Título original: Nomadland. Año: 2020. Duración: 108 minutos. País: Estados Unidos. Dirección: Chloé Zhao. Guion: Chloé Zhao (basado en la novela homónima de Jessica Bruder). Música: Ludovico Einaudi. Fotografía: Joshua James Richards. Reparto: Frances McDormand, David Strathairn, Linda May, Charlene Swankie, Bob Wells, Gay DeForest, Patricia Grier. Producción: Highwayman Films, Cor Cordium Productions, Hear/Say Productions. Distribución: Searchlight Pictures, Walt Disney Pictures.
Existen películas y existe Nomadland; encontramos cintas estrenadas durante la pandemia y, en el extremo contrario, Nomadland; es más, hay películas filmadas y otras sentidas, evocadas, casi arrebatadas. Sí, así es Nomadland.
Resulta difícil, si no imposible, comparar este nuevo título de Chloé Zhao con un estreno de este año e, incluso, con el de cualquier otro; y lo es porque la cineasta nos brinda la posibilidad de deleitarnos con un fragmento de vida palpitante repleto de emoción, de verdad y de la paradoja que siempre rodea a cuanto está vivo. No hay hoja de ruta ni mapa que nos pueda conducir a una realidad unívoca.
Fern (Frances McDormand) es una mujer que lo ha perdido todo. Tras ver consumirse a su marido y evaporarse todo cuanto tenía, decide vender sus pertenencias y salir adelante salvaguardando lo único que le queda, la libertad. Sin dinero para una caravana, acondiciona su furgoneta para crear una vivienda digna, en la que los escasos recuerdos de su pasado se entremezclan con los prodigios que ingenia para optimizar el espacio. Después de trabajar en Amazon durante la campaña de Navidad, comienza un peregrinaje nómada hacia el Oeste, en una vuelta de tuerca al sueño americano y a sus valores fundacionales.
Esta mujer en apariencia ruda y displicente se revela como epítome de la empatía cuando, a lo largo del camino, distintas personas convergen en su vida. Es entonces cuando descubrimos que Fern es una auténtica alma libre cuyo espíritu alberga infinita capacidad de afecto, voluntad y tolerancia, pudiendo alcanzar una total redención más allá de los límites de lo convencional.
Fuera de los cánones de lo políticamente correcto, Fern huirá de las reservas sociales hacia la soledad, la enfermedad o lo desconocido, yendo a contracorriente en un mundo en el que la heterodoxia es un mal que combatir. Esta heroína de western (y van varios títulos de esta naturaleza protagonizados por McDormand) huirá de las apariencias para predicar con el ejemplo y demostrar que el amor, la familia y la regeneración solo están al alcance de quienes rompen sus ataduras. Porque Fern no huye de los convencionalismos, los trasciende.
Exquisito poema filmado por Zhao, no hay nada en Nomadland dejado al azar. Al igual que en su aclamada The Rider (2017), el talento de la cineasta se sitúa a años luz de sus coetáneos, mostrando una madurez cinematográfica al alcance de muy pocos.
La excelencia plástica y narrativa de la que hace gala la cinta (difícilmente reconocible en otros directores contemporáneos salvo, quizá, Kelly Reichardt y su First Cow) es completada por una banda sonora de Ludovico Einaudi que es puro apoteosis emocional. Tan solo hay que revisar los encuadres de la cineasta chino-estadounidense para comprobar que se trata, indudablemente, de una artista de primer orden.
Y todo esto se corona con la interpretación de Frances McDormand, dama del cine estadounidense que crece en cada proyecto y que, en esta ocasión, alcanza cotas de excelencia. Su desnudez, literal y metafórica, a la hora de abordar el personaje de Fern muestra que nadie como McDormand podría haber dotado de verismo a este papel del modo en que ella lo hace. Su expresión emocionada y su aparente frialdad bullen en una mujer que se sabe grande.
A pesar de que la contrarréplica la da un siempre convincente David Strathairn, uno de los pasajes más emocionantes de la película está protagonizado por un desconocido, uno de tantos que conoce Fern, cuya mirada emocionada centellea al son del soneto 18 de William Shakespeare ‘Shall I compare thee to a summer’s day’. Sublime.
Este camino de conexión con el otro, de cercanía al prójimo y de emociones exaltadas, entra en colisión con una planificación de panorámicas, planos generales e incluso tratamiento de road movie. De su unicidad fotográfica se encarga el británico Joshua James Richards, incondicional de Zhao y perfecto para dar coherencia a una cinta que enfatiza la naturaleza del entorno (fantásticas tomas de unos Estados Unidos salvajes) con la naturaleza íntima de los personajes.
Podrán decirles que es una película de ritmo pausado, de planos largos, de primeros planos o de silencios exquisitos. Les dirán muchas cosas y todas les sonarán incomprensibles, porque Nomadland hay que sentirla. Y es que solo existe una sola verdad con respecto a esta película: Que es pura genialidad.
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