En 1813 Jane Austen vio publicada la que sería su obra más famosa, Orgullo y prejuicio. Con motivo de su aniversario y para celebrarlo Todo Es Cine le dedica un número especial para ella, para una de las escritoras inglesas más importantes, que tanto ha dado a la literatura con unas obras eternas y con la creación de unos personajes femeninos fuertes e inteligentes, muy lejos del estereotipo de mujer como mero accesorio que había en la época.
Imagen de Orgullo y prejuicio (2005) .Copyright © Focus Features, Universal Pictures, Studio Canal, Working Title Films y Scion Films, distribuida por UIP en España. Todos los derechos reservados.
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A la par, con delicadeza mostró y criticó la falta de derechos que ellas padecían, así como la obligatoriedad a someterse a un matrimonio carente de amor para dejar de suponer una carga familiar. Ese universo complicado en el cual se movían las mujeres aparece siempre rodeado de un bello romanticismo, cuya sinceridad hace que resulte simple el poder empalizar con él. Como otros muchos grandes de las letras, Jane Austen ha sido llevada en numerosas ocasiones al cine. En 1995 Ang Lee dirigió Sentido y sensibilidad, con guión de Emma Thompson, quién además interpretó a la protagonista, obteniendo un Oscar por la adaptación que hizo de la novela. Diez años más tarde llegaría Orgullo y prejuicio, dirigida por Joe Wright y protagonizada por Keira Knightley. El binomio funcionó tan bien como para unirlos en otras dos ocasiones, en 2007 en la oscarizada Expiación, más allá de la pasión, y el año pasado con Ana Karenina.
En la Inglaterra de la Regencia, finales del siglo XVIII principios de XIX, transcurre cómodamente la vida de los Bennet, un matrimonio cuya mayor preocupación, sobre todo por parte materna, son sus cinco hijas y el poder casar a todas ellas. Las dos mayores son tranquilas y sensatas como el padre, sobresaliendo la segunda, Elizabeth, protagonista de la historia. Las dos menores son unas adolescentes alocadas y un tanto ridículas, como la madre, y la del medio un poco perdida y sola entre ambos grupos que forman sus hermanas. Es una visión intimista del transcurso de sus vidas enmarcada en una casa familiar donde la cámara voyeurista de Joe Wright se cuela por ventanas, puertas o rendijas a medio abrir escudriñando los pormenores de sus habitantes. De esta forma abre la película arrastrándonos a la intimidad de la familia y de los múltiples personajes de la historia en la cual nos envuelve, haciéndonos formar parte de ella, como un miembro más de la narración. Lizzie es la habitual heroína de Jane Austen. Una joven inteligente y fuerte que desechando las condiciones de una época en la que las mujeres se veían obligadas a contraer matrimonio, carente de amor en la mayoría de los casos, dejando de suponer una carga para la familia, pasando de estar bajo la tutela paterna para estar bajo la del marido. Ante esta falta de romanticismo e independencia, la segunda de los Bennet prefiere la soltería aunque que ello suponga quedarse sin nada, pues las hijas no podían heredar.
Imagen de Orgullo y prejuicio (2005) .Copyright © Focus Features, Universal Pictures, Studio Canal, Working Title Films y Scion Films, distribuida por UIP en España. Todos los derechos reservados.
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Sus ideas cambiarán al conocer al orgulloso caballero Señor Darcy, pese a no ser capaz de reconocerlo ya que sus prejuicios hacia él la pierden, llegando incluso a rechazarlo por malograr el noviazgo entre su hermana mayor, Jane, y el mejor amigo de éste, el Señor Bingley, truncando el amor entre los dos jóvenes. La desconfianza y prepotencia de Darcy hacia la familia de ella, pertenecientes a una clase inferior, son lo que le llevan a oponerse al noviazgo de su amigo. Sumándose a ello lo ridícula y grotesca que le resulta la madre de Lizzie. Su orgullo le impide ver la mala educación y la soberbia que algunos de los miembros de su propia familia ostentan, como el desagradable comportamiento de su tía Lady Catherine.
Los enredos amorosos son comunes en todas las obras de Jane Austen así como los finales felices donde siempre triunfa el amor, algo que en la vida real a ella le fue imposible alcanzar. Pese a esos idílicos desenlaces sus personajes son realistas y siempre están muy bien definidos, mostrando el comportamiento habitual de la época, la interacción entre las diferentes clases y el enaltecimiento de la figura femenina. Las idas y venidas de los protagonistas transcurren entre los bailes privados, evidenciando así la importancia que poseían para crear relaciones, celebrados en unas mansiones que reflejan el lujo que las clases altas de la época ostentaban. Igualmente comunes eran los viajes turísticos, como el que Lizzie realiza con sus tíos, o las habituales y largas visitas a amigos y familiares. Todo ello enmarcado por unos paisajes y una arquitectura que fácilmente trasladan al espectador a la época de la Regencia.
Una historia de amor de valores universales, fáciles de comprender y con los que resulta imposible no identificarse, expuestos de una forma delicada y sincera, con momentos narrativos brillantes, como la escena de Elizabeth en el columpio o ante el espejo con Darcy. Un atisbo del intimismo con el que dos años más tarde el director rodaría Expiación.
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