Título original: Les misérables.
Dirección: Tom Hooper.
Guion: William Nicholson, Alain Boublil, Claude-Michel Schönberg y Herbert Kretzmer; sobre el musical de Alain Boublil y Claude-Michel Schönberg, basado en Les misérables de Victor Hugo.
País: Reino Unido.
Año: 2012.
Duración: 158 min.
Género: Drama, musical.
Reparto: Hugh Jackman (Jean Valjean), Russell Crowe (inspector Javert), Anne Hathaway (Fantine), Amanda Seyfried (Cosette), Helena Bonham Carter (Madame Thénardier), Eddie Redmayne (Marius), Aaron Tveit (Enjolras), Sacha Baron Cohen (Thénardier), Samantha Barks (Éponine), Daniel Huttlestone (Gavroche).
Producción: Tim Bevan, Eric Fellner, Debra Hayward y Cameron Mackintosh.
Música: Claude-Michel Schönberg.
Fotografía: Danny Cohen.
Montaje: Chris Dickens y Melanie Ann Oliver.
Diseño de producción: Eve Stewart.
Vestuario: Paco Delgado.
Distribuidora: Universal Pictures International Spain.
Estreno en Reino Unido: 11 Enero 2013.
Estreno en España: 25 Diciembre 2012.
Calificación por edades: No recomendada para menores de 7 años.
Protagonistas, seguro. Guión Adaptado, por descontado. Banda Sonora y Canción Original, imprescindibles. Dirección de Arte, Vestuario y Maquillaje, más que probables. Edición y Mezcla de Sonido, ineludibles. Si me apuran, Mejor Película. No porque lo sea, que no lo es, pero sí la más impactante. Estas son –tirando a la baja- las nominaciones que Los miserables va a obtener para los premios de la Academia, puede que incluso las de Mejor Actor y Mejor Actriz de Reparto, y necesariamente la de Mejor Director, aunque resulte quimérico que ninguno de ellos lo vaya a obtener. Sólo Tom Hooper podía presentar la película más esperada del momento, no una brillante e intimista como El discurso del rey (2011), sino una superproducción, la adaptación de un musical, pero no cualquiera: el más célebre de la historia. Les misérables llega a nuestras pantallas rodeada de expectación, de miedos fundados y de algún que otro recelo. Recelo porque no es una novela adaptada -poco tiene de Victor Hugo salvo sus personajes-, sino un musical, una traslación de Broadway, de París y del West End al séptimo arte, pese a todo lo cinematográfico que tiene. Porque no es una novela adaptada, es cierto, pero es cine en estado puro, cine del que emociona, enfada, atrae y encandila, con todo lo que ello implica. Su dispendio de medios deriva en conmoción para el espectador. Vestuario, atrezzo, decorados, todo unido es casi libertinaje sensorial, una producción que deja el listón muy alto a quienes quieran hacer cine y sobre todo, a quienes crean que el cine sólo puede ser así.
Imágenes de “Los miserables”. Universal Pictures International Spain © 2012 Universal Pictures. Todos los derechos reservados. |
La historia es por todos conocida. Jean Valjean (Hugh Jackman), el preso 24601, cumple condena de 19 años por robar una hogaza de pan. 19 años en las galeras obligado a realizar trabajos forzados en condiciones infrahumanas. En 1815, el inspector Javert (Russell Crowe) le concede la libertad condicional, una libertad que nada tiene de auténtica, ya que deberá bregar con una sociedad en la que Valjean no es más que un convicto, un paria al que se ningunea y veja, y cuya situación le postra ante la maledicencia del resto de sus semejantes. Aunque no todos. La piedad del obispo de Digne, quien le ofrece alimento y cobijo, hace que Valjean decida desvalijarle para poder asegurarse un futuro mejor. Al ser nuevamente arrestado el obispo no sólo no le delatará, sino que le entregará unos candelabros de plata para que inicie una nueva vida honesta. Así lo hará. En la ciudad de Montreuil, de la que será alcalde en 1823, bajo la nueva identidad de Monsieur Madeleine, Valjean será conocido por magnánimo y ecuánime. Magnánimo incluso cuando el inspector Javert llega a la ciudad para ponerse bajo sus órdenes; magnánimo también cuando descubre que una trabajadora de su fábrica, Fantine (Anne Hathaway), ha sido despedida por su condición de madre soltera, viéndose obligada a vender literalmente su cuerpo (empezando por su cabellera, sus dientes y su dignidad), para sacar adelante a su pequeña Cosette.
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Cuando Valjean descubra a la enferma Fantine en las calles de Montreuil, no dudará en hacerle una promesa: él se hará cargo de la tutela de Cosette, actualmente bajo la protección de los Thénardier, unos mesoneros que la han criado como esclava. Así pues Valjean, acechado por Javert por haber reconocido ante un tribunal que él es el auténtico preso 24601, pagará por Cosette 1500 francos a Madame y a Monsieur Thénardier (Helena Bonham Carter y Sacha Baron Cohen respectivamente), prometiendo darle la vida que Fantine hubiera querido que tuviera. Los dos solos, huyendo de la justicia y del persistente Javert, conseguirán asentarse años después en París, donde serán testigos de las protestas sociales a colación de la nueva monarquía francesa.
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En 1832 Cosette encontrará a Marius (Eddie Redmayne), un joven revolucionario que, acompañado por un grupo de intelectuales, planean oponerse al ejército y al sistema opresor que mantiene en condiciones depauperadas a las clases menos pudientes. Aunque Marius es un oneroso aristócrata, se niega a aceptar el dinero que no se ha ganado, hecho que engatusa a su bella sirvienta Éponine (Samantha Barks), hermanastra de Cosette durante la infancia e hija de los Thénardier. En este momento convulso de la historia de Francia, se unirán en el mismo escenario los enamorados Cosette, Marius y Éponine; a los que se añadirán el inspector Javert y Valjean, quien se adentrará en las barricadas para proteger la vida del amor de su hija. Los cinco personajes, todos ellos contrapuestos y con intereses diferentes, tendrán que arriesgar su vida, sus sueños y su esperanza por un ideal superior, sea éste la vida, la igualdad, la justicia, el amor o la redención.
Imágenes de “Los miserables”. Universal Pictures International Spain © 2012 Universal Pictures. Todos los derechos reservados. |
Con la participación de los productores, escritores y compositores que sacaron adelante el musical en 1980, en Los Miserables encontramos magníficas contradicciones, unas contradicciones que constituyen el mayor acierto de la película. Entre ellas está la irrealidad, con una puesta en escena que busca inexcusablemente lo ilusorio, lo histriónico, lo grotesco. Pero una irrealidad que también se conjuga con el realismo, el de la situación que expone, el de la pobreza, la indigencia, la miseria. Visualmente se nos muestra una combinación armónica de elementos a priori irreconciliables, como superficies desnudas en encuadres generales y diáfanos (imposible no evocar El discurso del rey), con planos detalle, diagonales y muchos escorzos. Sus espacios naturales amplios se contraponen con la profusión de decorados, unas construcciones realizadas sin trazo firme ni línea recta, edificios torcidos, ambientes surrealistas, perfiles espontáneos y libres, con elefantes de mármol y avenidas pantagruélicas. Tampoco su vestuario queda atrás en esta carrera por el efectismo, el español Paco Delgado juega con las tonalidades frías de una época desangelada, y las combina a su antojo con los bermellones que algún día soñó el Moulin Rouge, rojos de las meretrices, de los presos, de los revolucionarios muertos; y negros, y fucsias, y también amarillos, porque el peso del alivio emocional recae por completo en los colores atrevidos que lucen los Thénardier, única concesión a una estética influenciada por Luhrman y Burton.
Imágenes de “Los miserables”. Universal Pictures International Spain © 2012 Universal Pictures. Todos los derechos reservados. |
No obstante, pecaríamos de ingenuos si creyésemos que Los Miserables se reduce a una escenografía y una pericia visual extraordinarias, ya que si algo destaca en ella es su delicado y bien elegido elenco. Jackman, del que no se puede decir nada que no haya demostrado él antes, da lo mejor de sí mismo como protagonista, al igual que todo, stricto sensu, lo entrega Hathaway (magnífica en su solo “I dreamed a dream”). Aunque nada sería de estos buenos sin paliativos sin el antagonista por excelencia, el comedido Crowe, con su esforzada tarea musical (quizá el más escaso de competencia en lares musicales, pero no por ello menos meritorio), y su pose digna y siempre serena, impertérrito ante envistes de la naturaleza que sea. Sin menosprecio de los demás personajes, que son muchos y todos ellos competentes, es obligado mencionar a la nota discordante, a los únicos personajes que siendo trágicos, aportan el toque de comedia, Bonham Carter y Baron Cohen, pulcros en su pantomima, rematadamente esperpénticos y repletos de vida. Sin ellos y sin los visos de suprarrealidad que bañan la narración, sería muy difícil definir esta película.
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Porque sí, es una película, aunque no un film al uso con su tempo, su lógica, sus licencias; Los Miserables es una loa al exceso de cualquier tipo, de emociones, de música, de colores, de tiempo, de irrealidad. Si desean ver una buena adaptación de la novela, no duden en acudir a la versión de Bille August (1998), la de Tom Hooper no es la que buscan. Sólo si están dispuestos a dejarse llevar, a establecer un pacto implícito con el director y con los actores de que lo que están viendo es lo más irreal que puede ofrecer la cruda realidad, podrán disfrutar de ella; sólo si saben que “la vida ha matado el sueño” pero que el sueño puede convertirse en cine, podrán saborearla; sólo si van a las salas sin portar prejuicios, sabrán apreciar Los Miserables. Porque si no son capaces de realizar este tipo de concesiones, tal vez ésta no sea su película.
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