Acuérdate de conservar en los acontecimientos graves la mente serena
Horacio
Queridos amigos de Todo Es Cine:
Un placer estar con todos vosotros. En este mes que ya va finalizando, y que lo hemos dedicado a la ópera, he escogido la película Amadeus (1984, Miloš Forman) para que reflexionemos. En ella se nos lleva por la vida de un personaje que vino al mundo causando un gran impacto, un niño que sabía pensar en clave de música.
Imagen de Amadeus, producida por The Saul Zaentz Company, y distribuida en España por Warner Bros. Pictures Spain. Todos los derechos reservados.
Aunque nació en Salzburgo en 1756, la película comienza con uno de sus coetáneos, Antonio Salieri (F. Murray Abraham) un compositor italiano que vivía de la música, y que ahora envejecido, cuenta en un hospital psiquiátrico de la época, que él fue quien mató a Mozart (Tom Hulce). Ante todo, parece una leyenda, muchos seguidores de Salieri no comparten este argumento, pero la película basa su historia en la confrontación de estos dos personajes.
Imagen de Amadeus, producida por The Saul Zaentz Company, y distribuida en España por Warner Bros. Pictures Spain. Todos los derechos reservados.
Como Mozart es capaz de pensar en clave musical, que al igual que la sinestesia hace pensar en forma de colores, él veía todo en notas musicales. Su cerebro -espero que el azar genético nos vuelva a traer otro personaje de estas características-, era prodigioso. No tuvo infancia, pero por eso mantuvo una personalidad histriónica a lo largo de toda su vida, con vaivenes típicos de un infante. A lo largo de la película vemos cómo en la época, solo con ser lo que era, a nuestro Salieri no le gustaba que un muchacho le quitara todo el protagonismo, y llegara con esas ínfulas de grandiosidad y cambio. Nos va enseñando un poco su obra. Para otorgarle un punto tétrico, aparece una figura vestida de gris que en 1791 le encarga un réquiem, su Réquiem en Re menor. Para él, éste es diferente, y le dice a su querida Contanze (Elizabeth Berridge) que será una misa para su muerte.
Imagen de Amadeus, producida por The Saul Zaentz Company, y distribuida en España por Warner Bros. Pictures Spain. Todos los derechos reservados.
Aunque vivió en la opulencia, murió pobre, pese a lo cual siglos después del nacimiento y desaparición de este genio, seguimos hablando y especulando sobre él. Hace poco, en This is Opera, Ramón Gener habló de la vida de Mozart, os lo recomiendo, así como también lo hizo Íker Jíménez en Cuarto Milenio, donde sostenía una reflexión maravillosa sobre la envidia. Viendo que también yo iba a escribir sobre este gran compositor, estuve cavilando sobre la envidia, sí, la envidia, terrible mal tanto para el que lo sufre como para el que la padece a través de otro; le sucede lo que a los celos en la gran obra de Shakespeare, Otelo, que dejan mal al que la pasa, pero también al que la recibe. Pero me acordé de una frase que oí en una obra de teatro que vi cuando era niña: “sin enemigos no nos moveríamos”. En toda mi vida me he dado cuenta de ello porque lo he comprobado. Veréis, cuando todo funciona, seguimos apoltronarnos en nuestro sillón y decimos qué bien estamos; todo lo hacemos de maravilla y todo el mundo nos dice lo bien que lo hacemos. Pero llega uno de estos personajes y, de repente, nos recuerda, aunque exagere, que tenemos algo, aunque sea un pequeño detalle, que ellos harán enorme, y esto hace que nos lo planteemos como un feedback negativo, que a su vez se puede convertir en algo bueno. Me explico. Imagina unos kilos o gramos que te sobran; alguien te dice que cree que estás un poquito más grueso, pues esto te permite que puedas ir a al gimnasio, algo que, de otra manera, no harías. O sacar el carnet de conducir, como en la última y estupenda película de Isabel Coixet, Learning to Drive. También es aplicable a cualquier cosa que hayas ido dejando y, de repente, te obligan a hacerlo sale muchísimo mejor.
No importa tener este pequeño Pepito Grillo. No pasa nada, tú lo puedes cambiar. Por eso acuérdate de conservar en los acontecimientos graves la mente serena.
Con todo el cariño, feliz junio desde la Mecedora.
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