Cada nochevieja con el cambio de año adoptamos una actitud nueva, más positiva y mejorada. Un intento de dar un giro a nuestra vida, sobre todo si ha sido tan dura y difícil como en el 2013, una maldición numérica que parecía ahogar a toda la población.  Con el ánimo renovado y este lema por bandera es momento de recordar una cinta que representa a la perfección esas ansias de querer salir de una vida insulsa, la necesidad de una transformación.

En 1988 Mike Nichols dirigió Armas de mujer una obra muy feminista con una clara crítica social sobre el trato laboral recibido por un sector mayoritariamente femenino, las secretarias, unas profesionales que, aunque llevaban todo el peso de las empresas, se veían, y continúan viéndose, como unos seres inútiles  e inferiores en la pirámide. Mujeres que como Tess McGill (Melanie Griffith) eran acosadas y cosificadas por jefes, compañeros y magnates. Sin embargo, la protagonista está muy lejos de ese estereotipo de rubia tonta creado por los hombres. Demostrando continuamente  que su mente supera con creces a la de sus compañeros, jefes y a todos los hombres superiores en el escalafón laboral que tan inteligentes se creen.

armas de mujer
Imagen de Armas de mujer © 1988 Twentieth Century Fox Film Corporation. Todos los derechos reservados.

Para evolucionar  “se vestirá para la ocasión”, cambiando el envoltorio aunque ella siga siendo  la misma. Si quiere ser escuchada en ese mundo masculino deberá hacerse pasar por una directiva, pues a las secretarias nadie las tiene en cuenta ni toma en serio, como a lo largo de la trama se demuestra. Su vida parece mejorar cuando al cambiar de puesto su superior es una mujer de su misma edad, Katherine (Sigourney Weaver), sin embargo sucede todo lo contrario. Su atractiva e inteligente jefa está muy lejos de  encarnar unos valores que le hace creer que posee y que Tess tanto admira, teniéndola como a una mentora. El desencadenante de la acción es un accidente de esquí que deja a Katherine hospitalizada. Tess, al hacerse  cargo de su piso y de todos sus asuntos descubre que  su jefa le ha robado la genial idea de una fusión empresarial.

Triste y conmocionada regresa a casa donde se encuentra a su novio Mick (Alec Baldwin) con otra mujer. Totalmente hundida, a la mañana siguiente toma una determinación, no se dejará pisar y saldrá del pozo al que se ha visto arrastrada. Así el personaje, cual Scarlet moderna,  resurge con fuerza tras los duros golpes recibidos, adoptando una nueva imagen y el lema que  Katherine le enseñó: “En este mundo no llegas a ninguna parte si esperas sentada a que te ocurra lo que deseas, has de provocarlo tú misma”. Literalmente es lo que realiza para hacerse valer, algo que nunca le había sucedido, pues incluso su antiguo novio, Mick, la trataba como a un mero objeto sexual. Será Jack Trainer (Harrison Ford) el primer hombre que la trate como a una persona y escuche sus ideas. Él es el único que la ayudará en sus propósitos.

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Imagen de Armas de mujer © 1988 Twentieth Century Fox Film Corporation. Todos los derechos reservados.

Toda la crítica presentada en la película viene envuelta en tono de comedia, donde los enredos y diálogos ingeniosos no cesan, estando llena de citas célebres como “tengo una mente para las finanzas y un cuerpo para el pecado ¿hay algo de malo en eso?”.

La cinta obtuvo varias nominaciones a los Oscar, entre ellas Melanie Griffith, que con su valioso personaje se ganó el respeto de la industria cinematográfica. Aunque sólo se obtuvo una estatuilla, la otorgada a Carly Simon por su canción “Let the river run” cuya melodía da énfasis a las determinaciones de la protagonista de levantarse cada vez que cae, que no son pocas. Un canto a la lucha y a la fortaleza, representado por una mujer invencible, un personaje que romperá con todas las normas establecidas por una sociedad patriarcal, para dar paso a sus sueños.

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