir y dirigir, me gustan mucho más que actuar, pero la mejor forma de iniciarme en el mundo de la dirección, cuando empecé, era actuando, porque era más fácil. Realmente mi vocación siempre fue escribir y dirigir.
LTD.- Es habitual que haya ciertos estereotipos en torno a los intérpretes cuando se inician en la dirección ¿es fácil para un actor dar el paso a la realización y que el público se acomode a su nuevo rol?
EC.- Que la gente cambie de idea con respecto a tu rol, siempre es complicado, porque todos te conciben de una forma y cuando tú deseas que te empiecen a conocer de otra manera, tienen que pasar por un proceso de adaptación. Sucede con todo en la vida. Pero para eso está la perseverancia y mi horóscopo, que soy Aries, para seguir insistiendo, para que la gente lo vea, para que la gente disfrute. Yo sigo actuando igualmente, pero es verdad que mi intención es dirigir, y más ahora que acaba una etapa importante en mi vida. Por lo tanto, mi intención es seguir dirigiendo y que la gente me conozca por eso. Lo empecé a hacer a los diecisiete años y ahora tengo veintitrés, así que sí que voy a seguir.
LTD.- Aunque el mundo del cortometraje puede parecer muy sencillo, resulta muy complicado abrirse camino en él, ¿cómo ha sido tu experiencia como cortometrajista?
EC.- El mundo del cortometraje es un cuadro barroco, cuesta bastante dinero hacerlo; evidentemente puedes rodar con dinero o sin él, como todo en la vida, pero es complicado hacer un corto. Además no suelen dar dinero y en ellos no se suele pagar a la gente, con lo cual todos trabajan gratis y el dinero es importantísimo en cualquier tipo de profesión. Un corto requiere muchísimo esfuerzo y tiene muy pocas satisfacciones. La satisfacción que yo he encontrado rodando cortos es la felicidad y la autocomplacencia, pero es una cosa muy delicada y muy difícil. Hay que luchar mucho. Tampoco hay en España cabida para la gente que hace cortometrajes, no se suelen programar en cines, y suele tener su recorrido en festivales, lo cual es mucho esfuerzo para tan poco. Pero bueno, la pasión me lleva a hacerlos y también creo que hay que empezar por algo. Me parecería difícil meterse de repente en una película sin haber rodado nada, además una película no es lo mismo que un corto, el guión de un largometraje conlleva otras cosas. Sé que el mundo de los cortos es difícil, pero también tiene su cosa buena.
LTD.- Todos los que dirigen tienen claros referentes cinematográficos, ¿cuáles son los tuyos?
EC.- Yo siempre lo digo, un artista es una mezcla de las referencias que ese artista tiene, mi director de cabecera es John Waters, el director que hizo de concibiésemos el transformismo desde un lugar no femenino, sino masculino; aunque de repente también me gusta Bergman, Hanecke, Lars von Trier. Mi último capricho es Ulrich Seidl, que ha dirigido Import/Export, Paraíso: Fe, Amor, Esperanza, que es una trilogía. Y me gusta mucho mezclar esas dos cosas. Mi mayor pasión es el género de terror y el melodrama. Por lo tanto, intento siempre mezclar ambas cosas, que es lo que me gusta
LTD.- Es una combinación un tanto peculiar
EC.- Con La hora del baño es posible, porque es melodrama puro junto con terror puro.
LTD.- Del cortometraje que ahora presentas quería hablar, precisamente. ¿Qué puedes decirnos de La hora del baño?
EC.- Pues que supone mi último cortometraje, porque creo que lo siguiente que haré será un largo… Digo “creo” porque, como el cine está tan bien, uno no puede arriesgarse a decir algo más que “creo”. Mi intención es que mi siguiente proyecto sea una película. Por lo tanto La hora del baño supone mi último corto, un fin de etapa, ya no quería hacer más cortometrajes y, por ello, deseaba hacer algo explícito, algo donde las cosas se cuenten de verdad. Pese a la estética que tiene, cromática, muy rosa, quería que todo estuviera contado de un modo muy explícito: el sexo, el amor, la muerte. No me he puesto tapaderas, lo he contado todo tal cual. El sexo es explícito, todo lo es.
LTD.- Macarena Gómez (Margot) y Gonzalo Kindelan (Darío), están espectaculares, sin embargo ¿se han sentido cómodos haciendo determinadas escenas?
EC.- Las escenas de sexo están dobladas, hay escenas de sexo que han hecho los actores, pero ellos se limitaban a actuar, porque el porno es otro arte y además un arte muy complicado. Así que las escenas de sexo real están dobladas por actores porno.
LTD.- Dices que tienes en mente dejar el cortometraje para imbuirte en el mundo del largometraje. ¿Cómo es el proyecto que tienes en mente para estrenarte en el mundo del largo?
EC.- Se llama Amor bizarro, habla de una mujer que es incapaz de estar sola, su marido la maltrata y, pese a ello, prefiere que la maltrate a quedarse sola. Un buen día, el marido harto, porque ya ni maltratar le satisface, decide romper la relación. Ella, incapaz de quedarse sola, le mata, y se lo queda en casa. Esto es un poco la sinopsis de la película. Trata sobre la necrofilia y sobra la incapacidad de estar solo en realidad, todo contado en género de terror gore y de melodrama.
LTD.- El guion, además escrito por ti, es una idea absolutamente chocante
EC.- Yo estoy muy contento con el guion, llevo un año y tres meses trabajando, lo llevo contado. Acabo de volver de Cuba, de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, para terminar la última versión; voy por la sexta y creo que es la definitiva, aunque en un guion nunca se tiene una versión definitiva porque siempre se debe reescribir y reescribir. Pero esperemos que ésta sea la última ya, porque estoy realmente contento.
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