Dirección: Ben Stiller.
País: USA.
Año: 2008.
Duración: 106 min.
Género: Comedia, acción.
Interpretación: Ben Stiller (Tugg Speedman), Jack Black (Jeff Portnoy), Robert Downey Jr. (Kirk Lazarus), Brandon T. Jackson (Alpa Chino), Jay Baruchel (Kevin Sandusky), Danny McBride (Cody), Steve Coogan (Damien Cockburn), Bill Hader (Rob Slolom), Nick Nolte (John Tayback), Brandon Soo Hoo (Tran), Reggie Lee (Byong).
Guión: Ben Stiller, Justin Theroux y Etan Cohen; basado en un argumento de Ben Stiller y Justin Theroux.
Producción: Ben Stiller, Stuart Corfeld y Eric McLeod.
Música: Theodore Shapiro.
Fotografía: John Toll.
Montaje: Greg Hayden.
Diseño de producción: Jeff Mann.
Vestuario: Marlene Stewart.
Estreno en USA: 13 Agosto 2008.
Estreno en España: 26 Septiembre 2008.
Parafraseando a mi siempre admirado Ortega y Gasset, después de que haga más de siete meses desde que se interrumpió la huelga de guionistas en Hollywood, “es hora ya de hacer un primer balance y algunas cosas más que un balance”. Y es que, resulta inconcebible que tras ese obligado impasse al que se sometió a la industria cinematográfica norteamericana, todavía lleguen a nuestra cartelera filmes en los que la carencia de estructura narrativa y aun gancho argumental, sigan siendo el eje rector. En las salas de exhibición no todo vale, eso es obvio. Quizá por ello la recaudación de esta película peregrinamente inaudita, no fuera en primera instancia lo suculenta que los planes de producción habían deseado. Suerte que la tendencia se haya variado en las últimas semanas llegando a los 100 millones de dólares, promovido, tal vez, por exquisitas estrategias de marketing. Pero no nos malinterpreten, Tropic thunder no es una mala película, más bien, para desgracia de sus propios intérpretes –todos ellos de indiscutible credibilidad y probado talento-, es un conjunto inconexo de escenas inverosímiles, que aunadas pueden dar cierto crédito a un argumento insólito –un caótico equipo cinematográfico viaja a Vietnam para darle realismo a una película bélica sin parangón, en la que la veracidad de las escenas dependerá de los sucesos que afronten sus protagonistas: Speedman (Ben Stiller), Lazarus (Robert Downey Jr.), Portnoy (Jack Black) y Sandusky (Jay Baruchel)-. Si a ello se le añade el gratuito exceso de escatología -superabundancia a la que se arriesgan regimientos de emuladores de los hermanos Farrell (sin intuir que el recurso a la grosería debe ser conducido, y sólo en ocasiones, por el talento genético de estos directores)-, el resultado lleva al espectador a acabar riéndose con un filme cuyas gracias recuerdan a los inocentes gags del slapstick más pueril. Y todo ello, insistimos, en una película que, en conjunto, parece funcionar, aunque en un análisis pormenorizado acabe demostrando sus fallas. En primer lugar porque, además del socarrón humor descomedido, gamberro y algo grosero –y hasta gore en ocasiones-, no se ha sabido aprovechar un ingente presupuesto que, en otras industrias, sería increíblemente bienvenido. En segundo término porque, siendo Ben Stiller un imprescindible de la comedia americana de último cuño, actor querido donde los haya y realizador respetado por trabajos tan brillantes como Reality Bites (1994) y Cable guy (1999), resulta sorprendente que no haya sabido sacar partido a una historia que, en esencia, resultaba bienintencionada y cuyo guión está lleno de guiños cinéfilos para los espectadores –entre ellos la recurrente alusión a la filmografía americana que Robert Downey Jr. apunta durante todo el metraje; la caída Platooniana de Stiller; el jocoso repaso a los actores que han interpretado personajes con deficiencias mentales (dolorosa pero desternillante mención de Sean Penn en Yo soy Sam)-… Es decir, un incesante aluvión de buenas intenciones y mejores fuentes, pero que no consiguen el efecto deseado. En tercer y último lugar, aunque seguramente debiera ocupar el primero, porque es Tropic Thunder una película que pretende realizar una crítica a los filmes de guerra y acción de los años ochenta, valiéndose precisamente de sus recursos para conseguir idénticos fines, convirtiéndose en un ejercicio metalingüístico de libro, no sólo porque en ella asistamos al rodaje de una película (bélica) dentro de otra (presumiblemente comedia), sino porque, realizando precisamente esa crítica, se vale de los medios a través de los cuales el cine de acción se ha lucrado a lo largo de su historia. Es deplorable que ni siquiera la siempre efectiva táctica del denominado “cameo” resulte graciosa en este caso: el personaje de Matthew McConaughey es incomprensiblemente plano y licencioso; y la caracterización sádica que le realizan a Tom Cruise no sólo no es creíble, sino que destila cierta sátira, capitalismo y amoralidad que rara vez resultan atrayentes; ni qué decir tiene que su lenguaje incivil y sus danzas inconvenientes hacen de la suya una parodia un tanto absurda y aun prescindible.
Suerte que un rescatado Nick Nolte otorgue al film un paradójico toque de distinción, y que Downey Jr. resulte tan sorprendente e impecable como siempre. El resto del film, a excepción del plantel encabezado por nuestro estimado Jack Black, resulta impertinente y muy poco ajustado a las expectativas. Lástima que tengamos que dar veredictos tan negativos pero, en comparación con las otras películas de cartelera, obtiene un aprobado y en convocatoria extraordinaria. Aunque ya se sabe, los profesores son siempre subjetivos y las comparaciones odiosas. Juzguen ustedes.
Deja un comentario