Los maestros pueden abrir la puerta, pero sólo tú puedes entrar
Proverbio chino
Queridos amigos y lectores de Todo es cine. Hemos hecho un especial para vosotros, y lo hemos catalogado bajo el título de cine oriental. La película que os propongo dentro de este especial es Sang Woo y su abuela (2002, Jeong- Hyanglee). Corea es el escenario de una historia que representa las diferencias generacionales. La abuela, una mujer mayor achacada por los años, enjuta; y su avispado nieto Sang Woo. Su madre dejará a la abuela al cargo del niño por un tiempo, y Sang Woo, acostumbrado a las nuevas formas y tecnología, choca con una abuela que vive en otros tiempos. El niño llega a pedirle comer pollo como en un burguer, y la abuela vende lo que tiene para poder darle un pollo cocido que ni se parece.
Imagen de «Sang Woo y su abuela» – Copyright © 2002 Tube Pictures y C.J. Entertainment. Distribuidora en España: DeAPlaneta. Todos los derechos reservados
La frustración del niño queda patente en la cara de su abuela; Sang Woo no parecía valorar los esfuerzos de esta mujer que parecía vivir en el medioevo. Le lleva al mercado, muy lejos de su casa en la montaña, deben coger un autocar, pero la abuela viendo que el niño no disfrutaba, y por complacerle, le compra chocolatinas con el dinero de su billete, y vuelve andando. Es una película con mucha moraleja, respetuosa como esta mujer, y que os puede ayudar a comparar la vida de unos y otros. Al final Sang Woo aprende y lo que más le cuesta del mundo es dejar a su abuela y volver con su madre. Aprendió a respetar y amar las cosas simples de la vida. Es un filme sin grandes costes ni efectos especiales; sólo la cara y el cuerpo de una anciana, y la carita y a veces los malos modales de un niño, te hacen aprender y comparar.
Cuántas personas han vivido tiempos diferentes, y están todavía vivos, a veces más cerca de nosotros de lo que imaginamos. El poder devolverles un poco de cariño y de amor, de lo que ellos nos dieron, es la mayor recompensa. En su “despilfarrar la vida”, nos dejaron abonada la nuestra para que la vivamos plenamente; para esos niños, a veces maleducados, a los que damos todo lo que quieren por un solo grito o pataleta, o para que nos dejen en paz. La vida es más que una pataleta, y según van creciendo, se van dando cuenta de que por mucho que se patalee delante de cualquier sitio, la gente no sale a darte todo lo que tiene; las cosas se deben ganar y valorar; todos esos juguetes, todas esas ropas, los móviles, los juegos electrónicos, todo lo que les damos que no tienen fin, me parece estupendo, pero con mesura, pues en vez de hombres y mujeres podemos hacer verdaderos “monstruos”.
Aprender lo que en una parte de la historia a otras personas les ha tocado vivir, incluso hoy en día en otros países –con niños que deben recorrer kilómetros para encontrar agua o comida-, es imprescindible. No hay que pasarlo mal, es lógico que cada padre debe dar lo mejor a sus hijos, pero los otros padres también se lo quieren dar, o por lo menos, garantizarles el agua, la comida, los medicamentos, y quizá uno de esos juguetes que nuestros hijos arrinconan en la habitación.
Por eso Sang Woo aprende de su calmada abuela, y aunque se desespere al principio, pues no llega a entender ese mundo, comprenderá muchas cosas. Tus maestros te pueden enseñar pero de ti depende, y de tu actitud, el que aprendas.
Con cariño, y en especial a todos los japoneses que en estos momentos difíciles lo están pasando mal, desde la Mecedora.
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