Cuenta la leyenda que un joven madrileño con nombre de emperador romano, se puso bajo la batuta de Santiago Lapeira para dar con los veinticuatro escalones de la orden del temple. Cuenta la leyenda que Maximiliano Teodoro, por todos conocido como Maxi Iglesias, descubrió en este filme que rodar en pleno invierno en el pirineo andorrano y con la mística de un tesoro cátaro oculto tras el sello de Lapeira, le iba a granjear mayor aventura de la que jamás había vivido, por mucho que sus devaneos con la física y la química le llevasen a ser un protegido e incluso a amar en tiempos revueltos en Toledo, todo ello bajo los efluvios de la seducción catódica. También es cierto que este personaje de fisionomía hercúlea llegó a la rueda de prensa del pasado dos de julio embriagado por la proeza de otros once gladiadores, la Selección española, que conquistaron horas antes su rojo, nuestro rojo, corazón latino. Y también que durante las horas previas a que los ganadores de tamaña proeza europea se dejaran caer por la capital, Maxi Iglesias, protagonista de El secreto de los 24 escalones, nos ofreció una galante entrevista en la cálida mañana de Madrid. A su lado acudimos doce periodistas, doce mujeres con piedad que auscultamos a este chaval de ojos felinos que se enternece ponderando las ventajas de los campamentos, del frescor nocturno cuando se pasa en vela y de los affaires, que no los sueños, de una noche de verano.
Este César casi adolescente, gustoso lector de Los cinco de Enid Blyton, entusiasta de sus cintas infantiles en VHS y de Balto, la mejor película de aventuras de su cercana niñez, abre su corazón y los botones de su blanca camiseta para demostrar que todavía tiene mucho que interpretar y que vivir, si bien al fin ha conseguido rodar una película que pudiera comenzar con un legendario “cuenta la leyenda”. Un joven cuyos modos de hablar y de expresarse dejan entrever que disfruta, vive y flirtea a piacere, y cuya gentileza y sencillez resultan del todo magnéticas. Al menos, eso cuenta la leyenda…
LTD.- De lo que has dicho en la rueda de prensa se deduce que tienes proyectos en el extranjero…
M.I.- Ya te contaré…
LTD.- Hombre, confiesa algo, ¿es un proyecto importante?
M.I.- Es que me da gafe, si los periodistas vais a ser los primeros en saberlo al final, así que… Entiendo que lo necesites saber ahora, ya… -dubitativo, le da lástima la labor de la prensa-, ya…
LTD.- Pero ¿es suculento?
M.I.- Suculentísimo… Atrevido pero suculento. No sé cómo va a resultar pero bueno. No voy a seguir porque al final lo voy a soltar “¿comedia o acción?” “¿En Barcelona o en Madrid?” “¿Fechas y con quién?” –sigue riendo-. Lo que es cierto es que no descarto lo de trabajar fuera de España, es una opción; de hecho cuando terminé Toledo me fui a estudiar inglés, estuve dos meses fuera estudiando de lunes a viernes todas las mañanas, me vino súper bien, además me gusta desconectar después de estar trabajando y sentirte uno más. Estaba en una academia rodeado de asiáticos
LTD.- Rodeado de asiáticos uno más no serías…
M.I.- Sí, sí, era muy gracioso. Los asiáticos en general son una cultura muy curiosa, sé algunas palabras: Namasté y alguna más. Namasté significa “hasta pronto”. Y Matane es “hasta mañana”. Y nada más, es todo lo que sé.
LTD.- Y en El secreto de los 24 escalones, lo intentas con el catalán
M.I.- El catalán lo intenté, pero hacía más el ridículo que nada, no lo hacía bien; pero claro, me ves a mí diciendo cosas que al final luego se doblaron, y la verdad es que queda un poco raro el doblaje. De hecho yo les decía que hablaran en catalán para ir aprendiendo, ¿verdad que os decía que me hablarais en catalán para que lo pillara? –le dice a sus compañeros de reparto en la otra punta meridiana de la sala-.
Albert Adrià.- ¡Y lo hablaba muy mal!
M.I.- ¡Hala, gracias Albert! Hablaba una miqueta, pero se lo decía, porque me gusta estar abierto a aprender cosas nuevas, ya que estás con todo el equipo es una oportunidad de si te estás fijando, entenderlo. Hablarlo era más difícil. Lo entendías todo, sobre todo palabras más técnicas de cámara y todo que yo se lo decía: “chicos, habladme en catalán que no me importa”.
LTD.- Ana Torroja mencionó que ésta es una película en la que se exaltan valores importantes, como el compañerismo o el amor por la naturaleza, valores que tú compartes, por lo que tengo entendido
M.I.- Me encantan los campamentos. Fui desde los seis años hasta el verano antes de entrar en Física y Química, diecisiete años tenía cuando lo dejé. Llegué al tope de lo que se podía porque el siguiente paso era hacerte monitor. Claro, al principio cuando te vas lo que más gusta es ir con las linternas a buscar por la noche gamusinos –reímos -, y más adelante con 14 o 15 los gamusinos venían a ti –seguimos riendo-. Reconozco que me lo he pasado muy bien. Ligaba bastante, debo reconocerlo –ríe pícaro-.
LTD.- ¿En serio? Qué raro…
M.I.- Pero aprendí que de monitor se liga más. De hecho, de cara ya a la etapa final, el flirteo era ya con las monitoras, ya no valía otra cosa, además no había tanta diferencia de edad, tres años más e incluso sólo uno, y era muy gracioso, las actividades para el día siguiente ya te las sabías, tenías allí información privilegiada. Pero me lo he pasado muy bien, es algo que siempre recomiendo y que a mi sobrina pequeña siempre se lo digo, y a mis amigos que tienen hijos, porque te obligas a desenvolverte en un entorno que no es el tuyo, con gente que no es la tuya, sin que tus papis te cocinen o te hagan todo. Es una experiencia que yo siempre recomiendo. Siempre hay gente que lo pasa mal, porque no está acostumbrada. De hecho el primer año de campamento fue muy difícil para mí, se acababa de morir mi padre y fue como estar súper solo y vinieron a verme mis abuelos.
LTD.- Vaya, lo siento
M.I.- Me acuerdo de que el campamento quedaba cerca de Madrid, no muy lejos, pero luego ya el siguiente lo cogí con unas ganas… A Cantabria, a Navarra, al norte de Burgos con mucho frío. Era genial porque llegaba julio y esa sensación de dormir por la noche con el forro polar. Es que me encanta, ahí con la hoguerita, dejas que entren en tu saco y… -reímos ya a carcajadas, su flirteo es incorregible-. Además me encantaban los juegos que hacíamos allí. Todos tenemos en la cabeza el de la botella pero siempre estaban de por medio los besos, no me preguntes por qué, era algo que parecía que no pero luego sí que gustaba, la gente decía “no” pero luego te decía “venga va”. Era estupendo llegar al campamento al año siguiente, y no había juegos del año anterior que se repitiesen, porque nunca eran los mismos monitores ni los mismos grupos. Lo organizaba el ayuntamiento y cada año tenía una contrata distinta con una empresa, así que el lugar era diferente y todo era distinto. La clave era nunca repetir, porque así es como realmente disfrutas. Porque si te acostumbras o se hacen grupos de amigos que siempre son los mismos, no es la misma experiencia. Lo que gusta del campamento es llegar y estar con gente diferente. Parece que voy a montar un grupo de campamento, estoy patrocinándolo -reímos-. Pero la naturaleza me gusta, los amores de verano. Yo era feliz. Luego fue salir en la tele y se cortó el grifo.
LTD.- Seguro que sí…
M.I.- No, es que sabes lo que pasa, que para mí ligar significaba que ligara yo, currármelo yo; era llegar y mirar y lo típico. Ahora es cuando ves que te miran ellas a ti, porque quieras que no te miran, y ya no es lo mismo, no es el coincidir de esa manera.
LTD.- Y qué me dices de Marc, tu personaje en la película ¿se parece a ti?
M.I.- Pues en común tenemos el espíritu aventurero; sí que hay algo mío en las ganas de resolver el misterio que pasa en la película, el querer solucionarlo y ver qué pasa, qué hay detrás de todo eso. En la vida real yo soy un poco así, si hay algo que ha pasado y me llama la atención no le doy la espalda sino que intento afrontarlo. No he visto templarios por las calles de Madrid pero…
LTD.- Seguro que hay –reímos los dos-
M.I.- Pero me refiero a cosas más cotidianas, es lo que tengo en común con el personaje, ese espíritu de “pues venga vamos a ver, vamos a por el mapa, a por el medallón, a por lo que sea…”. Lo único que nos diferencia es que yo no creo en las leyendas, eso ya no; de pequeño a lo mejor me engañaban pero ya… A raíz de los campamentos –volvemos a reírnos-, ya los gamusinos no existen, sino que eres tú el que te inventas dónde están los gamusinos para que otros vayan a buscarlos.
LTD.- ¿No te dio cierto reparo hacer una sesión de ouija?, Aunque sea ficción siempre hay reticencias a hacer ese tipo de cosas en las películas
M.I.- Fue curioso cuando la hicimos, porque siempre me había llamado la atención que la gente hiciera ouijas, yo nunca había hecho ninguna. Fíjate lo que te da el cine, hacer cosas que nunca has hecho o que siempre habías querido hacer y por fin en el cine lo consigues. En Toledo me pasó al montar a caballo y usar la espada; es algo que siempre he querido y que gracias al trabajo, que se dice pronto, he tenido la oportunidad de hacerlo. Por medio del trabajo, es que es increíble.
LTD.- Haces cine aunque te dedicas eminentemente a la televisión, ¿qué te parece como medio para los actores?
M.I.- La televisión nunca la aparto, la crisis ha llegado a la tele pero no me gusta hablar de la crisis como tal porque todos hablando de ella y al final es un pesimismo generalizado en que caemos todos. Bueno, hoy no porque estamos todos eufóricos (por la Selección de fútbol). Hay gente que siempre me ha intentado diferenciar y me pregunta “ahora haces tele pero ¿harás cine, no?”, y me apetece responderles que no, que la tele sigue siendo trabajo, que sigue siendo una oportunidad. Como decía con Toledo y lo de montar a caballo y a manejar la espada, son oportunidades que te dan los trabajos de hacer cosas diferentes, de hacer lo que te gusta. Vale, es una pantalla más pequeña, a lo mejor las cámaras son peores y vas más rápido, pero es que nunca sabes lo que te vas a encontrar, y a lo mejor en el cine mañana vas a tener que ir a esa velocidad, por los tiempos y por dinero. Nunca le hago feos a la televisión.
LTD.- ¿Y en qué otros ámbitos quieres desenvolverte interpretativamente?
M.I.- Pues tuve la opción de hacer teatro cuando estuve grabando y no podía por tiempos; ahora no me han dicho nada, pero por lo menos me gustaría probar. No me da miedo, en cuanto me llegue un guión y si me gusta, lo haré, que esa es otra historia. Me apetecería hacer comedia en el teatro, hacer reír y sentirlo. Porque si es un drama y sientes al público, el peso de su silencio, ese peso de qué va a pasar… Para mí es mucho más gratificante estar haciendo comedia en el escenario y sentir que aquí se están riendo. Es como las ruedas de prensa cuando pregunta todo el mundo… Que no pregunta nadie nada, la verdad –ríe con pillería-.
LTD.- Es que lo reservamos todo para las entrevistas, somos avariciosos los periodistas
M.I.- Las tres últimas ruedas de prensa que he hecho es que nada, ni una pregunta. A mí las ruedas de prensa y los castings me encantan, no les tengo ningún miedo; de los castings me gusta que te digan que tienes esta oportunidad en este momento, con esta persona; a lo mejor la directora o al director de casting ni le gustas, y tienes que hacerle ver algo que le diga que eres la persona que busca. Y las ruedas de prensa vienen por parte del trabajo, si has hecho algo y quieres que se vea o si la gente tiene unas cuestiones sobre esa película y te quiere preguntar, qué menos ¿no? Yo creo.
LTD.- ¿Y escribir o dirigir también te apetecería?
M.I.- También, todo, todo, todo: campamentos, películas, escribir –reímos de nuevo-. ¡Y doblar! Mira, en XP3D estaba Miguel Ángel Jenner, que doblaba en El Rey León, a Saw, a Samuel L. Jackson. Y luego Eduard Farelo también es doblador, y no te imaginas a quién dobla en El señor de los anillos: al Golum. Así que ya te entra el mono, además también tienes que actuar para doblar y es bastante bonito…
LTD.- ¿Qué es lo que más te ha atraído de El secreto de los 24 escalones, de trabajar con Santiago Lapeira y con tus compañeros?
M.I.- Cuando me llegó el guión me gustó que fuera una historia tipo Los cinco, de aventuras, que me ha gustado de siempre. Conocí a Santiago en una comida en Barcelona y le vi un tío muy intenso, le preguntas algo y te suelta una parrafada, y ya ponía la música, lo juro –reímos-, te decía: “entonces ahora entran los templarios y boom”, y le veía súper motivado. Es muy bonito cuando estás con un director al que el proyecto le llena porque le gusta, a lo mejor el latín no le va pero lo de los templarios es algo que le gusta a Santiago. Si trabajas con un director al que le apasiona lo que hace es estupendo, porque muchas veces son directores por encargo, les toca dirigir una y, les guste o no, lo que se quiere es que hagan una buena película, con una buena dirección de actores, pero a lo mejor el tema en concreto no le va nada. Y en este caso como el tema le gustaba, pues me atrajo aún más. Y con respecto a mis compañeros, ha sido una relación muy buena, lo que pasa es que me da cosa porque están allí los tres…
LTD.- Perdonad, venid para aquí, por favor (los tres van acercándose con reserva, cautela incluso)
M.I.- Sí ¡Eh! ¿Qué hacía Santiago cuando nos planificaba las secuencias? ¿A que ponía la música él?
Albert Adrià, Ona Casamiquela, Aída Flix.- Hacía “¡Boom! ¡Zas! ¡Cataplán!” –se ríen entre ellos-.
LTD.- ¿Y qué tal ha sido la experiencia de rodar con Maxi?
Albert Adrià.- Bien, bien, muy buena…
M.I.- Qué te van a contestar…
O.C; A.F.- Oye, déjanos hablar –reímos-
M.I.- ¿A que Albert es igual a Elijah Wood? Es un canteo…
A.A.- De hecho mi apodo es Frodo –sonríe irónico-.
LTD.- No por dios, eres muy distinto …
M.I.- Y más alto…
LTD.- Se dice que deberías involucrarte en el proyecto de El barco, ¿qué te parece la idea?
M.I.- Yo soy de los que piensa que en un proyecto si hay un cabeza de serie como en este caso es Mario, y que está muy bien, para qué estar de más. Nunca se piensa en uno más para ayudar, es lo que no me gusta de estos casos, por qué no puede entrar un cañón que le ayude, porque claro, al final Mario está solo siempre: está en el barco, maneja la zodiac y sale fuera, bucea, arregla las cosas… En vez de que llegue uno y le haga la contra, o sea que le haga un poco la cobertura, siempre se interpreta como hacerle competencia. Igual que en Los protegidos, ya hay un cabeza de serie, Luis, el macho de la manada.
LTD.- De todos modos, el hecho de introducir a alguien para sustituir a otro suele quedar más patente en el caso de las mujeres, siempre hay una actriz que viene de sustituta de otra
M.I.- La verdad es que sería increíble como idea para un guión dos chicas juntas. En realidad es más fuerza todavía, una combinación de ellas y no como competencia. Pero sí, es así.
LTD.- Hablando de sustitutos, en la película sois dos chicos, aunque tú te llevas a las dos chicas.
M.I.- Sí, en la película vivo una historia de amor doble, muy complicada. Como la vida misma, en algunos campamentos he llegado a tener una historia de amor triple, y no es por echarme flores.
LTD.- ¡Pero a qué campamento ibas!
M.I.- Es que me liberaba: saltar, gritar, jugar, el verano, el frío por las noches… No sé si ligar allí tiene mucho mérito, hasta amigo Luisito que parece que no rompe un plato ligaba. Y en la película está genial no saber qué hacer, por un lado está la guapísima Aída Flix y por otro Ona Casamiquela
LTD.- ¿Y cómo lo llevabas tú ser el único que no se enamora en toda la película?
A.A.- Pues imagínate, estaba yo allí cabreado.
M.I.- Me encanta esa escena en la que estamos tú y yo tumbados en la tienda de campaña en el saco de dormir, y te digo algo y tú coges, te das la vuelta y apagas. Es que me encanta –reímos todos-.
A.A.- Hombre, yo al principio dejo el comentario de que ser profesor de esquí atrae mucho…
M.I.- Es que es otro ligón, por eso no le importa. Pero Marc es un chico aventurero, con ganas de pasarlo bien con sus amigos, de tener un buen tiempo y ligoncete también, a la chita callando se parece a mi amigo Luis.
LTD.- Poniéndonos serios, desde la perspectiva del actor, ¿qué tipos de proyectos crees que necesita el cine español?
M.I.- Creo que lo que necesita es la mentalidad de querer sacarlo adelante. Mira por ejemplo la rueda de prensa de Tengo ganas de ti, me parece de lo mejor: es la estética, las ganas de sacarla adelante lo que hace que al final una película funcione. De estética me parece increíble, parece americana, con los planos geniales. Muchas veces hemos criticado esa fantasía de las películas americanas de qué bien lo pintan, pero es verdad que la gente quiere eso, dentro de la realidad que vivimos nosotros, al menos pintarlo bien, porque la pantalla es para aprovecharla, lo que no quiere decir que luego se tenga que diferenciar por géneros. Puede ser cualquier género pero aprovecharlo y exprimirlo, si se apuesta por él. Pero en todo, no sólo en el cine, vale para cualquier proyecto: las pequeñas empresas que están saliendo ahora, los autónomos que quieren salir adelante con fuerza, es eso. Los tiempos están cambiando y con ellos las formas, las necesidades; el cine tal y como lo conocemos cada vez va a ser más difícil o más raro verlo, cada vez va a tener que ser de maneras más diferentes, y en las premieres promocionarlo bajando de un paracaídas directamente para llamar la atención, porque si no… Es muy difícil, por eso no me gustan los preestrenos, prefiero pagar e ir al cine tranquilo; ir a preestrenos significa ir a la alfombra roja, hacer la foto y ya está, como apoyo muy bien, pero no hay nada que los distinga. Me gustó el de Lo contrario al amor, porque aparecieron en un coche de bomberos, lo que es acorde con la película, para eso están los preestrenos. Si no, me voy al cine a ver la película, que la veo tranquilamente con las butacas que yo quiera, porque luego en los preestrenos siempre falta sitio.
LTD.- ¿Qué tiene de especial El secreto de los 24 escalones para que el público vaya a verla y no a la competencia?
M.I.- Son ligas diferentes, las otras películas están muy bien…
LTD.- Pero eso no se puede decir, Maxi, hay que cuidar el marketing
M.I.- Las cosas como son, en marketing hay que ser ante todo realistas, en Spiderman no hay templarios y Tengo ganas de ti… Es que ha sido la película más vista en su primer fin de semana, así que qué vas a decir, al contrario, animar a la gente a que vaya porque eso es bueno para nosotros. La próxima película que sea de templarios se hará con más dinero porque otras han ido bien. O sea, echarse piedras contra tu propio tejado sería decirles que no fueran a verlas. Esta es totalmente diferente, pequeñita, con otra idea, con otro público. Los chavales de 11 a 13 no van a ir a ver Tengo ganas de ti, sin embargo sí pueden ir a ver Spiderman. No puedes diferenciar, que cada uno haga lo suyo, o que vayan viernes, sábado y domingo, con el carnet joven y con todas estas cosas te sale por cinco euros al día.
LTD.- Pero si tuvieras que ponderar exactamente lo mejor de esta película, ¿qué dirías en una sola línea?
M.I.- Pues que es diferente: para la gente que va al cine con sus padres, que se lo van a pasar bien en familia; y para los que quieran empezar a ir al cine solos, que ésta es la película, con unos valores muy bonitos de la amistad, de la naturaleza, con misterio, con leyendas. Es que hace un montón que yo no veo una película así en el cine, en plan de “cuenta la leyenda”. Tanto que todos teníamos una broma en el rodaje, y era decir esa frase. Por las mañanas, al ir a desayunar, te levantabas y decías: “buenos días, cuenta la leyenda…”; o bien “¿qué hay de comer? Pues cuenta la leyenda que de primero…”, todo el rato diciéndolo.
LTD.- Lo dicho, una película de leyenda…
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