Su nombre no aparece en cientos de entradas de ningún buscador. Su obra, eminentemente cinematografía en corto, apenas es conocida. Sin embargo, es Manuel Carballo una de las promesas hechas realidad del cine español, un treintañero capaz de aunar el thriller del Hollywood más gótico de la década de los cuarenta con el aire salvaje del colorismo tropical de México DF. Joven, de apenas treinta y cuatro años, despierto y con un gran afán por hacer el trabajo bien hecho, Carballo ha conseguido realizar una obra inesperada y ejemplar que ha sorprendido a cuantos se han acercado a ella. Sus actores le alaban. Su equipo dice de él tener una experiencia medible en decenios, y es que acercándose a su film, bien podría decirse que el director de Ulises Pesares y Game Over lleva a sus espaldas raudales de películas. No es así, no obstante, aunque la película que nos presenta, El último justo, resulte una muestra de buen hacer cinematográfico, con todo lo que ello representa, no sólo por la redondez de su guión o el acierto de su casting, sino también por su agudeza visual y su dirección expresiva. Nadie diría que este joven hilarante y divertido, siempre dispuesto a hacer bromas y que rehúsa ser llamado de usted, ha dejado boquiabierto a público y crítica, para desconcierto y sorpresa de su propio realizador. Él mismo nos revela qué ha supuesto para él la vorágine frenética de rodar El último justo.
Lucía Tello Díaz.- El último justo es su ópera prima, pero en realidad usted tiene mucho bagaje en el mundo cinematográfico. ¿Cómo ha sido su experiencia previa a la dirección de largometrajes?
Manuel Carballo.- Sí, la verdad es que tengo bastante experiencia como técnico y eso ayuda a la hora de afrontar el set. Saber qué hace cada uno y cómo tratar a cada quien facilita mucho el trabajo del director.
LTD.- ¿Cómo ha sido para usted el cambio? No debe ser fácil pasar de formar parte del equipo a ser su cabeza visible.
MC.- Sobre todo es un cambio a nivel de responsabilidad –ríe-. Pero lo he llevado con mucha naturalidad, yo creo que he dado bien ese paso, ayudado por la gente que me rodeaba, por ejemplo el director de fotografía, Javier Salmones, con quien yo ya había trabajado como auxiliar, y tengo que decir que la relación entre él y yo, en concreto, no ha cambiado ni un ápice de cuando yo era su compañero a cuando yo era el director de la película. Creo que éste ha sido un poco el símbolo del tránsito que he hecho, muy orgánico desde mi punto de vista.
LTD.- ¿Por qué se le ocurrió un guión así, por qué centrar la película en un mito de tintes cabalísticos?
MC.- Pues lo primero es que los dos argumentistas de la película me hablaron de la existencia de este mito, el de los treinta y seis justos. Con dos cervezas delante y una charla amena, en poco rato desarrollamos una estructura muy básica de misterio e intriga que resultaba muy lógica, del tipo “qué pasaría sí…”. La verdad fue muy sencillo, entre comillas, el pensar en una historia de este tipo a partir del mito.
LTD.- ¿Cómo fue la combinación explosiva entre una ópera prima, y un actor de prestigio y larga trayectoria como Federico Luppi?
MC.- La verdad es que me sentí afortunadísimo. El papel que hace y la importancia que tiene en la película son cruciales. Para ese rol necesitábamos un actor que tuviera un carisma extra-cinematográfico, alguien que estuviera casi por encima de la película y, en este sentido, él era el ideal en todos los aspectos. Pocos se me ocurren en lengua hispana que pudieran acometer ese papel con esa altura.
LTD.- ¿Y qué me dice de la relación con el resto del equipo?
MC.- La verdad es que muy bien. Yo soy un tipo bastante sociable, no tuve muchos problemas a la hora de relacionarme con el equipo mexicano ni con el español, igual un poco ayudado por el hecho de lo que antes comentabas, el haber sido cocinero antes que fraile. Esto hace que la cercanía entre el equipo y el director fuera mucha, y me facilitase muchísimo la labor. Yo por lo menos soy de los que opina que es mejor llevarse bien con tu equipo, que no ser un dictador. En mi caso, cuando era técnico, bajo las órdenes de un dictador hacía las cosas con mucho menos estímulo. Si estás bien y a gusto, se trabaja más motivado.
LTD.- Como periodista me intriga saber qué motiva a un director para poner a un reportero como eje central de un filme.
MC.- Mira, esta es una pregunta clave en esta película, que nadie me ha hecho todavía –ríe-. Y es porque (voy a hacer una revelación cósmica) el personaje de Diego, que es un periodista de guerra, de alguna manera condensa muchos de los pecados de la sociedad actual, que se caracteriza por tener frente a los ojos todo este horror que estamos habituados a ver en el telediario, pero que se limita sólo a retratarlo, sin interferir en ello. De algún modo, me parecía que esa profesión era simbólica y emblemática de la sociedad de la información en la que vivimos ahora, y por eso mismo paga sus pecados.
LTD.- ¿Y qué nos puede contar acerca de los proyectos futuros?
MC.- Existe un proyecto que se está gestando, que es una película sobre jóvenes viviendo el lado más salvaje de la vida, que sucede en esa época tan pregonada que es la transición y la post-transición. Poco más puedo decir de momento, sólo que va a ser una película muy potente y alejada de El último justo en muchos sentidos, será de otro estilo.
LTD.- ¿Cómo se imagina que va a acoger la audiencia El último justo?
MC.- Yo creo que va a ir bien. Es una película atractiva, visualmente potente y que además por su tipo de trama resulta muy estimulante. Espero que vaya bien y, por supuesto, se la recomiendo a todo el mundo que le guste las películas de misterio.
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