Dirección: Ben Affleck.
País: USA.Año: 2007.
Duración: 114 min.
Género: Drama, thriller.
Interpretación: Casey Affleck (Patrick Kenzie), Michelle Monaghan (Angie Gennaro), Morgan Freeman (Jack Doyle), Ed Harris (Remy Bressant), John Ashton (Nick Poole), Amy Ryan (Helene McCready), Amy Madigan (Bea McCready), Titus Welliver (Lionel McCready), Michael Kenneth Williams (Devin), Mark Margolis (Leon Trett).
Guión: Ben Affleck y Aaron Stockard; basado en la novela de Dennis Lehane.
Producción: Alan Ladd Jr., Dan Rissmer y Sean Bailey.
Música: Harry Gregson-Williams.
Estreno en USA: 19 Octubre 2007.
Estreno en España: 31 Octubre 2007.
Dennis Lehane sabe qué hacer y de qué manera. Si este autor de Dorchester ya había conseguido encoger las entrañas del cándido lector con su cruel y trascendente Mystic River, con su posterior Gone baby gone ha logrado dar una vuelta de tuerca a la ya de por sí atroz y despiadada vida marginal, ofreciendo al público un universo en el que la maldad y la sinrazón se apodera de la cotidianeidad. Así como su literatura encandila tanto como atormenta, las ulteriores adaptaciones cinematográficas de sus afamadas obras no se quedan atrás en la agonizante narración de las tramas urdidas por el novelista de Massachussets. El primero en salir al ruedo de los dramas de la calle fue Clint Eastwood, director consagrado y con sobrada solvencia quien encontró en Sean Penn la perfecta encarnación de Jimmy Marcus y en el exorbitante Tim Robbins el perfecto y castigado Dave de Mystic River. Impresionado por el talento narrativo de Lehane y atraído por la sobrecogedora historia de Gone baby gone, un debutante en la dirección, Ben Affleck, ha cogido el testigo en la adaptación al cine de esta novela, la cual sorprenderá al espectador a la par que le fascinará. Qué puede resultar tan desgarrador como emocionante en esta historia resulta evidente: violencia, rabia, bajos fondos y policía se mezclan y entremezclan hasta conseguir un melting pot en el que nada es lo que parece y en el que asesinar sólo es improcedente dependiendo de la calidad moral de la víctima, o al menos presuntamente.
Amanda McCready, una niña de apenas cuatro años, desaparece en Dorchester, barrio obrero a las afueras de Boston. Ante la repentina desaparición de Amanda y la ausencia de un rastro que seguir, los tíos de la pequeña solicitan a un par de investigadores privados que intenten conseguir una pista, una huella, que les lleve a su sobrina. Patrick Kenzie (Casey Affleck) y Angie Genarro (Michelle Monaghan), serán los investigadores que se introduzcan en lo más profundo y criminal de los suburbios bostonianos para conseguir arrojar luz al caso de Amanda. Sin embargo, Patrick y Angie no se imaginarán la enrevesada trama que se urde en torno a la desaparición de la niña, vislumbrando el desenlace de la historia cada vez más remoto y sombrío. Ayudados por el detective Remy Bressant (Ed Harris) y al capitán Jack Doyle (Morgan Freeman), los investigadores comenzarán un viaje iniciático a las entrañas de la droga, de la violencia, del narcotráfico y de los secuestros infantiles, alejándose cada vez más, paradójicamente, del caso de la pequeña. Una madre drogadicta y un barrio sin visos de solución resultarán, finalmente, un mal menor dentro de una red inagotable de lacras sociales de las que ninguno, ni siquiera los propios policías, podrán sustraerse. Un cásting adecuado y hasta perfecto, un continuo juego de espejos que distorsionan la realidad de estas Luces de Bohemia y un desenlace inesperado, son sólo retazos de una película inmejorable en la que Affleck se revela como un director competente, cualidad a añadir a su consabido talento como guionista y, por qué no, como actor. A nadie le pasará inadvertida una película como Gone baby gone, en la que lo correcto se presenta como inmoral y lo moral resulta decididamente incorrecto. Soberbia.
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