Antes de que la luz del sol pueda brillar a través de la ventana, deben levantarse las persianas.

Queridos amigos de Todo Es Cine:

Un placer volver a estar con todos vosotros. Estrenamos mes y, con él, vamos a reflexionar acerca de una película que a buen seguro os gusta: Tú y yo (1957, Leo McCarey) remake de la cinta dirigida por el mismo cineasta en 1939.

Imagen de ‘Tú y yo’ © 1957 20th Century Fox. Todos los derechos reservados.

La historia nos lleva a un barco, en el que viajan Nickie Ferrante (Cary Grant) y Terry McKay (Deborah Kerr). Aunque los dos tienen sus propias parejas en tierra, durante el viaje se encuentran y experimentan un gran amor; en ese encuentro van creando recuerdos y conociéndose, incluso Nickie le presenta a su tía, quien vive en una preciosa casa en la costa mediterránea. Terry va conociendo y entendiendo a Nickie. 

Imagen de ‘Tú y yo’ © 1957 20th Century Fox. Todos los derechos reservados.

A pesar de que todo queda reducido a un pequeño espacio, para ellos ese es todo su mundo. 

Imagen de ‘Tú y yo’ © 1957 20th Century Fox. Todos los derechos reservados.

La nave los lleva de vuelta a sus respectivas vidas, aunque prometen volver a verse dentro de seis meses, tras arreglar los asuntos pendientes, en lo alto del Empire State Building. Y la aventura queda para vosotros.

Imagen de ‘Tú y yo’ © 1957 20th Century Fox. Todos los derechos reservados.

Es una historia dulce, que ha gustado a multitud de generaciones y que todavía sigue haciendo mella en el imaginario colectivo. De ella me quedo con un momento, justo cuando Terry le oculta la verdad a Nickie; entiendo que es una película y que siempre debe haber este tipo de giros de guion, pero en la vida deberíamos aprender a vivir con la verdad.

Imagen de ‘Tú y yo’ © 1957 20th Century Fox. Todos los derechos reservados.

Cuánto sufrimiento se evitaría si no sintiésemos una cosa y expresáramos la contraria. El amor lo puede todo, decía San Agustín, pero en la realidad el silencio lo oculta todo y esos silencios pueden ser interpretados de modo equívoco, como haciéndonos pensar que no interesamos a alguien que en verdad nos ama.

Por eso, antes de que la luz pueda brillar a través de la ventana, deben levantarse las persianas.

Con todo el cariño, feliz octubre para todos y todas desde La Mecedora.

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