Dirección: Brad Bird.
País: USA.
Año: 2007.
Duración: 110 min.
Género: Animación, comedia.
Doblaje original/español: Patton Oswalt/Guillermo Romero (Remy), Ian Holm/Carlos Isbert (Skinner), Lou Romano/Fernando Cabrera (Linguini), Brian Dennehy/Juan Amador Pulido (Django), Peter O’Toole/Luis Mas (Ego), Brad Garrett/Héctor Cantolla (Gusteau), Janeane Garofalo/Inés Blázquez (Colette), Will Arnett/Jesús Carrasco (Horst), Julius Callahan/Álvaro Navarro (Lalo), James Remar/Abraham Aguilar (Larousse).
Estreno en USA: 29 Junio 2007.
Estreno en España: 3 Agosto 2007.
“Cualquier producto mediocre siempre tendrá más sentido que su correspondiente crítica atacándolo” con esta increíble sentencia en la voz del genial Peter O´Toole, entre otras, sorprende el magnífico guión de Ra-Ta-Toui-LLe, la última película salida del horno (nunca mejor dicho) de Pixar. Con un segundo realizador (inicialmente el propuesto fue otro) como Brad Bird, autor entre otras de “Los increíbles”, eran muchas las expectativas que había puesto en esta nuevo animalito parlante; pero Remy (la ratita) lo consigue… Vence y convence que no es fácil; como tampoco lo es acercar a un animal tan poco recomendable en la cocina a los fogones y conseguir que resulte a la vez tierno, seductor, carismático e irónico, que guste a los niños y encandile a los adultos; porque, a pesar de estar pensada inicialmente para los enanos, Ratatouille sorprende magistralmente con elaborados guiños que recuerdan a los primeros cómicos, con situaciones y gestos, con matices en los personajes que enganchan y ablandan el corazón.
Sigue siendo cierto que, como absolutamente todas las películas de animación (que no “de dibujos” porque ante lo que estamos aquí es ante una genialidad de la animación con personajes que brillan llenos de movimiento y textura y con un escenario como París, más colorido y vivo que nunca) ésta sigue los patrones necesarios para soltar alguna lagrimita en el cine y enternecer hasta al más desgraciado desalmado, pero estando como estamos ante un elemento que funciona tan bien, tan redondo, cuando nos encontramos ante un mensaje que llega al emisor de una manera tan clara, cuando el mensaje es tan limpio y blanco como el que ofrece nuestro Mini-chef, cuando hablamos sobre sueños y esperanzas, y después del repaso que nos pega a los críticos nuestro homólogo en el filme (con diferencia el más misterioso e interesante de todos los personajes) quién soy para criticar. Sólo podría comentar lo que ha supuesto para mí y cómo me he sentido ante ella.
Una historia conocida, una superación personal (y menuda superación porque siendo una rata no se las pintaba nada bien) Bird nos acerca a la ciudad de la luz y de verdad consigue que nos volvamos a enamorar de ella y creamos, como cree Remy, que podemos hacer cualquier cosa que nos propongamos (valga como ejemplo de la calidad y sutileza de la realización, cuajada de metáforas, la escena de escasos dos minutos en que el cocinero Linguini lleva por primera vez a su zulo-piso a Remy y tras un primer barrido en que no se aprecia gran cosa, volvemos sobre nuestros pasos para descubrir tras la ventana una preciosa imagen de la torre Eiffel iluminada, porque hasta en los sitios más humildes hay sitio para la esperanza). Ratatouille presenta una galería de personajes (desde los buenos muy buenos hasta los malos horribles que dan un giro a sus malvadas intenciones esta vez y para alegría de los mayores con la presencia de un abogado, sí sí, un abogado y un inspector de sanidad caminando entre las filas de la alianza de malignos) sorprendentemente bien dibujados, cada uno con sus matices y su espacio, todos simpáticos hasta los de peores intenciones, algunos incluso adorables como el fantasma regordete de Gusteau, nuestro Linguini torpe, tierno, chispeante “basurilla” como tantos jóvenes que empezamos en nuestros primeros trabajos, el ilustre crítico (genialmente resuelto) y cómo no, Remy, que valiéndose de un guión más que válido nos da más de una lección y en el que es muy posible sentirse reflejado.
Acostumbrada como estoy a ser ciertamente hiriente en mis comentarios me siento ligeramente incómoda al encontrarme tan blanda frente a esta ratita que cocina, que al contrario de sus congéneres no se conforma con lo que a priori está destinada (o condenada) a hacer, que se niega a rebuscar en la basura, que busca su sitio en el mundo y lucha por conseguirlo a pesar de todo; una ratita cocinera (que guisa pero no sisa) que desborda buenos sentimientos y como decimos coloquialmente “que da buen rollito”. Un resultado inteligente con un mensaje tan tierno… Tan de verdad, tan hermoso… Con una factura tan clara, una animación tan brillante y una realización que funciona tan bien (ojo a las escenas de persecución tanto en la cocina como por París) que no puedo sino recomendarla encarecidamente (no ya a los niños sino a los que no lo son tanto). Una humilde ratita (película) que derrocha talento y carisma…Esto es ante lo que me he encontrado…Una película (ratita) que no las tenía todas consigo pero que sale absolutamente victoriosa y de la que me llevo un grato recuerdo y una gran sonrisa…(ya estoy esperando que salga a la venta el correspondiente peluche con gorrito de cocinero y cuchara de palo). ¡No dejéis de ver el trailer de la película! Quién se podría resistir a esas caras a medio camino entre el cachondeo y el abrazo más tierno… Camarero, ¿hoy que hay en el menú? Ratatouille. Una excelente recomendación. Bon Apetit!
Autora: María Sopeña Font
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