Título original: Hereafter
Dirección: Clint Eastwood
País: USA.
Año: 2010.
Duración: 129 min.
Género: Drama.
Reparto: Matt Damon, Cécile de France, Frankie McLaren, George McLaren
Guión: Peter Morgan. Producción: Clint Eastwood, Kathleen Kennedy, Robert Lorenz, Steven Spielberg.
Música: Clint Eastwood.
Edición: Joel Cox, Gary D. Roach.
Estreno en España: 21 de Enero del 2011.
Clint Eastwood vuelve a coger la batuta de la dirección para ofrecernos una nueva reflexión acerca de los límites de la existencia humana. En esta película, las experiencias de tres personajes se cruzan y unen estableciendo un vínculo determinado por la dureza de lo vivido.
Por un parte, George Lonnegan (Matt Damon) trata de normalizar su vida al máximo pese a que como él mismo defiende, posee “una maldición más que un don”: es capaz de establecer contacto con difuntos. Tras vivir unos años de gloria y exposición, decide alejarse de ese modo de vida, intentando huir de una tarea que le obliga a encadenarse a los muertos. Marie Lelay (Cécile de France) sufre en primera persona una experiencia cercana a la muerte, al encontrarse en Tailandia en el 2004, momento en el que se produjo el devastador tsunami. Tras esta marca, su vida parece zozobrar ante lo que ha sentido, y trata de buscar respuestas al respecto. En Londres, Marcus (Frankie McLaren) vive feliz en un entorno hostil gracias a que puede compartir su día a día con su hermano gemelo, Jason (George McLaren). Desafortunadamente, el destino se tuerce para ambos, y consigue derrumbar toda la existencia del pequeño Marcus.
Con la marca que la muerte deja en personas completamente distintas como denominador común, esta película permite hacer una reflexión profunda sobre lo que queda en este mundo de vivos perteneciente a aquellos que pasan al otro lado. Y, pese a todo lo que ya se ha dicho y comentado acerca del tema, no deja de sorprender como podemos una vez más, perdernos en los límites de la comprensión humana, dejar de creer o agarrarnos a una fe demoledora, que nos permite soñar con que no todo acaba cuando la silenciosa parca nos acaricia definitivamente.
La cinta parece centrarse de manera excesiva en la localización de los personajes en trágicos eventos, quizás demasiado cercanos en el tiempo como para haber tomado una distancia que nos permita verlo con un mayor sosiego. Profundizar en el recuerdo de la catástrofe del tsunami en el Océano Índico del 2004 (cerca de 230.000 víctimas) y en los atentados ocurridos en Londres en el 2005, que dejaron un total de casi sesenta personas fallecidas y setecientas heridas, puede convertirse en una concesión demasiado peligrosa, tratándose de tan cercanas tragedias.
Recogiendo el testigo de las nuevas reflexiones de nuestra compañera María Jesús, desde su Mecedora, parece que actualmente podemos encontrar en las carteleras muchas historias al estilo de la descrita en este film, quizás en un intento de dar un reflejo de la verdadera crisis humana -ahora que se estila tanto pesimismo entre la sociedad-, apuntando a la muerte como aquello que nos hace perder de manera definitiva todo aquello que tenemos, sin hacer diferencias.
Pese a todo, incluso a aquellos que quieran hacernos creer de manera efímera en una esperanza más allá de lo que no podemos comprender, el film nos muestra que la verdadera motivación de nuestra mortalidad es el hecho de poder disfrutar de una trayectoria vital plenamente feliz, tanto que lo que menos nos importante, sea el final.
No lo dudéis, si acudís a los cines -sólo los mejores, ya sabéis- no dudéis en compartirlo con alguien especial, así esta película (y cualquiera) siempre será especial. Yo por mi parte, me siento muy afortunado por poder contar conmigo con muchas personas que, aunque parezcan estar lejos, siempre me acompañan. Entre ellas, por supuesto, se encuentran los compañeros que hacen posible, no sólo esta increíble web de cine, si no también una nueva Revista –Todos al cine: la revista que estabas esperando– que viene dispuesta a aportar más éxitos a este proyecto.
Como bien plasmó el doctor Gregorio Marañón:
Vivir no es sólo existir,
sino existir y crear,
saber gozar y sufrir
y no dormir sin soñar.
Descansar, es empezar a morir.
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