Dirección: Daniele Luchetti
País: Italia.
Año: 2007.
Duración: 110 min.
Género: Comedia dramática.
Reparto: Riccardo Scamarcio, Elio Germano, Anna Bonaiuto, Angela Finocchiaro, Massimo Popolizio, Luca Zingarett.
Mi hermano es hijo único, se trata de un largometraje íntimo, particular y lleno de comicidad, donde, aún en la situación más trágica, el espectador no puede dejar de esbozar una sonrisa ante la inteligente, quizás incluso cínica, ironía del protagonista de la cinta. La historia, ambientada en Latina, Roma y Turín, en las décadas de los años 60 y 70, habla de la relación entre dos hermanos, Accio y Manrico. Alrededor, los demás miembros de la familia, la madre, el padre y la hermana, elementos sí secundarios pero no prescindibles.
La Italia de esa época se encuentra claramente dividida, entre las posiciones comunistas que influyeron a que el país llegase a contar con el más grande partido comunista de Europa, y la herencia dejada por el Duce, y recogida por los fascistas de entonces, convencidos de que la crisis económica del país está estrechamente ligada a las ideas estalinistas. Y aquí es donde comienza la trama, por una parte Accio, el fascista, y en el bando contrario, Manrico, el comunista, apoyado por la hermana de ambos, Violetta. Lo mejor de la película, la maestría con la que el director hilvana la relación de los dos hermanos, que se quieren a bofetadas, a empujones, a puñetazos. Son diferentes en todo, y chocan el uno contra el otro en la búsqueda de la propia idea, de la justificación, de la imposición, de la convicción. Se encuentran y se desencuentran como sólo en una relación de hermanos puede suceder. Y a través de sus ojos vemos el conflicto de Italia, de una Italia que no se sabe reconciliar consigo misma, ni con su memoria histórica, un país lejano de la paz, obsesionado por la búsqueda de una identidad, una identidad imposible que no consigue unir dos puntos de vista y que lucha en su exploración del concepto de justicia, de historia y de ideología política.
Quizás lo más flojo la interpretación de un Scamarcio, que al lado del hermano, de su lengua viperina, pierde brillo y se queda tan sólo en un antagonista que al final, no llega a emocionar al espectador.
Autora: Marysol García
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