exorcistaTítulo: El exorcista
Director: William Friedkin
País: EE. UU.
Año:1973
Duración: 122 minutos
Reparto: Linda Blair (Regan), Ellen Burstyn (Chris MacNeil), Jason Miller (padre Karras), Max von Sydow (padre Merrin)

El cine de terror es uno de los que más pasiones levanta entre los aficionados al séptimo arte. Ya sea a favor o en contra de él, las opiniones que despierta son siempre apasionadas y, desde aquí, desde www.TodoEsCine.com vamos a romper una lanza a favor del cine de terror. Muchos de los prejuicios que se aglutinan en torno a este género se basan en anticuados clichés y estereotipos de cine de serie B. Pero cuando un verdadero aficionado al cine ve una buena película de terror, termina por descubrir un género apasionante, quizá el que más enganche de todos. Y es que, ¿quién no recuerda el fotograma de Regan, la niña del exorcista, girando su cabeza 360º? ¿O la cara de psicópata de Jack Nicholson asomándose a través de la puerta en El Resplandor? ¿O ese “Ve hacia la luz Carol Anne” de Poltergeist? El cine de terror forma parte de nuestro imaginario colectivo y de nuestra cultura y, por eso, desde aquí queremos rememorar y dar a conocer las grandes obras maestras de este, a veces, tan depauperado género.

Para inaugurar esta sección hemos elegido uno de los grandes filmes de terror de la historia, quizá el preferido de muchos cinéfilos del terror: El Exorcista. Poco más se puede añadir tras mencionar el título ya que, quien más quien menos, ha visto la película completa o, al menos, parte de ella.

A grandes rasgos, la trama de la película nos narra la historia de Regan, una niña de doce años que enferma extrañamente. Su madre, una famosa actriz, la lleva a un sinnúmero de médicos sin que ninguno pueda encontrar el mal que le aqueja. Ante la falta de soluciones médicas, terminarán por recurrir a un exorcismo para intentar liberar al Regan del mal que le acecha.

La propia historia en sí podría resultar impresionante, pero lo que convierte a El Exorcista en un filme realmente espeluznante es la amplia gama de recursos utilizados por William Friedkin para recrear una atmósfera aterradora donde desarrollar una verdadera historia de miedo; un clima que comienza por la música. Quien no recuerda la escena del padre Merrin entrando en la casa de Regan y se estremece ligeramente cuando escucha el Tubular Bells de Mike Olfield, el tema más famoso de la película.

En cuanto a los recursos visuales, el director consigue un magnífico equilibrio entre los recursos utilizados para crear una sensación tenebrosa pero evitando sobrecargar la escena de tal manera que resulte increíble. Usa efectos especiales como la levitación de la niña o los temblores de la cama pero sin llegar a ser lo suficientemente espectaculares como para restar credibilidad a la historia. Usa la sangre y los fluidos de Regan con gran mesura, sin caer en la vorágine de sangre y vómitos en que degeneran otras películas de terror. Podría decirse que William Friedkin captó el punto justo de sal que debía usar para sazonar el filme sin que quedara demasiado soso ni demasiado salado.

En esta credibilidad de la historia destaca la excelente elección del emplazamiento donde se desarrolla. Los hechos suceden en la ciudad de Washington pero, ante el espectador, no se presenta la típica casa americana espaciosa, luminosa y con jardín. Es más bien una casa de estilo tenebroso, con aire plomizo, a la que llega poca luz y que está rodeada de unas inquietantes escaleras, ¡ay las escaleras…! Si nos adentramos en el interior de la morada, la imagen no es mucho más alentadora, especialmente la del cuarto de Regan, donde el frío glaciar que destilan todas las escenas en ella rodadas (la habitación se construyó dentro de un gigantesco congelador) encoge al espectador y, de cierta manera, le hiela y sitúa junto al padre Karras, en la cabecera de la cama de Regan.

Hasta ahora sólo se ha hablado del ambiente magníficamente creado, pero con ello no se puede pasar por alto el papel de Regan, interpretado por Linda Blair. Una niña con dos caras a lo largo de la película, tan pronto un pobre angelito atormentado interiormente como un demonio de la peor calaña. A la sombra de este papel tan espectacular, se encuentra el personaje de la madre, Ellen Burstyn que, relegada a un segundo plano por el obvio protagonismo de la niña, va interiorizando y reflejando progresivamente en su personaje el abatimiento y desesperación que produce en su hija y en ella misma la situación que ambas viven. Un sufrimiento que, a su manera, también padecerá el padre Karras, entremezclando la situación de Regan con la reciente muerte de su madre.

Un contenido muy prometedor al que, por si no fuera bastante, también le acompañan otro tipo de historias reales más oscuras acaecidas durante el rodaje de la película: el incendio misterioso y sin aclarar de uno de los sets de grabación; la muerte del actor Jack McGowran, el director borracho, que falleció durante la grabación de la cinta; las muertes de familiares de actores y gente relacionada con el rodaje… E, incluso, cuando la película se llevó al teatro en Londres, también se tradujo en muerte cuando la actriz que hacía de niña poseída (Mary Ure) falleció poco después de hacer su primera función.

Una obra inquietante y sorprendente hasta el último momento, con ese gran giro final de la película cuando, tras atormentar a Regan durante toda la cinta, el espíritu… Bueno, mejor no desvelar el final y que lo averigüen por sí mismos. Si es que aún hay alguien que no haya visto El Exorcista

Autor: Ángel Luis García Álvarez

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