Aunque en este 2020 todos los meses están siendo terroríficos y las noticias parecen remitir al inicio de una película Z o a cualquier distopía apocalíptica, llega octubre y con él la noche de los muertos y cómo no, el género de terror. En 1994, Alex Proyas dirigía El cuervo (basada en el cómic homónimo) cuyo estreno daría mucho que hablar, sobre todo por la muerte de su actor principal durante el rodaje, Brandon Lee, hijo del difunto Bruce Lee.
Tristemente en su momento hubo más comentarios sobre aquella bala perdida que sobre la obra en sí. Pero el tiempo la puso en su lugar y si en el ’94 fue aclamada, con los años fue venerada. En la actualidad, hallamos numerosas referencias iconográficas de esta obra de culto. El argumento es sencillo, una joven pareja es brutalmente asesinada en su piso el día de los muertos, en Halloween, fecha a su vez elegida para celebrar su boda. Un año más tarde, pero el día anterior, conocido como la noche del diablo, un cuervo trae a Eric, el novio, de vuelta a la vida, para juntos llevar a cabo su venganza. El cuervo es su animal totémico, convierte al joven en inmortal. Animal y hombre forman un binomio indestructible; el chico ve lo que ve el cuervo y éste absorbe el daño que puedan infligir a Eric.
Gran importancia cobra la noche en esta obra gótica. Por los tejados citadinos nocturnos tendrán lugar las inolvidables persecuciones, así como el duelo final, al estilo capa y espada, sobre el tejado de la, también gótica, iglesia del cementerio.
El rito iniciático con el cual Eric pasa de un ser que vuelve a la vida, a un ser de venganza, es el ritual del maquillaje, sus colores de guerra. En su piso, ante el espejo del tocador, inmerso en sus recuerdos con su novia (siempre en rojo cálido creando un gran contraste con el azul frío que inunda la película), comienza a pintarse la cara de blanco, a excepción de los ojos y los labios, que irán de negro. Esta imagen, junto con su atuendo negro, creó una iconografía propia y disfraz recurrente en la noche de Halloween desde el año de su estreno. El cuervo es el animal de los cementerios, de la noche, estigmatizado por Poe como atormentador de poetas y, aquí, convertido en dador de vida, aunque sólo sea por dos días, para hacer justicia, algo que Eric Draven y su novia no tuvieron. Notable, aunque sólo en inglés, es el juego de palabras con el apellido Draven, similar a raven, cuervo en inglés y el título de la película que tiene ese mismo significado, crow, cuervo también.
Así este ave, habitual en el cine de terror y por lo general imagen del mal, pierde aquí parte de esa faceta maligna convirtiéndose en benefactor del héroe, no obstante, mantiene su carácter mágico, y para los antagonistas realmente es un azote, pues con su extrema inteligencia, que habitualmente le caracteriza, siempre lleva las de ganar. La negrura del animal lo invade el conjunto, la oscuridad, la noche, el cementerio y toda la ciudad parecen ser una prolongación suya y por ello lo domina todo.
La gran película que logró realizar Alex Proyas junto al inigualable Brandon Lee crearon una iconografía tan propia que sería referenciada en otras cintas a lo largo de los años, tal vez de las más recordadas sea la de Heath Ledger como el Joker.
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