Educar no es dar carrera para vivir,
sino templar el alma para las dificultades de la vida
Pitágoras de Samos

 

Queridos amigos de Todo Es Cine:

Un placer volver a estar con todos vosotros. Comenzamos mes y con él, nuevas y sugerentes  propuestas de nuestro amado séptimo arte. Hoy vamos a hablaros de dos películas que, aunque sus historias no tienen nada que ver en principio, vamos a fusionarlas para sacar una interesante reflexión.

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Image de La vida de Pi – Copyright © 2012 Fox 2000 Pictures y Haishang Films. Película distribuida en España por Hispano Foxfilm. Todos los derechos reservados

La primera de ellas es La vida de Pi (2012, Ang Lee), basada en la novela del escritor canadiense Yann Martel, Life of Pi. La historia nos lleva a la India, a la vida de una familia que conduce un zoo. Pi tiene problemas con su nombre, hasta que acaba identificándolo con la notación griega que matemáticamente equivale a 3,141592… En el zoo familiar, Pi ve cómo los animales van creciendo a su alrededor y les va sintiendo parte de su familia, todos juntos, orgullosos de su trabajo, van adquiriendo más y más animales, hasta que llega un tigre llamado Richard Parker. Su padre le advierte de que no debe tratar al tigre como al resto de los animales, pues Richard Parker tiene una fuerza que le puede costar la vida.

Sus padres deciden trasladarse a Canadá y, en la travesía, Pi pierde muchas cosas, entre ellas a su familia y casi la vida. Pero en la barca se queda con alguno de los animales que tanto amaba, entre ellos al tigre. Él que era un chico acostumbrado a amar tanto a la naturaleza y a los animales, vegetariano y cuidadoso, se encuentra con Richard Parker, un terrible carnívoro. Durante toda la travesía, Pi se dedicará a estar en alerta para no ser devorado por el felino.

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Image de El sabor de las cerezas – Copyright © 1997 Abbas Kiarostami Productions, CiBy 2000, Kanoon. Película distribuida en España por Vertigo Films. Todos los derechos reservados

La otra historia es El sabor de las cerezas (1997), dirigida por Abbas Kiarostami y ganadora de la Palma de Oro en Cannes. En esta historia nos encontramos con el señor Badii, quien conduce por una carretera a las afueras de Teherán. Este hombre, cansado de su existencia, va buscando a alguien que le ayude a acabar con su vida. Cada persona que se monta en su coche va narrando su experiencia vital, hasta que llega un hombre que también intentó quitarse la vida, pero que al subirse a un árbol con cerezas y probar una, la sensación de esa fruta le hizo recapacitar y dejar de lado la idea de terminar con todo. La historia del señor Badii sigue, pero eso os lo dejo a vosotros para que la veáis.

Como os anunciaba, estas dos películas tienen un nexo en común. Cuántas veces las grandes amenazas, como el tigre, los problemas enormes que no nos dejan bajar la guardia, pueden salvar la vida en un momento dado, al igual que Richard Parker hizo con Pi; le tenía tan extenuado que, de no ser por la fuerza de supervivencia que le hacía olvidar que estaba en ese mar profundo y oscuro, se hubiera dado cuenta de que ése era su final. También es cierto, como en la segunda película, que algo tan insignificante como una cereza, puede hacer que a veces merezca la pena bajarse del árbol y volver a caminar. La vida está llena de grandes y pequeños problemas, de grandes y pequeños sufrimientos, pero también de grandes y pequeñas alegrías, aunque tal vez no hagan tanto ruido.

Aprovechemos cada oportunidad para levantarnos, para caminar; y en la educación de nuestros niños, enseñémosles el arte de templar el alma para las dificultades y acontecimientos de la vida.

Con todo el cariño, feliz marzo para todos, desde la Mecedora

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