Cuando en tiempos reales suceden acontecimientos completamente impensables, científicamente irreales, entramos en el campo de la ciencia ficción, la cual, en numerosas ocasiones se mezcla con el género de terror. Para la elaboración de estas obras, para conferirles credibilidad, para que al espectador le produzca más veracidad, resulta habitual el empleo de lo que se denomina found footage. A este género tan efectivo de metraje encontrado, le abrió la veda el ya clásico del “gore” Holocausto caníbal, (Dir. Ruggero Deodato, 1980), pero el espaldarazo definitivo, la cinta que lo puso de moda y generalizó su empleo fue El proyecto de la bruja de Blair (Dir. Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999). Filón que luego aprovecharían obras tan conocidas como la saga Paranormal activity (Dir. Oren Peli, 2007).
En el 2008, J.J. Abrams produjo Monstruoso dirigida por Matt Reeves, una obra que emplea ese efecto de metraje encontrado, de una manera más radical. Supuestamente quien se encarga de grabar casi toda la cinta y cargar con la cámara, es un joven inexperto, a quien su novia le enseña incluso a encenderla y mirar por el visor.
Con lo cual, nos encontraremos con gran parte de la acción compuesta por planos muy inclinados, movimientos bruscos de cámara, uso del zoom muy evidente y composiciones de cuadro completamente llenas rebosantes, sin aire o con cortes descuidados en los cuerpos de los actores. Unos supuestos errores compositivos y de realización que aumentan notablemente su propósito: dotarla de apariencia veraz.
La cinta está compuesta por dos grabaciones con casi un mes de diferencia, incluso coinciden las horas de inicio y fin, las 6.42 de la mañana. La primera narración es sobre el día que Rob y Beth, dos jóvenes y viejos amigos tienen relaciones, tras lo cual pasan el día en la feria de Coney Island. La felicidad y la quietud de la primera obra grabada por Rob, contrasta con la segunda cinta grabada por su amigo Hub un mes más tarde. La noche en la cual el hermano de Rob y su novia le organizan una fiesta de despedida. Rob se marcha a Japón por trabajo.
La fiesta y alegría del nocturno Manhattan se ven interrumpidas cuando un monstruo gigante como Godzila y junto a él numerosos bichitos más, tipo arácnidos y más pequeños, atacan la ciudad
Durante la catástrofe imágenes muy familiares a las sucedidas en el 11-S se suceden. Esa imaginería tan conocida sirve de apoyo a la obra, a la hora de resultar más creíble a un espectador que siete años antes ya las había visto, incrédulo, en las noticias. Un espectador a quien, en 2008, cualquier tipo de amenaza exterior que pudiera transformar su mundo por completo le resultaba un tanto ajena y lejana. Habrá que ver a partir de ahora si al público del 2020 le resultarán necesarios esos métodos tan eficaces como el found footage para que la narración le resulte veraz y posible. O tal vez esté de vuelta de todo y sea capaz de creer que cualquier tipo de catástrofe, por muy artificiosa e inverosímil que esta sea, pueda llegar a suceder.
Deja un comentario