Su pasión es el cine y no duda en remarcar que los pocos atisbos de felicidad que tiene suceden cuando rueda una película. Por fortuna para los espectadores, Isabel Coixet no ha sucumbido a las dificultades y se ha abierto camino a través de una industria en la que también ella está haciendo historia. En el extranjero muchos creen que es francesa y, como Pablo Picasso o Luis Buñuel, también Isabel Coixet triunfa con su arte dentro y fuera de nuestras fronteras. Catalana de nacimiento pero nativa internacional, esta ciudadana de un lugar llamado mundo no conoce límites ni restricciones, sabiendo que el mejor sendero es el que marca su propia pulsión personal. Como ella misma señala: “salí de Barcelona hace mucho tiempo. Esta vida nómada me ha llevado mucho al extranjero, pero no ruedo fuera porque sea una snob, sino porque ha surgido así”. En un soporífero 30 de junio, esta multivalente cineasta no parece sucumbir ante el calor, el cansancio ni ante la horda de reporteros que la asedia. Fuera del Hotel de las Letras, en plena Gran Vía, un sol de justicia inunda un Madrid abrasador, unas condiciones que rememoran aquellas que la directora barcelonesa experimentó al rodar el filme que ahora nos presenta, Aprendiendo a conducir.
Imagen de Aprendiendo a conducir (Learning to Drive), película distribuida en España por A Contracorriente Films © 2014 Broad Green Pictures y Lavender Pictures. Todos los derechos reservados.
Oteo la sala de la biblioteca mientras bajo las escaleras. Isabel Coixet está al fondo, sentada en un sillón blanco. Cuando me divisa esboza una amplia sonrisa mientras me invita a sentarme con un gesto dulce. Hace tiempo que no nos vemos y, sin embargo, su buen humor y su gentileza siguen intactos. Decenas de gatos miran desde su carcasa de Kitten Rain a los periodistas que la rodean, y un magnífico anillo simulando una flecha hipnotiza mi atención mientras le indico lo luminosa y optimista que es Learning to drive. Coixet sonríe de nuevo y, aunque se apresura a indicar que no ha hecho “Resacón en Las Vegas precisamente”, reconoce en ella elementos que no le son ajenos: “cuando Patricia Clarkson me pasó el relato, no lo vi como un proyecto tan alejado de lo que ya había hecho, aunque el tono no podía ser de tragedia, sino de tragicomedia agridulce y de amistad con tintes románticos, que me tocó mucho”. Después de un peregrinar de ocho años, y de promesas en la producción que le llevaron desde inversores hindúes, al canal HBO Films, e incluso a financiación rusa, por fin surgió la posibilidad de llevarlo a cabo con dos hermanos que, directamente, se enamoraron del proyecto: “cuando ya hacía dos años que pensaba que no se haría nunca, comenzamos a rodar. Esas cosas pasan a veces, a mí es la primera vez que me pasa, pero a veces ocurre”.
Imagen de Aprendiendo a conducir (Learning to Drive), película distribuida en España por A Contracorriente Films © 2014 Broad Green Pictures y Lavender Pictures. Todos los derechos reservados.
Con esta providencial aparición de los hermanos Gabriel y Daniel Hammond, la cineasta pudo volver a reunir a Ben Kingsley y Patricia Clarkson bajo su dirección tras Elegy (2008). Amiga de ambos, Coixet no duda en señalar lo complicado que puede resultar dirigir a actores con los que se tiene confianza: “cantar las cuarenta a un actor con el que estás trabajando, pero con quien no tienes ningún vínculo, es más fácil que a quienes son amigos tuyos, que han estado en tu casa, a los que has preparado la comida, de los que sabes mucho, y ellos de ti”. En este caso concreto, fue con Patricia Clarkson con la que mayor tensión surgió en el set de rodaje, en una relación comparada por la cineasta con la de Werner Herzog y Klaus Kinski: “Patricia se angustió un poco porque ella había sido quien nos había embarcado en la historia. Ella había comprado los derechos del relato del The New Yorker; y creo que eso la ponía muy nerviosa. Durante el rodaje nos gritamos varias veces. Pero seguimos siendo amigas y es alguien a quien adoro”. La cineasta ríe, como hace a menudo, máxime hablando de una película llena de energía y de buenas vibraciones: “Aprendiendo a conducir da un giro a eso de ‘chica conoce a chico’-señala jocosa- en este caso la chica tiene 50 años y el chico 70, con esa edad uno se da cuenta de las consecuencias de las acciones. Él le enseña ciertas cosas a ella, pero ella también le enseña ciertas cosas a él, poniéndole de frente con su realidad y demostrándole que o se trabaja una relación, o se acaba más solo que la una”. A pesar de las enseñanzas de los años, la directora no duda en aseverar que últimamente se ha dado cuenta de que “la pareja no es algo tan importante”, lo cual no es óbice para que las historias del cine estén repletas de parejas: “la historia de la literatura y del cine está hecha de relatos de una pareja. Puede que la primera película de la historia no, que es solo un fragmento de la Salida de los obreros de la fábrica de los Lumiérè, pero enseguida los cineastas hicieron L’Atalante, Amanecer… La historia de la pareja, sea hombre, niño, animal, mujer o planta, es de las cosas más icónicas del cine. La pareja o un triángulo amoroso, son los vértices de las grandes historias de la humanidad”.
Imagen de Aprendiendo a conducir (Learning to Drive), película distribuida en España por A Contracorriente Films © 2014 Broad Green Pictures y Lavender Pictures. Todos los derechos reservados.
Y es que con Aprendiendo a conducir, la cineasta no solo realiza un viaje a través del amor y del desamor, sino especialmente a través de las relaciones humanas, un aspecto emblemático en su filmografía y que puede considerarse una marca registrada. Por ello le pregunto extrañada que sea Sarah Kernochan la que firme el guion en exclusiva, un texto, por cierto, trufado de elementos que remiten al universo personal de la propia Coixet. La directora bromea al respecto: “Sabes qué pasa, que no soy del Sindicato de Guionistas Americano, porque hay que pagar una cuota bestial –ríe-. Yo no puedo salir firmando el guion por razones legales, pero tanto en Elegy como en este caso, he participado mucho, he cambiado y añadido cosas que no estaban. Todos los directores, cuando cogen un guion, le dan un aire, le quitan cosas innecesarias, cortan los diálogos. Pero creo que la película es muy fiel al tono de la historia original, aunque tenga elementos diferentes”. En este aspecto se refiere al personaje de Ben Kingsley, un hombre sij que en la versión de Katha Pollitt era filipino. Respecto a la transformación del intérprete de Gandhi, la directora no puede sino mostrar admiración: “Ben enseguida se puso el turbante y se camufló en sij. Todo el mundo tiene la idea de él como hindú, cuando en realidad la primera vez que viajó a la India fue cuando hizo Gandhi. Su padre era hindú y siempre ha tenido un conflicto con sus raíces. Sin embargo se tomó esta película como un ejercicio de aprendizaje de una cultura de la que no sabía nada, y estaba súper tranquilo”.
Imagen de Aprendiendo a conducir (Learning to Drive), película distribuida en España por A Contracorriente Films © 2014 Broad Green Pictures y Lavender Pictures. Todos los derechos reservados.
Sobre el personaje que interpreta Patricia Clarkson, la cineasta señala: “Wendy es una intelectual de cincuenta años a quien nadie le ha regalado nada, y que da por hecho que tiene un marido, una hija y una casa estupenda. Cuando le quitan el marido, parece que lo que más le importa es quedarse sin su casa. No se sabe si es amor o mundo inmobiliario, porque a veces en una pareja establecida ambas cosas van unidas. Por otro lado, también se comporta como una adolescente, no se da cuenta de que su marido la ha dejado por otra mujer porque le gusta más o porque se ha enamorado. Esto que es tan sencillo, a ella le cuesta muchísimo entenderlo. Por muchos libros que se haya leído, por muchas tesis sobre Jane Austen que haya escrito, no acepta las cosas más sencillas que le da la realidad”. En este aspecto, el personaje de Ben Kingsley es completamente opuesto: “Darwan ha tenido una vida durísima, es un exiliado político, ha estado en la cárcel, ha sido torturado. Sin embargo, de repente le traen una mujer del Punjab, y la tiene allí en casa, sin saber realmente qué hacer con ella. Encima le reprocha a la pobre que no hable inglés, cuando es lógico que no sepa leer ni tampoco escribir”. La elección de un personaje sij también da la oportunidad a la realizadora de referirse a un aspecto muy destacado en la película, el de las bodas concertadas: “lo de los matrimonios arreglados me parecía una locura, no lo entendía. Recuerdo que estuvimos hablando con mujeres que habían tenido este tipo de uniones y unas te decían que eran muy felices, que les había funcionado muy bien, y otras que era un infierno. Con esto me di cuenta de que es igual que en los matrimonios no arreglados, que hay gente a la que le funciona y gente a la que no. Es una lotería extraña”.
Imagen de Aprendiendo a conducir (Learning to Drive), película distribuida en España por A Contracorriente Films © 2014 Broad Green Pictures y Lavender Pictures. Todos los derechos reservados.
Además del elenco artístico y de la dirección, en esta película no deja de llamar la atención un nombre, el de Thelma Schoonmaker, la paradigmática montadora de Martin Scorsese, que nunca había trabajado con otro realizador hasta Aprendiendo a conducir: “conocí a Thelma a través de Patricia porque habían trabajado en Shutter Island. Me preguntó si quería conocerla y me entró una especie de temblor. Es la montadora más mítica de la historia del cine. Me fui a tomar un café con ella, me preguntó si ya tenía montador y me pidió que le enviara el guion. Pensé que aquello no estaba ocurriendo. Fue entonces cuando me di cuenta de que Thelma estaba esperando a que alguien con un proyecto completamente diferente le llamase”. Con humor, la directora de Mapa de los sonidos de Tokio prosigue: “nos lo pasamos muy bien en la sala de montaje, el 80% de las veces ella tenía razón, pero el otro 20% me hizo algún caso. Que Thelma Schoonmaker me diera la razón me parecía lo más. Yo por fuera iba muy cool, pero por dentro estaba “¡lo he conseguido!”. Thelma me ha enseñado que no hay que ser autocomplaciente con lo que haces, que hay que cortar. Creo que también ella se lo ha pasado muy bien, es un planeta completamente diferente. Nosotros rodamos cinco semanas con una cámara; Scorsese rueda trece semanas con tres cámaras a veces. Para ella esto ha sido pan comido, solo descartar material de una película de Scorsese es un trabajazo brutal”.
Imagen del rodaje de Aprendiendo a conducir (Learning to Drive), película distribuida en España por A Contracorriente Films © 2014 Broad Green Pictures y Lavender Pictures. Todos los derechos reservados.
La directora, que todavía tiene pendiente el estreno de Nadie quiere la noche, finaliza nuestro encuentro señalando el interés explícito que tiene en renovarse y evolucionar: “ir cambiando de género es divertido. En la historia siempre ha habido directores que han hecho películas eclécticas con diferentes resultados, a veces fracasas, a veces haces algo bien. Pero está bien hacer cosas que no has hecho nunca, probar a hacerlas Lo único que sé es que el género de terror es algo que no pienso volver a hacer, no es lo mío”. Respecto a Another me, en cuyo rodaje se sintió como en el El proceso de Kafka, Coixet remarca: “trabajar con una major es asumir que el director es un eslabón irrelevante. Es tener un Gran Hermano que te observa. Ese control férreo no me va. Me gusta trabajar con productores que respeten un poco al director”. De hecho, como matiza la propia Coixet “al finalizar Another me pensé que no volvería a hacer una película, pero ya ves, lo he hecho; es como cuando la protagonista de Aprendiendo a conducir cree que nunca más volverá a pasárselo bien en la vida, y resulta que sí”. Su próximo trabajo ya tiene título y, además, fecha provisional de rodaje para octubre. Se trata de la adaptación de la novela La librería, de Penelope Fitzgerald, una película que lleva años deseando hacer y que habla de un personaje con el que Coixet se siente plenamente identificada: “es la primera vez que voy a hacer un personaje que siento que soy yo, el más cercano a mí; todos los personajes de los que hablo tienen algo que se parecen a mí, pero nunca he podido decir que me identifico con ellos. De éste sí que puedo decir ‘este personaje soy yo’”.
Imagen de Aprendiendo a conducir (Learning to Drive), película distribuida en España por A Contracorriente Films © 2014 Broad Green Pictures y Lavender Pictures. Todos los derechos reservados.
Nuestra cineasta más internacional, cuyo trabajo está en constante proceso de transformación, no duda en despedirse desplegando toda su humildad, su humor y su sentido común: “la primera vez que fui a Los Ángeles, me llevaron a la casa de un director muy famoso, y al ver aquella piscina, el servicio y los siete coches en el garaje, pensé para qué querría hacer más películas ese director, si ya tenía las vistas, la piscina, la palmera y el Lamborghini. Y es que cuando a uno le han puesto en un pedestal y se lo cree, ya no hay desafío”. Mientras señala que el miedo al fracaso es paralizante, apostilla: “a todo el mundo que hace películas le asusta fracasar, pero todos lo hacemos, no hay nadie que haya hecho 27 películas perfectas. A mí me da igual que me llamen genio o imbécil. Es cierto que he tenido que soportar que me dijeran de todo, pero bueno, ya tengo un callo con esto. Prefiero equivocarme haciendo cosas, que no hacer nada por miedo”.
2 comentarios
Max 3 julio, 2015 at 9:58 am
Es un placer leer una entrevista así. Genial Coixet y genial Lucía!
Lucía Tello Díaz 16 julio, 2015 at 3:43 pm
¡Qué maravilla de post, Max! El placer es poder hablar con la gran Coixet, y tener a gente como tú en nuestra web