Al este del Edén es el lugar bíblico al que Caín se marchó tras matar a Abel. Pero también el título de la película con la que, en ese momento, el joven desconocido James Dean debutaría en 1955, interpretando a Cal, el supuesto hermano malo, un Caín terrenal. Sin embargo, la cinta de Elia Kazan va más allá de la simple rivalidad entre hermanos donde en apariencia se dividen los roles entre el virtuoso y el malévolo, el director profundiza, matizando y explicando el porqué de ese comportamiento rebelde del protagonista, un chico nunca querido por su padre que únicamente venera y aprueba la conducta del supuesto hermano bueno, Aron. Un padre piadoso, les lee la Biblia a sus dos hijos, pero que reniega de uno de ellos por parecerse demasiado a esa esposa que en el pasado le abandonó con dos niños pequeños.

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Imagen de Al Este del Edén © 1955 Warner Bros. Todos los derechos reservados.

Pese a todo, Cal encontrará la comprensión y el amor en una mujer, Abra, la novia de su hermano que paulatinamente irá enamorándose del personaje de James Dean, a medida que lo conoce. Los celos serán lo que habite entre ambos hombres, dividiéndolos y separándolos, luchando por ganar, uno el amor de la chica y el otro el amor del padre. Unas relaciones inestables entre personajes que se ven acentuadas por planos inclinados y picados con los que se muestra el interior del hogar. La pérdida de la figura materna es algo que el personaje de Cal compartiría con el actor, cuya madre, a la que estaba muy unido, murió víctima del cáncer cuando era un niño. En el filme la figura de esa madre ausente marcará a los dos chicos que habiéndola idealizado al creerla muerta, descubren que continúa viva y regenta un prostíbulo. Cal será capaz de perdonar, sin embargo, a su hermano la verdad lo destruirá.

La cinta basada en la novela de Steinbeck, está repleta de referencias bíblicas, catapultó al joven protagonista a la fama, consolidando ese mismo año su carrera con su segundo papel como actor principal en Rebelde sin causa, de Nicholas Ray, convirtiéndose en un ídolo adolescente, algo que alcanzaría su punto álgido tras su muerte prematura. Con solamente veinticuatro años, el chico de Indiana perdía la vida al volante de su Little Bastard, su Porsche Spyder, pasando a ser el representante de la rebeldía y del inconformismo, no sólo de una generación, pues su imagen, temperamento y actitud hacia la vida ha sido venerada hasta una actualidad en la que seguimos esperando y creyendo ver en algunos actores el relevo de la estela que dejó Jimmy, pero que sin embargo ninguno toma, no es fácil seguir la huella que él dejó. Y muy probablemente nadie lo haga. Fue todo un récord y algo insólito el llegar a ser idolatrado de tal manera habiendo protagonizado únicamente tres películas. Un futuro que se veía muy prometedor truncado por un accidente.

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