Las tan ansiadas vacaciones veraniegas, la época de relax, todo un año de estresante y duro trabajo, durante el cual el cuerpo acaba soportando más de lo que puede, debiendo descargarlo, dejarlo atrás y reponerse en unos pocos días de verano. La playa se convierte así en el destino predilecto gracias a su utópica imagen del sol, la arena y la calma que evoca el sonido de las olas y la relajante brisa marina con su olor a salitre. Bajo estas premisas en los años setenta (1975) un jovencito Spielberg (27 años) rompió con todo y decidió aterrorizarnos en un supuesto paraíso convertido en un infierno, pues bajo el agua en calma se esconden los temores y la incertidumbre.
Un gran tiburón blanco, de inteligencia desbordante e intenciones malignas viene para aterrorizar a los bañistas, y así lo hará tanto en el pasado como en el presente.
La película con la que John Williams ganó uno de los tres Oscar, solo recordar sus notas para aterrorizar y alertar los sentidos, consolidó lo que sería la estelar carrera de uno de los más geniales directores del séptimo arte. Apodado como “el rey Midas del cine” pocos fallos se encuentran en su ya dilatada carrera, teniendo que demostrar en varias ocasiones su merecido reconocimiento. Pues, pese a ser adorado por el público, no lo era tanto por los críticos, encasillándolo como un realizador de blockbusters, no comprendiendo que una buena recaudación en taquilla no está (o debiera estarlo) reñida con una buena obra cinematográfica.
Hasta que no hizo La lista de Schindler (1993) no fue considerado como un director serio. Sin embargo, cuando volvemos a ver sus primeras obras se observa su gran conocimiento del cine y su dominio técnico, independientemente de dónde sean clasificados sus argumentos, siendo muchas de estas obras clásicos de la historia del cine.
Desde que Spielberg trastocó la apacibilidad del idílico verano del ficticio pueblo de Amity (Amistad) la serenidad de las costas se terminó, un nuevo y herético demonio maligno sale a la superficie todos los veranos, a lo largo de las playas del mundo para dar caza indiscriminadamente a incautos bañistas.
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