Desenfocadas. Cineastas españolas y discursos de género
Autora: Barbara Zecchi
Editorial: Icaria. Ακαδημεια, Mujeres y culturas.147
ISBN: 9788498885682
Año Publicación: 2014
Páginas: 248
PVP: 18 €
Desenfocadas: cineastas españolas y discursos de género no es únicamente un libro, es una realidad. Su autora, Barbara Zecchi, deslinda a través de sus 248 páginas una historia hasta ahora velada para la generalidad del público, la presencia vertebral de mujeres en el campo de la dirección, una presencia que, hasta el momento, había sido silenciada o “desenfocada” por sistema. A través de sus cuatro bloques temáticos, la profesora titular del departamento de Languages Literatures and Cultures en la Universidad de Massachusetts Amherst, propone un recorrido diacrónico que abarca desde la implantación del prodigio cinematográfico en España (1896), hasta nuestros días. Con claridad expositiva y una profusa fuente documental, Zecchi incide en la orfandad artística de las mujeres cineastas, quienes históricamente han lastrado la sensación de pionerismo sin poseer una simiente común que les indicara la pertenencia a un grupo. En este sentido, las autoras “han vivido constantemente la experiencia de ser las primeras y de tener que iniciarse en un espacio por conquistar” (pp. 13). Como sostiene Zecchi: “hasta hace poco, entre las cineastas no había ni un espíritu generacional común, ni la conciencia de ser parte de un grupo (y menos de un grupo discriminado). En un ambiente hostil hacia la mujer, como el de la industria cinematográfica, cada directora trabajaba de francotiradora” (pp. 12).
Así comienza un libro que, a través de sus cuatro bloques, rescata del olvido la impronta que la mujer ha dejado en la industria cinematográfica española, no solo con su presencia, sino también con su espíritu emprendedor y empresarial. En palabras de la propia Zecchi: “la historia del cine ha “desenfocado” la realidad femenina, al crear imágenes ficticias en la pantalla y, a la vez, borrar la presencia de la mujer detrás de la cámara. Este volumen pretende devolverle el enfoque” (pp. 16).
En la sección “Cinta cero. Las precursoras”, la autora nos acerca a figuras como Carmen Pisano, Anaïs Napoleon, Elena Jordi o Helena Cortesina, quienes dan luz a la etapa silente, una etapa que se creía yerma en cuanto a participación femenina, y que resulta más nutrida y relevante de lo que se tenía constancia. Estas figuras fueron empresarias que se hicieron con los primeros equipos Lumière, fundaron salas y realizaron sus primeras creaciones antes del advenimiento del sonido. A este respecto resulta fundamental la existencia de Helena Cortesina, quien con su filme Flor de España o la leyenda de un torero (1921), se ha convertido en primera cineasta de nuestra cinematografía, anterior incluso que Rosario Pi, quien hasta ahora se creía primera directora del cine español, con su cinta El gato montés (1935).
Esta realizadora formará parte, sin embargo, de la segunda etapa de desarrollo de nuestra cinematografía, y que Zecchi encuadra bajo el nombre de “Cinta uno. Las pioneras: miradas femeninas en construcción”. Junto a Rosario Pi Brujas, y sus filmes El gato montés y Molinos de viento (1938), rodada en plena Guerra Civil, la autora nombra a las cineastas Margarita Alexandre o Ana Mariscal, haciendo especial hincapié en la calidad de Alexandre al fundar el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), y en la relevancia de Mariscal, la única directora de su generación que “desarrolló prácticamente toda su actividad en España” (Pp. 64) durante las décadas de los cincuenta y sesenta. Este hecho convirtió durante dos décadas a Ana Mariscal en “la única mujer en el campo de la dirección cinematográfica trabajando en España” (Pp. 64).
La sección “Cinta dos. Las progenitoras: primeras estrategias de empoderamiento”, comienza con la Transición española, una etapa en la que la mujer se hace protagonista de los relatos fílmicos de manera no necesariamente positiva, incurriendo en el uso de la mujer “como mero cuerpo deificado para el placer sexual masculino” (pp. 73). Al tiempo que “el destape “destapa” a la mujer para el placer del hombre”, también se evidencia el auge de mujeres en la vida pública, lo que a su vez tiene su correspondencia en el mundo cinematográfico. No sin muchas dificultades, y tras haber estudiado en la Escuela Oficial de Cinematografía (EOC), Josefina Molina, Pilar Miró y Cecilia Bartolomé, se convertirán en la punta de lanza de una nueva generación de directoras que servirán de puente hacia sus herederas naturales en posteriores décadas. Si bien la carrera de Bartolomé resulta más irregular “con un largometraje por década” (pp. 77), las de Molina y Miró se afianzarán con una gran plétora de títulos entre los setenta y ochenta, con cinco largometrajes la primera y nueve la segunda, así como gran cantidad de producciones televisivas. A pesar de que las tres compartieron aulas y que participaron en distintos proyectos, Zecchi subraya el marcado antagonismo de sus posturas en cuanto a su propio género, negándose a establecer lazos de amistad o incluso solidaridad en su camino. Tal como acentúa la autora, estas cineastas: “se mueven entre la imitación del discurso hegemónico, el encasillamiento en el lugar que el statu quo les asigna y la protesta” (pp. 83). A estas tres categorías corresponderían, en el mismo orden, Miró, Molina y Bartolomé, quienes asumirían distintas “estrategias de supervivencia en un mundo y una industria dominados por el hombre” (pp. 83).
En la última etapa establecida por Zecchi, y denominada “Cinta tres. Las herederas: desde el inconsciente genérico al género en disputa”, la autora emprende el estudio de la situación de la cineasta actual en la industria española desde dos vertientes, siendo la primera de ellas el análisis empírico de la discriminación de las directoras mujeres, y la segunda “la evolución del corpus de las cineastas de esta generación desde […] el inconsciente genérico (la presencia de un discurso feminista más allá de las intencionas de sus autoras) a una paulatina concienciación de género” (pp. 115). En este capítulo también habrá un lugar destacado para la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) y su fundamental papel a la hora de visibilizar la discriminación de la mujer directora en nuestro país. Con nombres propios como Isabel Coixet, Chus Gutiérrez, Gracia Querejeta, Icíar Bollaín, Marta Balletbò-Coll, Patricia Ferreira, Judith Colell, Laura Mañá e Inés París, la autora da un repaso a la personalidad y filmografía de cada cineasta, señalando cómo su trabajo ha contribuido a “hablar de una realidad desconocida y silenciada en la pantalla de el cine comercial: la de las mujeres como sujetos históricos” (pp. 207).
Para finalizar el libro, la autora entrega un valioso apéndice titulado “La discriminación en números”, donde se repasan datos tan relevantes como el número de largometrajes co/dirigidos por mujeres de 1922 a 2010, con una extensa matización de géneros, porcentajes, comparaciones y diferencias.
En definitiva, un necesario y, en ocasiones, doloroso repaso a la verdad de nuestra industria sin ambages ni mordazas, que muestra una realidad cruda y empírica, y que perfila la situación histórica de la mujer en el cine español. Un trabajo imprescindible para entender el pasado de nuestra industria, para aceptar el presente que nos toca vivir y mejorar el futuro que deseamos trazar para las generaciones venideras.
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