Es mejor encender una luz que maldecir las tinieblas.

Confucio

Queridos amigos de TodoEsCine:

Un placer volver a estar con todos vosotros. Estamos en el mes de octubre y, con él, llega un especial, el de Halloween. Antes de abordarlo, que también lo haré, me gustaría hablar de una película que no es de miedo pero que, para el que la padece, es de terror. La película es Mi querida señorita (1971, Jaime de Armiñán). La historia nos lleva a otro momento particular de España, no tan lejano en el tiempo pero sí lejano en mentalidad, y que hizo -y hace- mucho daño a la gente. Adela Castro (José Luis López Vázquez), es una mujer muy piadosa de la época, una mujer acaudalada, por lo menos para vivir de sus rentas, como una señorita de la época. Si había una convención, allí estaba ella con su peineta y su mantilla o sacando el balón de algún partido benéfico. Ayudaba a todo el mundo, menos a ella.

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Imagen de Mi querida señorita © 1971 El Imán Cine y Televisión S.A., Impala, In-Cine Compañía Industrial Cinematográfica. Todos los derechos reservados.

Un día volvió a su ciudad un antiguo amor (Antonio Ferrandis), ya viudo y con hijas mayores, pidiendo en matrimonio a nuestra querida señorita. Sin embargo, ella estaba pendiente de su asistenta (Julieta Serrano), enfermizamente incluso. Todas estas emociones hacen que Adela vaya a confesarse con el sacerdote al que ella tanto ayudó, y ahora es él quien le sugiere ir a consultar a un especialista en la gran ciudad. Allí se da cuenta en boca de su doctor, que Adela es Juan, un hombre. Eso suponía una liberación, aunque con ello empezaba otra cadena de sucesos que no dejarán a Juan indiferente. No tenía documento de identidad, ya que él era una mujer, y por lo tanto Juan no existía, impidiendo que pudiera hacerse con una casa, un trabajo, un amor…

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Imagen de Mi querida señorita © 1971 El Imán Cine y Televisión S.A., Impala, In-Cine Compañía Industrial Cinematográfica. Todos los derechos reservados.

Bueno, como siempre, el final os lo dejo para vosotros. Es una película que, para estar hecha en una época especial, principios de los años setenta, trata la transexualidad de una forma tranquila, además de recibir innumerables premios (entre ellos, fue nominada al Oscar como Mejor película de habla no inglesa en 1972).

No obstante, y como hacemos siempre, vamos a reflexionar un poco acerca de la película. Cualquier persona, por ignorancia, puede incurrir en el fallo, tanto quienes le inscriben en el registro, como médicos o pediatras; incluso cuando la persona pasa de niño a adolescente o a la edad adulta. Estas cosas suceden, y suceden más frecuentemente de lo que imaginamos. Espero que en la actualidad lo miremos con mucha más tranquilidad, serenidad y sin miedo, que hoy en día la ignorancia haya pasado a otro estadio, donde entendamos por lo que estas personas tienen que pasar. Todo lo que tiene que ver con la sociedad es penoso, y hace sufrir, excluye a personas maravillosas que hoy, gracias a la medicina y otras disciplinas científicas, pueden recuperar esa paz.

En todos nosotros queda empezar a entender que es una realidad, que la vida de las personas no depende de lo que diga un documento, y que entre todos podemos encender esa luz y no dejar vivir en la oscuridad de las tinieblas nunca más a nadie.

Con todo el cariño, desde la Mecedora.

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