Se llamaba Anne pero en su fuero interno bien podía llamarse Jane. De cuna acomodada y vida artificial, la última protagonista de Jane Austen encubría bajo su delicada apariencia el poso de todos los personajes de una carrera finalizada prematuramente. Persuasión (1816) recogía aquella rabia tan bien contenida que expresaba Austen, la  profunda pero bien […]

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