El rostro es el espejo del alma, los ojos sus delatores.
Cicerón
Queridos amigos de TodoEsCine:
Un placer volver a estar con todos vosotros. Hoy os voy a comentar una película francesa que, como poco, os hará pensar y reflexionar. Se trata de La familia Bélier (2014, Éric Lartigau). La historia nos lleva a Lassay-les-Châteaux, una localidad cercana a París, donde vive una familia con una peculiaridad: casi todos sus miembros son sordos. Su hija, Paula Bélier (Louane Emera), una chica adolescente que se convierte en la mano y la boca con la que ellos se comunican con el exterior, es la única que no lo es.
Sus padres (Karin Viard y François Damiens), trabajan en una granja de vacas, y viven de todo lo que ésta produce. La madre hace quesos que venden en el mercado. Paula se hace imprescindible en la vida de los Bélier, aunque sus padres y Quentin (Luca Gelberg), su hermano pequeño, saben llevar su vida de maravilla y de manera muy feliz. Paula va al instituto y hace kilómetros diarios en su bicicleta, para luego coger un autobús y así llegar a sus clases. Pero un día, el azar la lleva a una prueba de canto en un coro, y su profesor Fabien Thomasson (Éric Elmosnino), quien en París ya ha estado en contacto con personas con el “don” de Paula, la invita a dar clases extra para poder apuntarse en el examen de acceso al coro de Radio France, y así poder crecer en su talento.
Ella lo lleva todo en secreto, pues no quiere hacer daño a su familia; ante sus salidas repentinas y largas, les dice a sus padres que en realidad tiene novio. Bueno, algo tiene de verdad, pues hay un chico, Gabriel (Ilian Bergala), que a Paula no le es indiferente. Pero cuando su familia se entera, empieza el conflicto, negándose en redondo a que su hija pequeña se vaya de casa a una ciudad grande y además sola. Pero el día de la actuación en el instituto, la familia siente algo; no oyen las canciones, no saben qué pasa, pero algo sucede, y sus ojos se quedan clavados en los de su hija. Por la noche, no pueen dormir y… Hasta aquí os cuento.
Es una película amable, graciosa y llena de matices; seguro que os gustará. Pero de entre las lecturas que podemos sacar de ella, una muy importante es la que se extrae de su canción final, una de corazón a corazón. Paula explica en un escenario que vuela, no huye; la vida es un vuelo, todos, y ella también, tenemos algún día que dejar el nido. Pero no es huir, es volar. Ese vuelo que nos hace llegar a la meta que cada uno tenemos, siempre tiene un vuelo de vuelta, el camino está abierto. No te dejan, no les dejamos. Todos en un momento dado estamos unidos, juntos; nadie se olvida de los suyos, nadie deja a nadie. Por eso, el rostro es el espejo del alma, pero los ojos, los ojos son sus delatores.
Con todo el cariño para todos, feliz febrero, desde la Mecedora.
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